domingo, 27 de abril de 2014

Chistes políticos viejos - Humor


1  La Concha me hace así…
Primer gobierno peronista. La cantante española Concha Piquer era agasajada en una reunión en la que estaban Evita y toda la plana mayor, incluyendo al Vice-Presidente, Dr. Juan Hortensio Quijano, un radical progresista correntino.
En el medio de la reunión, Evita le comenta a Quijano:
-Dr., la Concha me está haciendo señitas…, - refiriéndose a la Piquer, pero Quijano, un hombre ya entrado en años, entiende mal el comentario* y le contesta:
-Ay señora, yo ya estoy viejo para esos trotes. Mejor arregle ese tema con el General.

*En la Argentina concha es el órgano sexual femenino, no el diminutivo de Concepción.
El chiste aludía a la vida disipada y a la condición de promiscua y prostituta que la oposición asignaba a Evita.

2 Quijano – Ghioldi
Como Quijano se llamaba J. Hortensio, el diputado Américo Ghioldi, ayudado por la prensa opositora, instaló la falsa noticia de que la J. correspondía a Jazmín (que hacía juego con su otro nombre floral) y toda la prensa opositora lo usaba como burla a su investidura. “El Dr. Jazmín Hortensio Quijano presidió el acto…”
La réplica no tardó mucho tiempo. Ghioldi, más que político socialista, era un empleado a sueldo y servicio de la Embajada Norteamericana, cuyos intereses defendía con enjundia. Como se llamaba Américo los peronistas lo apodaron de inmediato Norteamérico Ghioldi y así quedó para siempre ubicado en el panteón de los cipayos.


3 La Razón de mi vida
Una de las primeras medidas* que tomaron los militares golpistas después de derrocar al Presidente Perón en 1955 consistió en secuestrar todos los ejemplares del libro de Evita La razón de mi vida y ordenar que se colgara en los baños de los cuarteles para ser usado como papel higiénico.
La resistencia peronista contestó la felonía con unas pintadas que decían:
“Lo que no entra por la cabeza entra por el culo.”

*Si no les pareciera posible esta desmesura, les recuerdo que emitieron dos Decretos-Leyes, el 33855/55 y el 4161/56 prohibiendo la circulación del libro, pronunciar el nombre de Perón y hasta un par de piezas musicales entre otras barbaridades.
Pensándolo mejor, creo que este es el mejor chiste de todos los de esta entrada.

4 Paro
Las luchas obreras y sindicales que se manifestaban en huelgas y paros fueron muy frecuentes en algunos períodos, en especial los de mayor resistencia. Hubo momentos de nuestra historia en que casi todos los días había uno.
En la secundaria nos daba clases un profesor que tenía la costumbre de tocarse y acomodarse los genitales a cada rato, con las manos en los bolsillos o fuera de ellos.
Una compañera algo atrevida decidió cargarlo haciéndole un comentario irónico sobre el punto, aprovechando que al día siguiente había huelga.

-Parece que va a haber paro…, - le dijo con malicia y guiñando un ojo a toda la clase.
A lo que el profe replico rápido:
-No creo, para mí son bolas que se corren.

Los autores de las ilustraciones son Flax (Lino Palacio) y Quino (Joaquín Lavado). En la primera están Balbín, Perón y Frondizi.
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lunes, 21 de abril de 2014

Perfume francés

  
Aunque originarios de Egipto, en nuestra imaginación los perfumes están asociados a Francia y en particular a París. Hay sobradas razones para esto: la industria francesa de aromas y fragancias tiene varios cientos de años consolidando la exquisitez de sus productos.

Muchas de las marcas consagradas hacen referencia a París en su nombre:
Paris, que salió al mercado en 1983, y Parisienne, más reciente, ambos de Yves Saint Laurent.
Paris Hilton, la heredera de la cadena hotelera tiene su propia fragancia en el mercado desde hace un par de años.
Soir de Paris, de Bourjois, creada en 1928
Rococco à la Parisienne, creada en 1887 por la casa Guerlain, quizás la más antigua con nombre alusivo.





Otras hacen referencia a lugares emblemáticos de París o llevan como nombre la dirección de la boutique que las fabrica:
24 Faubourg, de la casa Hermès, situada en el 24 de la ahora calle emblema de la alta costura: Rue du Faubourg Saint-Honoré.
31 Rue Cambon, de Chanel, es la dirección de la principal boutique de la firma.
Jardins de Bagatelle, creada por la casa Guerlain en 1983, lleva ese nombre como homenaje a los jardines de un castillo del Bois de Boulogne.
Champs-Élysées, de 1996, por la famosa avenida parisina donde en el Nº 68  tiene su sede la Maison Guerlain.
 

