Seudo
significa falso. Seudónimo es un nombre falso usado para ocultar el verdadero.
Hay diferentes razones para usar un seudónimo, algunas más atendibles, otras más
perentorias y hasta risueñas. Trataremos de husmear los motivos para la
elección de algunos y dejar volar la imaginación a partir de allí, sin otro
propósito que divertirnos y acrecentar la reunión de datos aparentemente
inservibles.
Empecemos
por el principio: el primer tipo que cambió su nombre fue Jacob. Con la complicidad
de su madre (¡y del mismo Dios!, como se ve después, Génesis 25,19 – 50,21) se
quedó con la herencia familiar que le correspondía a su hermano Esaú, gemelo y
primogénito. Iba rajando con los rebaños y demás bienes rapiñados y se encontró
con Yavhé en persona que a cambio de la adoración/representación exclusiva le
propuso mudar de nombre y de esa manera ser otro: “En adelante, tu nombre será Israel”, le dijo. Ambos pretendían que,
teniendo otro nombre, serían otros en apariencias y podrían disfrutar de lo robado
sin complicaciones ni reclamos. Algo similar a lo que hace nuestro presidente
cuando cambia sus dineros mal habidos poniéndolos a nombre de testaferros, con
“pases de mano” o modificando las sociedades off-shore.
No
vayamos tan atrás para no perder la idea inicial que sería esta: así como tenemos
la teoría de que el autor del crimen siempre deja una huella o algo que lo
delate porque, en el fondo, lo que busca es un poco de reconocimiento, algo que
lo individualice, que indique que se trata de él y no de otro; del mismo modo,
en la elección del seudónimo, estaría la idea de ser alguien distinto, que deje
también saber quien soy realmente o quisiera ser.
Comenzaremos con tres escritores argentinos: Andrés Rivera, Lobodón Garra y César Tiempo.
El primero formó su
alias con el apellido del escritor colombiano José Eustasio Rivera y el nombre
de la calle en que vivía: Andrés Lamas. Hijo del Gral. Agustín P. Justo y de
Ana Bernal, Lobodón lo construyó a partir de la nomenclatura que se daba a los fósiles de animales prehistóricos
(Gliptodón, Mylodón), nombrados en sus primeros “Relatos bravíos de la
Patagonia salvaje y de los mares australes: La tierra maldita”. También usó Agustín Bernal, mezcla del nombre del
padre y el apellido de la madre. El verdadero nombre de Tiempo era Israel Zeitlin. Su seudónimo es un juego a
partir de la traducción de su apellido alemán: zeit tiempo, lin cesar.
El
escritor norteamericano O. Henry y
el revolucionario ruso León Trotsky,
cuyos nombres originales eran Sidney William Porter y Lev Davidovich Bronstein
comparten el mismo origen de sus alias: una estadía en la cárcel, donde tomaron
el nombre de sus respectivos carceleros. El primero, acusado de un faltante de
dinero, lo usó después de cumplir su condena y el segundo, detenido político en
Odesa a los 21 años, fue desterrado a Siberia de donde escapó, dos años más
tarde, con aquel nombre en un documento falso. Y lo siguió usando el resto de
su vida.
Quizás el seudónimo que mejor refleja el irónico humor y el talento de su
autor, es el del escritor Scholem Aleijem.
El autor de Tevie, el lechero (El
violinista sobre el tejado) se llamaba Sholem Yakov Rabinovitsh o Rabinnovitz. El seudónimo significa “la paz esté con ustedes”. El
tradicional saludo judío lo hizo inmensamente popular: “Cada vez que se crucen
dos paisanos, dirán mi nombre al menos un par de veces”. Lo que se dice, un publicista genial.
.
2 comentarios:
Hermosa nota, Fernando.
Jorge Aloy
Gracias Jorge. Aprecio mucho el estímulo de siempre en tus comentarios.
En esta ocasión, también.
Abz
Publicar un comentario