
José María Gatica: ¡Dos potencias se saludan! ¡Cómo ruge la leonera, General!
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José María Gatica: Pero... si yo nunca me metí en política. Siempre fui peronista.
Gatica (Edgardo Nieva), saluda a Juan D. Perón, que ha ido con Evita, al ring-side a ver una de sus peleas con Alfredo Prada. La segunda es su comentario cuando lo llevan preso después del golpe militar de 1955.
Gatica, el Mono, Argentina,(1993), Leonardo Favio
La película, además de ser una biografía del boxeador es una metáfora sobre el desarrollo, apogeo, caída y destrucción del primer peronismo o una épica del movimiento peronista. Sólo esto sería suficiente para reconocerla como excelente, pero tiene un valor agregado: es uno de los mejores alegatos contra el boxeo que he visto.
Con respecto a las frases, vale la pena decir que el autor de la primera, de difundido uso popular, es un escritor conocido: William Shakespeare; y la segunda es un homenaje de Favio a Osvaldo Soriano, pertenece a su novela No habrá más penas ni olvido y la pronuncia José María López en la película del mismo nombre.
(Dato de José Luis Barisani, que me alcanza la perla de una misma frase dicha en 2 películas. Andrea del blog Ajo y Agua me hizo llegar un caso similar, que está puesto en Frases de película -1- del 27 de junio de 2009)

Reverendo William J. Bryan: La Biblia lo dice claramente: el mundo fue creado el 23 de octubre del 4004 antes de Cristo, a las 9 de la mañana.
Clarence Darrow: ¿Hora del Este o del Oeste?
En la escena del juicio, el especialista en la Biblia pretende derrumbar la Teoría de la Evolución de Darwin apuntando a la fecha exacta de la creación del mundo para los cristianos, mientras el abogado defensor (Spencer Tracy) se burla poniendo en evidencia lo endeble del argumento.
Heredarás el viento, E.E.U.U., (1960), Stanley Kramer
En 1925, en Tennessee, el profesor de secundaria John Scopes (Dick York) fue echado de su cargo, por fanáticos religiosos encabezados por un predicador (Claude Akins), y llevado a juicio por enseñar la Teoría de la evolución de Darwin*.
El juicio real, conocido como “el Juicio del Mono”, dio lugar a un espectacular episodio de la jurisprudencia norteamericana, a una obra de teatro y a su versión cinematográfica, ambas muy exitosas.
La titánica batalla entre el abogado acusador (Fredric March, Oso de Plata en Berlín por este trabajo) y el de la defensa (Spencer Tracy) es una de las partes claves del film. La obra, de finales del macartismo, pone el acento en la oposición entre ciencia y religión y estimula la libertad de pensamiento y la tolerancia religiosa. Su título lo resume a la perfección y está tomado precisamente del Libro de los Proverbios: Aquel que cree disturbios en su casa heredará el viento y el tonto se convertirá en el sirviente del sabio de corazón.
*Todavía hoy (2010) sigue prohibida en algunos estados de ese país.
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