Cuando,
en 1945, emergió “el subsuelo de la Patria sublevado” los oligarcas y sus
imitadores se sintieron ofendidos por “La fiesta del monstruo” e invadidos por “el
aluvión zoológico”. Los “Cabecita negra” aparecieron de la nada, como “La
inundación” y ellos deliraban con la posibilidad de que sus viviendas fueran “Casa
Tomada”. El causante de tanto miedo no era sólo un hombre, también estaba “Esa
mujer”.
Increíble
tanta sensibilidad, que hasta entonces no les había alcanzado para percibir los
peones explotados, el pago en especies, la pobreza espantosa, el trabajo
esclavo.
A
fines de mayo de 2020, los nietos y bisnietos de aquella caterva de vergonzantes
oligarcas, sus imitadores y aduladores han visto despertar nuevamente su sensibilidad exasperada, esa que mantuvieron dormida tanto tiempo, sin ir más lejos
entre el 2015 y 2019: han vuelto a verse invadidos/infestados por un elemento desconocido, un virus que ellos mismos trajeron de sus vacaciones en
EEUU y Europa.
Pasado el desconcierto inicial, ya recuperados gracias a la asistencia del Estado, han delirado con otra nueva infección que les produce grandes escozores y una intolerancia completa.
El
virus que los amenaza “Sinceramente” (se llame Alberto, Cristina, González
García o cualquier otra mutación) no es otro que la posibilidad del sentido
común, de la Solidaridad, de la Democracia, de la Justicia verdadera (no la inodoro Py), de la Soberanía. Este
virus atenta contra la inmunidad de su sistema de privilegios, de mantener esclavos,
de seguir robando, de continuar impunes.
Por eso no dudan en denostar todos los infinitos esfuerzos que se hacen para
contener al verdadero virus de la pandemia. Por eso se embarcan en su campaña PRO muerte.
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