
Si se trata de caballos famosos de la historia del turf argentino, nada mejor que traer la letra de esta milonga. Tiene un verdadero listado de los grandes pingos de su tiempo, con la excepción de Gray Fox, el gran rival de Botafogo.
Su autor fue un cantor muy aficionado a los burros, Alberto Gómez, cuyo verdadero nombre era Egidio Aducci. En la década del 30 era tan popular como Gardel y Magaldi, participó en numerosas películas (Tango, Juan Moreira, Las aguas bajan turbias) de gran difusión en México y Cuba, donde embolsó una verdadera fortuna, buena parte de la cual perdió “en las patas de un tungo roncador…”. Había nacido en 1904 y falleció en 1973.

Milonga que peina canas, 1942
Letra y Música: Alberto Gómez
Allá en el tiempo del jopo,
peinao al agua florida,
cuando era linda la vida
y era mi escuela un stud,
nació mi amor por los pingos
con Stiletto y Surprise
y ese amor echó raíces
al llegar mi juventud.
Las chaquetillas famosas
dejaron en mis oídos
frufrú de tiempos queridos
que ya no pueden volver;
y hoy que tengo la cabeza
cubierta por tanta nieve,
con los hijos de Congreve
vuelvo a rejuvenecer.
Milonga que peina canas
y llora por San Martín,
Amianto, Niobe, Porteño,
Cordón Rouge y Pepermint.
Milonga que peina canas
y ablanda mi corazón
como Old Man y Botafogo,
Rico, Lombardo y Macón.
Yo vivo con los recuerdos
de Floreal y Melgarejo,
Mouchette, Omega, Bermejo,
Mineral, Cocles o Ix
y cuando llegue la hora
de dar el último abrazo,
me iré pensando en Payaso
para morirme feliz.
Milonga que peina canas
y está llorando de pena
porque Argentino Gigena*
se fue sin decirle adiós;
nosotros también, milonga,
pensando en tiempos remotos,
con muchos boletos rotos,
tendremos que ver si hay Dios.
*Jockey que murió en una rodada en Palermo en 1911.

Uno de los más grandes y memorables desafíos del viejo turf argentino tuvo lugar en Buenos Aires, en 1918, en el Hipódromo de Palermo. Allí se enfrentaron, “mano a mano”, los dos mejores caballos del momento: Botafogo (un alazán hijo de Old Man) y Gray Fox, un tordillo que le había birlado el Pellegrini (uno de los grandes clásicos) de 1918. Cada propietario aportó diez mil pesos (el monto se destinó a una institución benéfica) pero los pingos corrieron por el honor. Con el hipódromo repleto, Botafogo con la monta de Francisco Arcuri le ganó por varios cuerpos y cerró el pleito para siempre.
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