1‒ Reminiscencia pampeana
De
las aves que vuelan,
me gusta
el chancho;
de
las flores del campo,
las
empanadas.
2‒ Aturdido
‒ Usted
me confunde, Rosita.
‒ Me
llamo Juana.
‒ ¡No le
digo!
3‒ Cordobés
Padre e hijo asisten a una asamblea donde se discuten temas políticos y
un estudiante, con una definida tonada provinciana, ha dejado a todos
boquiabiertos con sus argumentos y oratoria:
‒Padre, ¿no es un hijo de Córdoba el que habla?
‒Todo buen cordobés ‒lo elogió el padre‒ es hijo
natural de la Elocuencia dejada encinta por el Derecho Romano. ¡Cachorro, descúbrete
ante los tribunos!
En esos tiempos las radios abusaban de la zamba Sapo cancionero y otras
especies autóctonas.
‒Padre, ¿no será el folklore un batracio anacrónico
de color aceituna?
‒Hijo mío, desconfía de los hombres que usan las
guitarras con fines demagógicos. La guitarra patea si le tocan la verija
sensible.
…Ahí está el riesgo de acudir a las metáforas
zoológicas. Hijo, deberás abstenerte de la fauna: muerde o no según el viento
que sopla en la llanura.
5‒ Ironías sobre tangos y malevos
Megafón y el narrador continúan buscando al “taita Flores” y al “pesado Rivera”
en un boliche de Saavedra. Hay una irónica alusión a Borges y sus malevos:
‒ Señores, es inútil darle más vueltas a la calesita.
¡El tango ha muerto!
‒ ¡Estos dos fantasmas han muerto en la literatura!
‒ ¿No se habrá metido por aquí el increíble
George con su musa robot de cables pelados?
‒ ¿La mina era un mosaico, una percanta o una mina
sin caracteres específicos?
La respuesta del parroquiano interrogado es de lo mejor:
‒ ¿Y yo qué sé? ¡Qué lo diga la Real Academia del
Lunfardo!
Todos (o casi) han sido sacados de Megafón o la guerra, de Leopoldo Marechal, libro rebosante de humor e ironía con los mitos y las vacas sagradas del panteón nacional. Por si no lo tienen a Marechal, acá les pongo otra frase de él: Padre de los piojos, abuelo de la nada. ¿Les suenan uno, quizás dos, grupos de rock?
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