Vayamos a las cosas: pondré algunos epígrafes que me gustan, empezando por uno que eligió Isidoro Blaisten. Dicho sea de paso: ¡Argentinos, a las cosas, a las cosas!, si mal no recuerdo es una frase que dijo Ortega y Gasset en una conferencia cuando visitó nuestro país en 1942 y que podría ser usada aquí como epígrafe.
Las mujeres deseadas y los ideales, ay, se alcanzan.
Adolfo Bioy Casares (Guirnalda con amores)
Este es el epígrafe que eligió Isidoro Blaisten para su cuento Dublín al sur.
Mía es la venganza: yo daré el pago merecido.
Nuevo Testamento (Romanos, 12, 19)
Epígrafe de León Tolstói para Anna Karenina
La superstición trae mala suerte.
Raymond Smullyan (5000 B.C., 1.3.8)
Uno de los epígrafes de Umberto Ecco para El péndulo de Foucault.
Tout será oublié et rien ne será réparé. (Todo será olvidado y nada se reparará.)
Milan Kundera (La broma, 1967)
Los epígrafes son esas frases que los autores ponen al principio de sus
textos con diferentes propósitos. Tan interesantes me resultan que podría escribir
tanto a favor como en contra de su uso. Generalmente se trata de partes
extraídas de otro texto de un autor conocido que, se supone, el escritor coloca
como homenaje. O como clave o pista para orientarnos acerca de lo que vamos a
leer o para confesar sus adhesiones e invitarnos a participar en su cofradía.
Me gustan especialmente aquellas que son verdaderas perlas encontradas y
sacadas a relucir de en medio de textos ya reconocidos por tener luz propia. Y
también aquellas que nos llaman la atención sobre un autor al que no dimos
oportunidad o no conocíamos y, de repente, se presenta interesante y nos deja
con ganas de leerlo.
Por el contrario, me producen rechazo esos que se ponen en el idioma
original, sin traducción, como haciendo gala de una erudición de la que de
entrada descreo o, peor aún, aquellos que son frases insulsas de autores
consagrados y en los que los autores parecen querer escudarse para decirnos que
están jugando en la misma liga que los citados. Me sacan de quicio las citas
apócrifas, las erróneas, voluntarias o involuntarias, porque implican una
desvalorización y burla a los lectores cuando, en realidad, es una confesión
directa del poco rigor de esos autores.
Para terminar, un epígrafe equivocado o mal atribuido. El autor escuchó
cantar el gallo, pero no sabía bien en qué gallinero. Era uno de esos al que,
en ocasiones, el odio lo cegaba.
On ne tue point les idées. (traducida
por DFS como: A los ombres se degüella: a las ideas no.)
Fortoul
Epígrafe de Domingo Faustino Sarmiento para Facundo o Civilización i
Barbarie.
Hay varios artículos referidos al tema, pongo los enlaces aquí:
El civilizador de San Juan,
por José Pablo Feinmann en Página12
https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-71700-2006-08-20.html
Ricardo Piglia, en su novela Respiración Artificial le hace decir a
Renzi, el protagonista: …la literatura argentina se inicia escrita en
francés con una cita falsa, equivocada.
El mismo Piglia habló sobre el tema en sus lecciones en la TV Pública, que
ahora editó Eterna Cadencia en forma de libro y que es imperdible.
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario