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Edulcorantes – un probado agente de engordeLa publicidad nos manda informaciones engañosas acerca de las ventajas de “ahorrar calorías” y de consumir los productos
light.
En la reglamentación alemana de alimentos balanceados para cerdos,
la sacarina aparece
, bajo el rubro sustancias estimulantes del apetito.
El asunto funciona más o menos así. Cuando comemos algo dulce (azúcar), este pasa rápido a la sangre, donde aumenta su nivel. El páncreas, enterado al mismo tiempo del estímulo “dulce”, empieza preventivamente a fabricar insulina, que se necesita para asimilar el azúcar y mantener su nivel en sangre dentro de límites adecuados.
Cuando una persona ingiere edulcorantes, el mecanismo es el mismo. El nervio gustativo dice “dulce” y el páncreas empieza su trabajo y manda insulina a la sangre -que se encuentra con muy poca azúcar- y pasea por el torrente sanguíneo. El cuerpo espera azúcar y se lo deja ignominiosamente en la estacada. El nivel de azúcar en sangre baja, porque la insulina se ocupa de lo poco que haya. El cuerpo registra ese bajo nivel de azúcar en la sangre y señaliza:
hambre, no pocas veces incluso un hambre compulsiva.
Y esta, por lo general es saciada con algo dulce o comiendo, logrando exactamente lo contrario de lo que se quería.
Es cierto que el cuerpo tiene la capacidad de adaptarse y después de un tiempo de “engaños” no produce tanta insulina, pero reacciona con otros mecanismos, de un modo especialmente “agrio”.
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Llegado acá usted dirá que la sacarina se usa parcialmente y que hay otros edulcorantes más modernos, el aspartamo entre otros. Este tiene otros “efectos colaterales” debidos al contenido de fenilamina, cuyo grado de inocuidad está muy lejos de haberse probado y está especialmente desaconsejada su ingesta por las embarazadas, por posibles alteraciones al desarrollo cerebral del feto. Además está bajo sospecha de ocasionar otra serie de inconvenientes, entre ellos dolor de cabeza y depresión.
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Vale decir que la cuenta con los productos
light no da. Estos productos no cumplen con lo que la clientela espera de ellos: a pesar de estar concebidos de acuerdo con los deseos del asesoramiento nutricional, de la medicina y de la ciencia, no adelgazan. En cambio, se encargan de que nuestro ánimo caiga al suelo.
¡Ay! Los productos
light son en realidad, bien pesados.
Hasta aquí un extracto del capítulo 7 de:
Udo Pollmer y otros,
¡Buen provecho! El lado indigesto de la alimentación sana, Digi ediciones. Buenos Aires, 2002.
Udo Pollmer es Director científico del Instituto Europeo de Ciencias de la Alimentación (EU.L.E.)
Lo que sigue son algunas ideas caóticas, de esas que tiramos como para empezar a charlar sobre un tema en un café o frente a una pava para el mate.
1- Los edulcorantes tuvieron un gran desarrollo industrial a partir del momento en que resultaron más baratos que el costo del azúcar al que reemplazaban. A partir de allí, sólo quedaba imponerlos con publicidad, nuevos desarrollos y un poco de “literatura médica”.
2- No sabemos realmente sus efectos sobre la salud, pero su primer impacto sobre las agencias de publicidad y los “medios” es sin duda positivo para sus finanzas.
3- Confiarse en la información de los medios, en las publicidades encubiertas, en los consejos de los médicos y nutricionistas que se mantienen “actualizados” sólo con los folletos que les alcanzan los APM, es decir los laboratorios / industria farmacéutica, es como que una gallina le pida al zorro consejos para su protección. Aclaremos que también hay algunos médicos que estudian y se informan por otras vías menos manejadas por intereses económicos.
4- La televisión en especial -y los medios en general-, recaudan mucho dinero publicitando-vendiendo comidas y bebidas. Desde que se produjo la apertura del mercado mexicano a la comida chatarra el peso medio de la población aumentó 4-5 Kg y eso en un plazo menor a 15 años.
5- Todo lo dicho aquí debe revisarse y chequearse, pero el sentido común nos dice que el tamaño de las porciones y las cantidades ingeridas, casi con seguridad, están relacionadas directamente con el aumento o disminución del peso. Justamente, en total oposición a las necesidades de la industria y de la publicidad, que como todos saben, consiste en venderle heladeras a los esquimales y naranjas a los paraguayos.

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