viernes, 17 de septiembre de 2021

Cartas que no llegaron -2-



 

Seguimos con 3 obras basadas en cartas cuyo destino fue incierto o no alcanzado:

 

            Cartas a Goya, 2019, mezcla mestiza de novela gráfica/epistolar de Lorenzo Lolo Amengual

Olga, 2018, novela de Bernhard Schlink

            Herzog, 1964, novela de Saúl Bellow (1915-2005)


 

Cartas a Goya es una selección de 25 misivas al pintor que incluyen, además, 25 copias de Caprichos originales y 25 “versiones actualizadas” hechas por Amengual. El autor ha escrito unas 82 cartas al pintor casi doscientos años después de su muerte. Al ser consultado -confieso que con sorna- por mí, acerca de si Don Paco las había contestado, recibí esta repuesta: “No ha contestado ninguna pero tengo indicios de que las ha leído a todas. Las ha respondido con otros Caprichos”.

En síntesis, una deliciosa muestra de humor, curso de bellas artes y recorrido por los monstruos que acompañaron a los autores, curiosamente tan actuales a pesar del paso tiempo.



 

Olga es la historia de una gran mujer, humilde, que se enamora de alguien de una clase social superior, por lo que deben mantener su amor entre la clandestinidad y la distancia. Sobrevive a dos guerras mundiales y muere en forma llamativamente temeraria.

Narrada en tres partes, la primera por un narrador omnisciente, la segunda en primera persona por un joven de una casa donde ella trabajó en quehaceres domésticos, y la tercera, la más interesante en su relación con el tópico que estamos viendo, en forma de cartas. Cartas que envía durante años a su amado Herbert, sin respuesta y donde ella, que termina vieja y sorda, muestra su inmensa capacidad de resistir.

“Es una historia de amor que se desarrolla en el interior de las sombras de la historia de Alemania”, dice el autor. Tal cual: Herbert entra en el ejército y se mete en cuanta expedición colonialista puede; la última al Ártico, donde encuentra la muerte. El hijo colabora con el nazismo. Justamente a ella, a la que le cuesta tanto todo, le toca un mundo así, del cual, aunque quisiera, resulta imposible desprenderse.

 

No he leído Herzog, pero está señalada como un ejemplo paradigmático de este grupo. Y así parece, está escrita como un montón de cartas que el bueno de Moses Herzog escribe a dios y a María Santísma (incluso tiene a Spinoza y a Nietzche entre sus destinatarios) pero no las envía. 

No pude resistir la curiosidad y di una pasada a varias de sus páginas: están llenas de frases y pensamientos que se podrían poner en un cuadrito pero, personalmente, el tema del judío norteamericano culposo me tiene harto. Sobre todo después de leer a Philip Roth o ver las pelis de Woody Allen, ambos insuperables (aunque Herzog sea anterior).

De todos modos, y sacando el aire autobiográfico de la novela, el tipo obtuvo el Premio Nobel en 1976 y es considerado uno de los autores más relevantes de de su tiempo.

 

Continuará…

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