jueves, 23 de junio de 2022

Sombras en versos

 




 


 


Seguimos hoy, reuniendo poesías que tienen a la sombra como protagonista.

 

Negra sombra, de Rosalía de Castro

La pérdida y el dolor en el alma gallega reflejados en los versos de Rosalía de Castro con su amorosa reflexión. Fue musicalizada por Xoan Montés Capón en 1892 (hay una versión en galego de Luz Casal) y por Juan Ramón Caro en 2022 (versión de la cantaora flamenca Antonia Contreras).

Amor constante más allá de la muerte, de Francisco de Quevedo

Considerado el mejor soneto de Quevedo, Amor constante es complejo y contradictorio. Comienza con el desgarro de reflexionar sobre su propia muerte para reafirmar en el final que dejarse arder en la pasión amorosa justifica la vida y lo que venga.

La calle y Como quien oye llover, de Octavio Paz

Elegí este breve poema -que no tiene la palabra sombra- porque es muy opresivo y lleno de sombras, de principio a fin. En el otro, del que sólo pongo el principio y el final, estrechamente relacionado con La calle, aparece como cierre, esquiva y poderosa, la sombra.

 

 

Negra sombra, de Rosalía de Castro

 

Cuando pienso que te huyes,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
tornas haciéndome mofa.

 

Si imagino que te has ido,
en el mismo sol te asomas,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.

Si cantan, tú eres quien cantas,
si lloran, tú eres quien llora,
y eres murmullo del río
y eres la noche y la aurora.

En todo estás y eres todo,
para mí en mí misma moras,
nunca me abandonarás,
sombra que siempre me asombras.

Traducción del gallego: Juan Ramón Jiménez

 


Amor constante más allá de la muerte, soneto

Francisco de Quevedo

 

Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra que me llevare el blanco día

y podrá desatar esta alma mía

hora a su afán ansioso lisonjera;

 

mas no de esotra parte, en la ribera

dejará la memoria en donde ardía:

nadar sabe mi llama en agua fría

y perder el respeto a ley severa.

 

Alma a quien todo un dios prisión ha sido

venas que humor a todo fuego han dado

medulas que han gloriosamente ardido

 

su cuerpo dejarán no su cuidado:

serán ceniza, mas tendrán sentido,

polvo serán, mas polvo enamorado. 

 

La calle, de Octavio Paz


Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

 

 

Como quien oye llover, de Octavio Paz

 

Óyeme como quien oye llover,
ni atenta ni distraída,
pasos leves, llovizna,
agua que es aire, aire que es tiempo,
el día no acaba de irse,
la noche no llega todavía,
figuraciones de la niebla
al doblar la esquina,

la noche ya es más noche en la arboleda,
en los follajes ha anidado el rayo,
vago jardín a la deriva
entra, tu sombra cubre esta página.

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