De modo que, con autorización de su autor, transcribo el original que pueden leer en este enlace y de paso dar una mirada y dejarse tentar hacia otros rumbos
http://marcelo-lamenoridea.blogspot.com.ar/2013/08/la-senora-del-anillo.html
La señora del anillo
La historia del prometido y la estatua es bastante conocida y tiene muchas versiones. Ricardo Piglia menciona a William de Malmesbury y su “Chronicle of the Kings of England” (Siglo XIII); Eduardo Berti, a la “Anatomía de la melancolía” de Robert Burton. Próspero Mérimeé lo cuenta en “La Venus de Ille”. También hay una novela de Tim Powers, “La fuerza de su mirada”. Incluso la película de Tim Burton, “El cadáver de la novia”, se basa en un cuento popular ruso judío del SXIX que también cuenta algo parecido.
El centro de la historia sería este: un joven –a punto de casarse o luego de terminar la ceremonia nupcial- se pone a jugar a la paleta con unos amigos. Le molesta el anillo que desde ese día lleva puesto, entonces lo coloca en el anular de una estatua que está junto al terreno donde se hace el partido. Al término del juego, el muchacho va a buscar la sortija y se encuentra con que el puño de la estatua se ha cerrado (en algunas versiones la estatua ha desaparecido) impidiendo que se lo puedan sacar.Es la noche de bodas y el joven percibe una tercera presencia en la cama, entre su esposa y él (algún cuento dice que siente unas caricias que atribuye a su mujer)
El muchacho siente un susurro junto a su oído:
- Soy Venus, y he aceptado tu propuesta matrimonial-
Nuevamente se multiplican los desenlaces. En alguno, la estatua asesina a la esposa. En otro, al muchacho. En una tercera narración, el joven visita a un hechicero, quien le escribe una carta a Saturno rogándole su intervención. El joven debe sortear muchos peligros hasta que logra depositar el pedido de ayuda en manos del terrible dios, quien le ordena a Venus devolver el anillo de inmediato y dejar al muchacho en paz.
Francamente este último final no me gusta. Prefiero algún asesinato en el medio, porque no creo que la pobre Venus luego de esperar cientos de años a un candidato suelte la sortija tan fácilmente, por más terrible que fuera el viejo Saturno, capaz de comerse a su propio hijo. Alguien debía morir. O el atolondrado muchacho, capaz de ponerse a jugar con sus amigos a horas de la boda, o tal vez su esposa, digamos que por la fatalidad de las cosas. No hay que poner un anillo en el dedo de nadie a no estar completamente seguro, aunque se trate de un dedo estatuario. Porque, como dice Mérrimeé en La Venus de Ille: “ten cuidado si ella te ama”
El cuento de Mérimeé en este enlace:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/merimee/venus.htm.