La
Pulpera publicó, hace un tiempo, una serie sobre títulos de libros que habían
sido tomados de frases y versos de otros autores.
http://lapulpera.blogspot.com.ar/2012/04/declaraciones-de-amor.htmlhttp://lapulpera.blogspot.com.ar/2012/04/declaraciones-de-amor-2.html
Allí decía
que eran un homenaje o una declaración de amores
literarios.
Vladimir Nabokov no
opina lo mismo. En su novela Pálido fuego se ríe con sarcasmo de
esa costumbre. Transcribo la pág. 242, el resaltado en negritas es mío:
“Versos
671-672: El hipocampo bravío
Véase Mi última
duquesa, de Browning.
Véase y condénese el recurso de moda consistente en
titular un conjunto de ensayos o un volumen de versos –o un largo poema, ay–
con una frase tomada de una obra poética del pasado más o menos célebre. Esos títulos poseen un prestigio engañoso,
aceptable quizá en los nombres de vinos de marca y de las cortesanas
regordetas, pero simplemente degradantes con respecto al talento que sustituye
por el fácil aspecto alusivo de la imaginación creadora y hace pesar en las espaldas de un busto la responsabilidad de un estilo
demasiado adornado, puesto que cualquiera puede hojear el Sueño de
una noche de verano o Romeo y Julieta, y elegir”.
El
vitriólico Vladimir se burla de todos, lectores y autores, empezando por él
mismo ya que la expresión Pálido fuego
es parte de un verso de Timón de Atenas
de William Shakespeare (Acto IV, Escena 3) y está reiterado en otras. Lo
explicita en la pág. 287:
“Verso
962: ¡Ayúdame, Will! Pálido fuego
Parafraseado, esto significa
evidentemente: Busquemos en Shakespeare algo que pudiera utilizar como título.
Y el hallazgo es “pálido fuego”. ¿Pero de cuál de las obras del Bardo lo ha
tomado? Mis lectores deben buscarlo por sí mismos”.
V.Nabokov,
Pálido fuego, 1962, Editorial
Sudamericana, 1974.
No
hay de qué preocuparse de estas contradicciones. Toda la ¿novela? es una serie
de brillantes comentarios críticos (donde se burla de todo el mundo, de los
escritores, de los críticos, del ambiente universitario, de los norteamericanos,
de los rusos y de los lectores); a medias conexos a medias inconexos; por lo
que puse la palabra entre esos signos de interrogación. Por encima de eso, todos
están unidos en una bella y lúcida reflexión sobre las múltiples influencias en
el proceso de la creación artística y la cuestión de quién es el “verdadero” autor
de las mismas (la luna roba su pálido fuego al sol brillante y todos, quien
más, quien menos –en especial los autores– ponen cosas de otros en sus obras).
La foto es de Adriana Petit www.adrianapetit.com
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