
El zorro y las pulgas
El procedimiento que utiliza el zorro para librarse de pulgas y garrapatas es muy simpático y llamativo, digno de un animal de su fina inteligencia.
Cuando se siente molesto por la invasión de sus indeseables visitantes busca un pequeño vellón de lana, lo sostiene entre los dientes y se mete lentamente en el agua de un río o laguna.
Poco a poco, con gran paciencia va haciendo que el agua suba lenta por sus patas y de este modo logra que los indeseables hagan lo mismo, ya que para escapar del agua comienzan a subir por ellas.
A continuación introduce despacio el cuerpo, hasta dejar sólo el dorso y su cabeza afuera, mientras el bicherío se va amontonando sobre el lomo.
Ahí empieza la última fase del desalojo: sumerge despacio el resto del cuerpo desde la cola hacia la cabeza, que es la única que queda al aire, y todos los ocupantes se apiñan sobre ella. Pero como continúa sumergiéndose, se mueven hacia la nariz y luego hacia el vellón que ha cuidado de mantener bien seco. Cuando todos se han trasladado hacia allí, lo suelta con toda su tripulación y sale lo más campante hacia la orilla, a secarse al sol.
Es que el zorro sabe por viejo, pero más sabe por zorro.
Fernando Terreno
Al tema de esta entrada lo tomé de alguien que no consigo recordar, pero está entre mi padre o el escritor Asensio Abeijón, autor de “Memorias de un carrero patagónico” (1974).

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