Y ya que estamos con la casa Guerlain, en 1933 le encargaron que creara una fragancia para celebrar la creación de la compañía de aviación comercial Air France (una fusión en una sola línea de bandera de las cuatro principales compañías francesas de ese momento).
Jacques Guerlain -perfumista y gran lector- era amigo personal del piloto y escritor Antoine de Saint Exupery que acababa de sacar Vuelo nocturno, novela donde narraba su experiencia como piloto de Aéropostale y de Aeroposta Argentina en los cielos de la Patagonia entre 1929 y 1931. De allí salieron la inspiración y el nombre de la que fue por mucho tiempo una de las fragancias más emblemáticas de Guerlain: Vol de Nuit.

Como correspondía a su época, la puso en un precioso frasco de diseño art-deco donde podemos adivinar las hélices que equipaban a los aviones de entonces. Jacques decía que su idea era que la fragancia se pudiera leer con tanta emoción como la que provocaba el aroma que emanaba de la novela.

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jueves, 17 de abril de 2014

Seis tristes tigres - Títulos repetidos 7


Allá por junio de 2012 salió la última entrega de esta serie, la Nº 6, que dio lugar a jugosos comentarios. Hoy la retomamos gracias a una colaboración del escritor Osvaldo Gallone que ha tenido la amabilidad de mandarme esta “carambola a tres bandas” con un comentario que agregaré al pié.
En esta ocasión los títulos repetidos son:

Tres tristes tigres, 1967, obra de teatro de Alejandro Sievking
Tres tristes tigres, 1968, película del director Raúl Ruiz
Tres tristes tigres, 1967, novela de Guillermo Cabrera Infante

Alejandro Sievking (1934), dramaturgo y director de larga trayectoria. Emigró luego del golpe de Pinochet y del asesinato de su amigo Víctor Jara, de quien era compañero de estudios, y volvió a radicarse en Chile en 1984.
Su Tres tristes tigres es una obra de teatro costumbrista, una versión chilena de la picaresca española (rayando el esperpento) con tres buscavidas que hacen lo que pueden para sobrevivir en un Santiago hostil.
Tito -un provinciano que anda a los tirones- trabaja para Sergio, -vendedor de autos que desviste un santo para vestir a otro-,  y le presenta a Amanda, una actriz de cabaret, estriptisera, que lo cree un tipo con dinero. Los tres muestran sus miserias en la dura lucha por sobrevivir.

El cineasta chileno Raúl Ruiz hace, en 1968, una adaptación cinematográfica con el mismo título: Tres tristes tigres, con las actuaciones de Shenda Román, Nelson Villagra y Luis Alarcón. La película se presenta con gran repercusión de la crítica en el Festival de Locarno de 1969. A partir de allí se convierte en película de culto y en, para la mayoría de los críticos cinematográficos chilenos, "la mejor película de la historia del cine chileno.”


La Tres tristes tigres de Guillermo Cabrera Infante (1929-2005) fue publicada en 1967, en España, luego de un primer intento prohibido y censurado por la dictadura franquista. Una versión previa de la novela: Vista del amanecer en el trópico había obtenido el Premio Biblioteca Breve 1964, de Seix Barral.
Por su experimentación con el lenguaje y la ruptura de las formas consagradas está considerada como la novela más innovadora del boom latinoamericano. Es una recreación nostálgica de los tiempos en que La Habana era el lugar de la diversión, la vida nocturna, los cabarets y el prostíbulo de norteamericanos adinerados a la vez que un “museo del habla cubana y un coro de sus ancestros".
"Tres amigos cubanos (que, en realidad, son cuatro, como los mosqueteros)  vagan por La Habana y son una mezcla de pícaros y marginales."



Osvaldo Gallone agrega en su nota:
“Notable, ¿no?, especialmente porque me parece que no hay la más mínima posibilidad de plagio o influencia: Cabrera exiliado en España, Raúl Ruiz y Sieveking en Chile, no se conocen entre ellos, no hay internet ni correo electrónico, y los tres trabajan un tema similar al que le ponen exactamente el mismo título.”
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jueves, 10 de abril de 2014

Con el mismo cuento 21 – Horace Mc Coy y Ricardo Monti

Concursos de baile


Las obras de hoy tienen el mismo escenario: los concursos de resistencia bailando en público que se popularizaron hacia 1930. La primera es una novela y la segunda una obra de teatro.

