
Lo cierto es que más tarde o más temprano descarga su fuerza, trae frío y lluvia y refuerza el mito por presencia o por excepción. Este año parece que llegará más puntual que nunca, así los dicen los pronosticadores y lo confirman mis huesos.
En realidad se trata de un temporal de fines del invierno, típico del modo de circulación de los vientos en el hemisferio sur en estas latitudes (entre 20º y 45º). También se desatan en Sudáfrica y en Australia. La ocurrida en 1615 en Lima - Perú, se atribuyó a los rezos y rogativas que había organizado la beata doña Rosa para pedirle a dios que impidiera el desembarco de piratas holandeses y le dio su nombre, para siempre, a cualquier tormenta que ocurra alrededor de esta fecha.
En el Río de la Plata está asociada a una típica tormenta de invierno que se presenta con bastante regularidad. Se trata de un frente frío del sur asociado a alta presión atmosférica que desplaza a uno caliente y húmedo con baja presión, proveniente del norte que ha estado entrando en los días previos. De allí el dicho popular: “a Norte duro Pampero seguro”.
Puntual o no, “la Santa Rosa” ha dejado sus huellas en nuestra historia y en la literatura desde los primeros tiempos. Vamos a repasar algunas:
1- La del 8 de septiembre de 1799 fue una las más bravas que se recuerden, causó estragos en el puerto de Montevideo: 86 barcos entre hundidos y encallados, entre ellos la fragata S.M.C. Santa María Magdalena y la corbeta Descubierta que al mando de Malaspina había dado la vuelta al mundo unos años antes.

El General Beresford se acababa de rendir luego del fracaso de la primera invasión inglesa. La flota británica de apoyo, que cañoneaba a Buenos Aires desde el río, emprendió la retirada pero sólo pudieron huir dos barcos; los demás fueron capturados en navegación, a excepción de la Justine. Con 100 hombres y sus 26 cañones se había acercado mucho a la costa (aprovechando la creciente que provoca el noreste de los días previos) y desde allí diezmaba las defensas con su artillería. Cuando llegó el pampero el río bajó rápidamente y la Justine encalló. Como el viento siguió del sudoeste la bajante continuó, el río se fue y el barco quedó en seco. Así fue como un grupo de caballería pudo tomarla por asalto y la rindió. Debe ser un episodio único en la historia de las batallas “navales”.
3- Desde que comienza el mes de agosto no se oye en el muelle i en las fondas i tabernas del bajo en Buenos Aires hablar de personaje alguno del almanaque que no sea santa Rosa. Los que no están en el secreto…
El nombre de santa Rosa ha perdido entre nosotros su significación celestial, adquiriendo esta otra más mundana ¡tempestad! Que traducida a todos los idiomas quiere decir buques perdidos, hombres ahogados, cargamentos averiados…
En el año 1878, santa Rosa había pasado sin dar motivo a que se le prodigaran los dicterios habituales, los que no por eso fueron menos abundantes ni menos enérgicos…
Pero llegó el 1º de octubre i la santa que por razones de familia había postergado la celebración de su aniversario, sin prevenir a sus admiradores, desencadenó…
Eduardo Wilde, La Santa Rosa en el Río de la Plata, cuento del libro Prometeo y Cía., Ediciones Anaconda, 1938, Buenos Aires
(Médico y humorista argentino, al que le debemos, entre otras cosas, la Ley 1420 de enseñanza laica, gratuita y obligatoria.)
Las dos acotaciones históricas son de:
Alvaro Sires, Pampero – Qué es y cómo enfrentarlo, 1994, Dpto. de Estudios Históricos de la Armada Argentina, Buenos Aires.
La viñeta de arriba es de Periotti. Desconozco al autor de la otra ilustración.
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