De pobres y desposeídos, de clase media, burguesas, aristocráticas
A todo el mundo le interesan los temas de las clases altas, las desventuras
de los pobres no tienen interesados, dijo Woody
Allen comentando su película Blue Jazmine. En principio, el brulote me
causó impresión y rechazo, pero una posterior reflexión sobre el punto dio lugar
a un repaso sobre mis propios gustos literarios y, en especial, sobre las novelas
preferidas. Las sorpresas de esas reflexiones derivaron en esta clasificación “clasista”
de algunas novelas.
Me pregunto por “mis” mejores novelas y sin pensar aparecen: Anna
Karenina (L. Tolstoi), Tierna es la noche (F. Scott Fitzgerald) y El
buen soldado: historia de una pasión (F. Madox Ford).
Estoy al horno, W.A. tiene razón:
·
todas a caballo del siglo
19 y el 20 (1877, 1934 y 1915).
·
los protagonistas oscilan
entre aristócratas y de clase alta.
·
Todas sobre parejas
en conflictos, en lucha por amor, odios, infidelidades, rechazos, dominación,
cuidados; en el marco del malestar de la cultura, del matrimonio y de alguna
otra institución que todavía gozamos y padecemos.
Pero mi razón hurga en busca entre mis admiradas y encuentro enseguida a:
Polvo y espanto (Abelardo Arias), a Zama (Di Benedetto), a El corazón es un
cazador solitario (Mc Cullers) y tantas que trataré de agrupar según la idea
inicial. Desecharé las históricas porque merecen una mirada particular y su
clasificación me resulta complicada
Así que entre “mis” novelas donde el tema o los protagonistas son pobres
o desposeídos recuerdo a: El licenciado Vidriera y Rinconete y
Cortadillo (M. de Cervantes), El corazón es un cazador solitario (Carson
Mc Cullers), Mientras Agonizo (W. Fauklner), Los hijos de Sánchez
(O. Lewis), El camino del tabaco (E. Caldwell), Pedro Páramo (J.
Rulfo), Redoble por Rancas (Manuel Scorza), Hijo de Hombre (A.
Roa Bastos), Shunko (J. Ábalos), La Patagonia trágica (J. María
Borrero) y Los vengadores de la Patagonia trágica (Osvaldo Bayer)
·
resulta evidente que
las primeras tienen su origen en la picaresca española que surgió como respuesta
a las novelas donde todos eran héroes, caballeros y damas hidalgas. De hecho,
las llamaban antinovelas.
·
las norteamericanas
abrevan en las crisis que culminaron con el crack económico de 1929 y las
mejicanas son hijas de los coletazos del país vecino, permanente exportador de
sus desgracias que no de sus riquezas.
·
Las de nuestra
América del Sur, refieren mayormente a hechos puntuales asociados a
explotaciones y saqueos de recursos naturales.
De las “clase media”, aquellas cuyos conflictos o protagonistas le
pertenecen, como decía el gran actor Gianni Lunadei en esas intervenciones
donde encarnaba a un despreciable genuflexo de “clase mierda”, recuerdo en
especial a:
Un pequeño café (Marco Denevi), Boquitas
pintadas (Manuel Puig), Crónica de mi familia (Vasco Pratolini), Sostiene
Pereira (Antonio Tabucchi), Lolita (Nabokov), El lamento de Portnoy
(Philip Roth), La tregua (Mario Benededetti)
·
por su pertenencia de
clase, cercana a la de este bloguero y a sus lectores, resultan duras de
soportar pues nos muestran nuestras peores flaquezas y deméritos.
·
con sus personajes acomodaticios,
tratando de pasar desapercibidos en los laberintos de sus empleos, con poco
donde encontrar algún aspecto positivo o digno de admiración salvo en algún
rapto generalmente desesperado para huir de la alienación que los impregna; se
entiende que Allen diga que “no resulta interesante para nadie”.
Nos quedan las novelas burguesas o sobre la burguesía, entre las que
se destacan las de La comedia humana (Balzac) porque, además de sus grandes
méritos, han sido recomendadas por alguien que de “clases” sabía bastante:
un tal Carlos Marx *. El gatopardo (Lampedusa), El gran Gatsby
(F. Scott Fitzgerald), Madame Bovary (G. Flaubert) pertenecen a esta “clase”.
Y con esta última podemos cerrar estas reflexiones de hoy, volviendo al
principio, ya que Blue Jazmine es, en alguna medida, una versión de la
obra de Flaubert, a quien sabemos que Allen admira y ya homenajeó en otro cuento
suyo: El episodio Kugelmass.
Por otra parte, cualquiera sea la “clase” a la que pertenezca la novela que
llegue a nuestras manos, lo importante es que, si es buena, nos ayudará en el
intento de entendernos y entender el mundo que nos rodea. Y que esa sea,
posiblemente, la única razón por la que leemos novelas.
.
* Para Marx el romanticismo no es solamente una escuela literaria, sino que
es una protesta cultural en contra del capitalismo.
“yo aprendí más sobre lo que es la sociedad burguesa, el capitalismo, etc.,
leyendo las novelas de Balzac que con el conjunto de los historiadores,
economistas e investigadores de estadísticas profesionales de su época”. Marx y Engels – Sobre el arte y la literatura
https://conversacionsobrehistoria.info/2019/05/03/marx-engels-y-el-romanticismo/
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