
Nasrudín, es un personaje mítico de la tradición popular sufí, una especie de antihéroe del islam, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las enseñanzas sufíes. Se supone que vivió en Anatolia en una época indeterminada entre los siglos XIII y XV. Las imágenes lo muestran montado en su burro sentado al revés, “para no olvidarse de dónde viene”.
Se trata de una colección de cuentos hindúes, persas, turcos, afganos; otra muestra de la tradicional narrativa asiática más conocida a través de “Las mil y una noches”.
Los cuentos de Nasrudín, también llamados “Cuentos de la ruta de la seda”, tienen como principal ingrediente al humor y a la ironía que se corporiza en la sutil figura de un perdedor. Muchos años después, Buster Keaton y Charles Chaplin tomaron esa característica para sus personajes más famosos.
Acá van dos cuentos cortos como muestra:

1 “Armado”
Nasrudín inició un viaje hacia tierras lejanas, motivo por el cual se consiguió una cimitarra y una lanza. En el camino, un bandido cuya única arma era un bastón, se le echó encima y lo despojó de sus pertenencias.
Cuando llegó a la ciudad más próxima, el mulá contó su desgracia a sus amigos, quienes le preguntaron cómo había sucedido que él, estando armado con una cimitarra y una lanza, no hubiera podido dominar a un ladrón armado con un modesto bastón.
El replicó: el problema fue precisamente ese. Yo tenía las dos manos ocupadas, una con la cimitarra y la otra con la lanza. ¿Cómo creen ustedes que hubiera podido salir airoso?
2 “La olla”
Nasrudín le pidió prestada una olla grande a un vecino con la promesa de devolvérsela. A los pocos días se la devolvió con una olla pequeña adentro. Sorprendido, el vecino le preguntó qué había pasado y Nasrudín le contestó que “posiblemente había tenido familia”.
-Seguramente, -dijo el vecino y se quedó muy satisfecho con las dos ollas.
Volvió Nasrudín a pedirle prestada la olla y el vecino se la entregó muy solícito, pero como pasaban los días y no la devolvía le preguntó por ella.
-Tu olla ha muerto, le contestó Nasrudín.
-No pretenderás que me crea eso, -le replicó airado el vecino.
-No veo por qué. Hace una semana creías que las ollas tenían cría…