¿Acaso no matan a los caballos? – novela de Horace Mc Coy, 1935
Marathon – texto teatral de Ricardo Monti, 1980

La novela de Mc Coy transcurre en Los Ángeles, en los años de la Gran Depresión. Gloria y Robert llegan, escapando de la crisis, con la ilusión de trabajar en el cine. Sin suerte y muertos de hambre deciden presentarse a un concurso de baile y resistencia con un premio de mil dólares a los finalistas. Una a una las parejas se van eliminando por agotamiento y el premio aparece cada vez más lejano, pero al menos tienen comida y alojamiento.
Los participantes inician un descenso a los infiernos: deben bailar sin detenerse, duermen parados unos pocos minutos y son sometidos a pruebas brutales o ridículas para satisfacción del público que asiste al espectáculo. La diversión está asegurada mientras mayor es el dolor ajeno. Los primeros reality shows hacían su presentación pública (si obviamos el Circo Romano, los quemados vivos en la Inquisición, la guillotina, etc., etc.)
La novela metaforiza a la brutal sociedad capitalista de la época que cosifica a las personas y se regodea con someterlas y hacerlas objeto de las más bajas pasiones.
Sin esperanza para ambos Robert toma una decisión trascendente por la que es condenado. La novela comienza con la lectura de esa condena y luego la historia se desarrolla como un cinematográfico flash-back.

 
Fue llevada al cine con Jane Fonda y Michael Sarrazine como protagonistas, con el nombre de: Baile de ilusiones (en España Danzad, danzad malditos) (They shoot horses, don’t they?), EEUU, 1969, dirección de Sidney Pollack, 120 min. 

 
La obra de teatro está ambientada en la Argentina de 1932.
Cinco parejas participan en un concurso de baile mientras un animador dirige y sostiene el espectáculo con la ayuda de un guardaespaldas que acicatea y castiga agresivamente a los infractores de reglas que se modifican a conveniencia del espectáculo. Son las finalistas a un indefinido premio, otras han caído y abandonado con anterioridad.
Los participantes son humillados, pueden irse pero no lo hacen. Hay algo más que la violencia impulsando a los competidores a seguir “en el baile”: las miserias y pequeñeces a las que nos resulta muy difícil renunciar a nosotros, los miembros de la clase media (o simplemente a los humanos.)
Eso es lo mejor de la obra; lo más flojo a mi modo de ver es que toca demasiados temas (tiene 21 escenas) y fuerza la introducción de “supuestos mitos fundantes argentinos” como posible origen de todos nuestros males. Allí pierde universalidad y quiere abarcar más cosas de las que puede una obra de teatro. Como dice el animador al final: “Señores, si no fuera ridículo, esto sería una tragedia. ¡Y sigue el baile, damas y caballeros, sigue el baile!


Marathón se presentó en el Teatro Payró en 1980 con dirección de Jaime Kogan y se repuso en varias ocasiones, la última en el teatro Cervantes, en 2010 con dirección de Villanueva Cosse. El hallazgo de la similitud entre los dos textos es mérito de Hugo Paredero que la comentó hace unos años en su programa de Radio Nacional.

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domingo, 6 de abril de 2014

Con el mismo cuento 20 – Hawthorne y Eduardo Berti

Querida, voy al quiosco y vuelvo…


La frase –que dicha con picardía a sus esposas juega con el deseo de los maridos de huir, de desaparecer… al menos por un tiempo– ha alcanzado una popularidad increíble. Tanto o más increíble por estar originada en un cuento poco leído de un autor casi desconocido para la gran mayoría que la usa.

El cuento se llama Wakefield y el autor Nathaniel Hawthorne (1804-1864).
El señor Wakefield sale de viaje por unos días… pero regresa a su casa veinte años después, tan campante como si hubiera ido a la esquina a comprar cigarrillos. Mientras tanto cambia algunos rasgos, se instala en una casa a la vuelta de la suya desde donde puede ver su viejo hogar con frecuencia, la familia se va acostumbrando, la esposa pasa a la condición de supuesta viuda y la vida continúa.
El cuento es una concisa obra maestra –5 páginas A4–. Las primeras 15 líneas son un resumen del argumento y después viene el desarrollo, que aumenta nuestro interés a pesar de habernos mostrado ya el desenlace, culminando con un final en manos del lector, que no tiene una sola palabra sobre lo que pasa una vez que atraviesa la puerta en su regreso.

Se dice que el tema del cuento es ¿por qué se fue Wakefield? Es posible, pero  haber captado ese deseo de desaparecer (que debe ser tan propio de hombres y mujeres como para que haya tomado tanta difusión) es, para mí, uno de sus mayores méritos; y reflexionar sobre la cuestión en un cuento, lo es más todavía.
Al respecto me viene a la cabeza la frase de San Pablo: “quiero disolverme” (Carta a los filipenses, 1- 23,24) interpretada por unos como el deseo de morir y por otros como que cuando el amor es muy grande el amante quiere disolverse en el ser amado.


