Interrumpiremos (por ahora) el tema de estas cartas reuniendo otras tres obras, la primera de las cuales podría ser considerada la más emblemática del tipo; a pesar de la opinión contraria de un amigo que considera que, si hay una carta que no debe haber sido leída por quienes corresponde, esa es la Carta de las Naciones Unidas…
Carta al Padre, 1919, de Franz Kafka
(1823-1924)
Cartas de París (Depuis qu'Otar est parti), 2003, película
dirigida por Julie Bertucelli.
Hijo de hombre (capítulo 7), 1960, novela
de Augusto Roa Bastos (1917-2005)
Carta
al Padre,
la carta más leída de los escritores del SXX no llegó a destino. No podía
hacerlo porque no fue enviada, ni siquiera entregada en mano. Kafka la escribió
en noviembre de 1919, era bastante larga para carta, tenía más de 100 páginas
escritas a mano. El bueno de Franz se la dio a la madre, para que a su vez esta
se la diera al padre, pero la mami se la devolvió y la misiva terminó en manos
de una amiga a quien K. se la regaló.
En ella hacía un repaso de las pésimas relaciones que habían tenido a causa de la excesiva rigidez y el autoritarismo con que el tipo manejaba las relaciones familiares. Parece que era un júpiter tunante y la mejor prueba es que nadie se atrevió siquiera a darle el escrito donde le cantaba las cuarenta. Parece el final de “Asamblea de ratones”, de Lope de Vega: – ¿Quién de todos ha de ser / el que se atreva a poner / el cascabel al gato?
En
Cartas
de París el inmigrante georgiano Otar, obrero de la construcción en
Francia, envía cartas –y algo de dinero– a su familia en Tiflis, la capital. Las
tres mujeres: la joven Ada, Mariana su madre y la abuela Eka comparten una vida
dura y a la alegría de esos envíos. Pero Otar tiene un accidente fatal y no se
animan en decírselo a la anciana. Continúan ellas escribiendo las cartas, lo
que termina cambiando sus vidas. Un drama de la inmigración que ya estaba a la
vista hace muchos años.
En
Hijo
de hombre las cartas son lo de menos, la novela es una de las más
bellas maneras de conocer la grandiosa y trágica historia del pueblo paraguayo.
Y de paso aprender algunas cosas del idioma guaraní, con su musicalidad y el
milagro de su dulzura.
En
el capítulo 7, Destinados, Miguel
Vera narra sus cuitas, y las de otros presos, en el Penal de Peña Hermosa a
orillas del Río de las Coronas (nombre original del Paraguay).
Allí
Jiménez escribe largas cartas que nunca envía a su mujer. Justamente su estadía
en esos pagos se debe a que mató a uno que se había enganchado con ella…
Si
prefieren las artes visuales, les comento que fue llevada al cine por Lucas
Demare, en 1961, con un elenco extraordinario: Olga Zubarry, Francisco Rabal,
Carlos Estrada, Francisco Herrera, Adolfo García Grau. Acá se llamó Hijo de hombre pero en otros países fue
titulada La sed.
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