
A veces la lista de las cosas que quisiéramos leer es mayor que nuestras posibilidades, -como dice Marta Zander: “¡so many books, so little time!” (¡tantos libros y tan poco tiempo!)-, de modo que podríamos consultar algunas opiniones para que nos ayuden en la tarea. Allá vamos.
¿Cómo escoger un libro? En primer lugar, como lo haría cualquier lector, como alguna vez me dijo Alberto Manguel que operan los lectores: por azar.
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En fin hay que hojear bastante: en materia de libros también es muy cierto aquello de que hay que besar muchos sapos antes de encontrar a la princesa encantada.
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Por eso la crítica, debe surgir de una deuda de amor.
Hablar de un libro malo es inútil, encontrar sus defectos es alardear, presumir de nuestra inteligencia.
La mayoría de las veces pienso que es estéril hablar de un mal libro. Pertenezco al bando de la crítica celebratoria. Quiero dar la buena noticia de un libro valioso.
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Recomendar un buen libro, compartir esa alegría. Dar a conocer princesas encantadas y comerme en silencio unos cuantos sapos. Y sentir una culpa infinita por todos esos grandes libros, esos perfumes, esos bellos gestos, que pasaron por nuestro lado y no supimos ver.
Tribulaciones de un comentarista de libros, por Luis Fernando Afanador
Fragmentos extractados de un artículo publicado en El malpensante, N° 42 /dic. 2002
El apellido del autor me inspiró para copiar/afanar del blog La menor idea http://marcelo-lamenoridea.blogspot.com/ esta lectura seleccionada por el gran G.K. Chesterton en un reportaje:
Periodista: -¿qué único libro elegiría si le abandonasen en una isla desierta?
Chesterton: -"El Manual Práctico para la construcción de barcos", de Thomas.