Pero volvamos al cuento. Solamente conocemos lo que le pasa a Wakefield, muy poco es lo que se dice sobre la esposa. Partiendo de allí, Eduardo Berti (1964) escribió una novela excelente: La mujer de Wakefield, Ed. Tusquets, 248 pág., 1999.
La mujer deja su papel secundario y pasa a ser la protagonista. La Londres de 1820 también aparece y da el marco adecuado, pero Mrs. Wakefield no es sólo la mujer agobiada, triste, en crisis y ensanchando su cintura de Hawthorne. La de Berti es una mujer que se va rehaciendo, tiene un pretendiente, es inteligente al punto que sabe dónde está su marido y se pregunta que buscará con eso el pobrecito. Mientras el Wakefield de Hawthorne sólo se mira a sí mismo, la Mrs. Wakefield de Berti ocupa el mundo que la rodea y prefigura a todas las feministas inglesas que luchando con tesón consiguieron el voto, los derechos y la igualdad con el otro género, con los varones.
La novela de Berti termina con una referencia deliciosa: si cualquier historia puede reescribirse o admite otra versión “… la que acaba de ocupar este libro muy pronto ha de tornarse –si no ha ocurrido ya– en una historia dos veces contada.”

Podríamos decir tres veces al menos, ya que Fabienne Bradu, escritora francesa residente en México desde 1979, ha publicado en 2005 un artículo en el Nº 19 de la Revista de la Universidad Autónoma de México, titulado Mrs. Wakefield. Es mitad un análisis y mitad una reconstrucción del cuento de Hawthorne en 3 o 4 páginas donde a partir de la segunda ficciona a la propia señora Wakefield y le da unas características asombrosamente iguales a las que toma en la novela de Berti, incluso la enamora del mismo personaje. Sintetizando, parece un resumen de la novela. ¡La pucha con la influencia! (O con los olvidos de tomar la pastilla para la memoria o con tomarla dos veces el mismo día.)


Un adelanto de la novela aquí:
http://www.bn.gov.ar/abanico/A81110/berti-wakefield.html
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/1905/pdfs/36-40.pdf

miércoles, 2 de abril de 2014

Con el mismo cuento 19 – Hawthorne y Stephen King


El diablo en persona
Si se pagaran “derechos de inspiración” sus herederos serían ricos. Si cada uno de sus “admiradores” le tuviera que hacer una ceremonia de homenaje, sus restos no tendrían el merecido descanso. Nathaniel Hawthorne (1804-1864) es, sin dudas, uno de los escritores más recreados por sus colegas.
Hoy reunimos dos cuentos de temática similar:

            El joven Goodman Brown, 1837, Nathaniel Hawthorne.
            El hombre del traje negro, 1995, Stephen King.


El primero, considerado uno de los mejores de la narrativa estadounidense, retrata el lado oscuro de la sociedad puritana y la falsedad oculta en los mecanismos represivos. Va más allá al señalar la relación directa de la religión, la fé y el concepto de pecado -como “veneno inagotable” y “fuente de todas las artes perversas”, mayor “a cualquier poder humano”-, con la hipocresía de las personas y la sociedad formada sobre esas bases.
Pertenece al libro Cuentos dos veces contados (Twice-Told Tales) que, con traducción de Eduardo Goligorsky y prólogo de Elvio Gandolfo, publicó El cuenco de plata en 2013. Fíjense en el título y díganme si el autor no se adelantaba a los acontecimientos (esta serie seguirá con otros casos…)


El segundo, es una imitación/homenaje algo exacerbada, por el que en 1995 le dieron a su autor el World Fantasy Award  y que en 2002 integró a su libro de cuentos Todo es eventual: 14 relatos oscuros. King (1947), cuyas novelas Carrie (1974) y El resplandor (1977) fueron llevadas al cine y le dieron gran prestigio, es un autor muy sólido, tiene una obra muy grande especialmente destacada en el género de terror y lo fantástico. Su libro Mientras escribo, en el que relata cómo trabaja los textos y algunos de sus trucos literarios, es muy interesante.

Ambos son cortos, 8 y 11 páginas A4 respectivamente. Como siempre, vale la pena leerlos y sacar las propias conclusiones (las comparaciones no serán consideradas odiosas en el ámbito de La Pulpera).
El mérito de señalar las relaciones entre ambos cuentos corresponde a Elvio Gandolfo, al menos yo lo tomé de su prólogo al libro de Hawthorne, ediciones El cuenco de plata.

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