La venta de entradas para espectáculos ha dado lugar a lo largo de la
historia a negocios “non sanctos” y su usufructo por organizaciones para
financiar sus actividades. Con la aplicación de “sistemas computados” la
situación se ha agravado.
Como ejemplo la directiva de Boca Juniors (cuando era Presidente del club ya se imaginan quién...) había derivado ese negocio a parte de la barra brava y de ese modo, las plateas a precios oficiales desaparecían al minuto de habilitarse la venta por internet y luego eran revendidas por la red, Mercado Libre, etc.; o entregadas a Agencias de Viaje que las incluían en paquetes ofrecidos a turistas. Por supuesto que su valor, se multiplicaba por 10 o más, dependiendo del interés del partido y generaba una cifra muy importante de dinero en negro que financiaba diversas actividades, burlaba los controles de recaudaciones y el pago de impuestos.
Ahora han aparecido Sistemas de ventas on-line de entradas y la actividad se
ha concentrado en pocas manos. En el caso de los amantes del teatro, en la
ciudad de Buenos Aires y las principales plazas del país, el tema está casi
monopolizado por Alternativa Teatral, que ha fijado el pago de sus servicios en
el 10% (el viejo y conocido diezmo) del valor de las entradas.
He tenido oportunidad de comprar entradas on-line para teatros en diversos países
y teatros y siempre los costos de estas “comisiones” han sido menores. En España,
Francia y Portugal, hay compañías que prestan el servicio por el 5, el 2 y
hasta el 1%.
Las hay también que cobran una cifra fija, como parece lógico que debiera
ser, dado que el trabajo es el mismo cualquiera sea la entrada a generar.
(Supongo que esto del porcentaje está inspirado en los honorarios -inexplicables- que se fijan
los escribanos).
Para reforzar el tinte teatral a
la entrada, me permitiré recomendar aquí la lectura de un cuento de Isaac
Bábel: Di Grasso.
Pertenece a los Cuentos de Odesa donde se ocupa de narrar el ambiente
picaresco, gansteril y el desarrollo de las organizaciones mafiosas de los
judíos ucranianos en tiempos anteriores a la Revolución.
“Babel amaba estos personajes, esa mafia denodada cuyas claves y lemas estaban
a su alcance; una fauna cuyo lenguaje y cuyos motivos comprendía; de acuerdo con
una mecánica conocida, entre más extremada era su asociabilidad más notorio y enfático
su judaísmo, como sucede en todas las mafias.”, dice Hernando Valencia en el
prólogo.
En el medio de una demostración de amor al teatro el autor inserta, como al
pasar, el tema del “pequeño negocio” que un mafioso de cabotaje había armado
alrededor de la compra y reventa de las entradas.
Se lo puede leer acá:
https://ciudadseva.com/texto/di-grasso/
.
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