viernes, 26 de junio de 2020

Con el mismo cuento 58 – Paul Auster y David Constantine



Fantasmas, 1986, novela corta de Paul Auster, (1947).
In another country, 2001, cuento de David Constantine, (1944).

La relación entre las obras reunidas hoy tiene significativas coincidencias: la aparición en los Alpes del cuerpo congelado de un joven esquiador muerto hace décadas, intacto y el golpe que esto provoca en sus actuales deudos, para los que el tiempo ha seguido pasando.
Ambos autores tejen su obra con maestría, en el caso de Constantine, el tema es el núcleo central a partir del cual se despliega el resto de la narración; por el contrario, en Auster es una divagación lateral.
En Historias encontradas, 2009, Selección de Eduardo Berti, hay cien hermosos fragmentos con historias “sembradas por sus autores en el mar de un texto más amplio”. Una de ellas, Un cuerpo en el hielo, es esta parte de la novela de Paul Auster


In another country fue llevada al cine en una exitosa película: 45 Años, con Charlotte Rampling y Tom Courtenay.
Un hombre casado desde hace décadas recibe un aviso oficial del gobierno suizo informando el hallazgo del cadáver congelado de una mujer que fue su novia, desaparecida en accidente de montaña en 1962. El hielo ha conservado intacto su cadáver.
45 años cuenta cómo se instala ese fantasma en la apacible vida de la pareja e infecta la relación poniendo en cuestión toda su amorosa vida. 

Un cuerpo en el hielo (frag. de Fantasmas)
…hace veinte o veinticinco años desapareció un hombre que estaba esquiando, tragado por una avalancha y su cuerpo nunca fue recuperado. Su hijo, que era un niño entonces, creció y también se hizo esquiador.
… el hijo encontró un cuerpo en el hielo, un cadáver, absolutamente intacto, como preservado en animación suspendida. Por supuesto, el joven se detuvo a examinarlo y al agacharse para mirar la cara del cadáver tuvo la clara y aterradora impresión de que se estaba mirando a sí mismo. Temblando de miedo…

La trilogía de Nueva York, Paul Auster, Ed. Anagrama, Ciudad de Cristal (1985), Fantasmas (1986) y La habitación cerrada (1987).
Historias encontradas, Selección de Eduardo Berti, 2009 Eterna Cadencia Editora
In Another Country - Selected Stories, David Constantine, reunión de 16 cuentos, 2015, Comma Press. El cuento que da título al libro se publicó por primera vez en 2001, en The Reader.  
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lunes, 15 de junio de 2020

Humor del bueno (Robos a Marechal)


1‒ Reminiscencia pampeana
            De las aves que vuelan,
            me gusta el chancho;
            de las flores del campo,
            las empanadas.

2‒ Aturdido
‒ Usted me confunde, Rosita.
‒ Me llamo Juana.
‒ ¡No le digo!

3‒ Cordobés
Padre e hijo asisten a una asamblea donde se discuten temas políticos y un estudiante, con una definida tonada provinciana, ha dejado a todos boquiabiertos con sus argumentos y oratoria:
‒Padre, ¿no es un hijo de Córdoba el que habla?
‒Todo buen cordobés ‒lo elogió el padre‒ es hijo natural de la Elocuencia dejada encinta por el Derecho Romano. ¡Cachorro, descúbrete ante los tribunos!

4‒ Folklore
En esos tiempos las radios abusaban de la zamba Sapo cancionero y otras especies autóctonas.
‒Padre, ¿no será el folklore un batracio anacrónico de color aceituna?
‒Hijo mío, desconfía de los hombres que usan las guitarras con fines demagógicos. La guitarra patea si le tocan la verija sensible. 
…Ahí está el riesgo de acudir a las metáforas zoológicas. Hijo, deberás abstenerte de la fauna: muerde o no según el viento que sopla en la llanura.

5‒ Ironías sobre tangos y malevos
Megafón y el narrador continúan buscando al “taita Flores” y al “pesado Rivera” en un boliche de Saavedra. Hay una irónica alusión a Borges y sus malevos:
‒ Señores, es inútil darle más vueltas a la calesita. ¡El tango ha muerto!
‒ ¡Estos dos fantasmas han muerto en la literatura!
‒ ¿No se habrá metido por aquí el increíble George con su musa robot de cables pelados?
‒ ¿La mina era un mosaico, una percanta o una mina sin caracteres específicos?
La respuesta del parroquiano interrogado es de lo mejor:
‒ ¿Y yo qué sé? ¡Qué lo diga la Real Academia del Lunfardo!


Todos (o casi) han sido sacados de Megafón o la guerra, de Leopoldo Marechal, libro rebosante de humor e ironía con los mitos y las vacas sagradas del panteón nacional. Por si no lo tienen a Marechal, acá les pongo otra frase de él: Padre de los piojos, abuelo de la nada. ¿Les suenan uno, quizás dos, grupos de rock?
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miércoles, 3 de junio de 2020

Soledad, Solo

En estos días, de sanitario y solidario aislamiento, esta palabra ha ido pasando en nosotros por muchos de sus significados (estar sin nadie cerca; juego de naipes; baile, paso, juego sin pareja; música o canto de un instrumento o voz, etc.).
Pero el sentimiento profundo que nos embarga en ocasiones (con o sin pandemia) asociado con esa palabra es difícil de expresar salvo para artistas y poetas.
He seleccionado unos fragmentos de las obras que me parecen más bellas y conmovedoras que se han escrito sobre el tema. Abajo están los enlaces para escucharlas en versiones igualmente hermosas.         

Solo, canción
Solo

Como al aclarar está el lucero,
Como el ojo pálido del cielo
Va girando en la órbita lunar.
Solo
Como el primer hombre de la tierra,
Como el último lobo de Inglaterra,
Solo
Como un grandioso golpe de la suerte,
Como cada uno frente a su propia muerte,
Solo como un ángel exterminador.
Solo
Como un dios que niega sus criaturas,
Como el que dio color a su locura
Y pintó los cuervos y el trigal.
Solo
Como si fuese un animal eterno
Clavado en la puerta del infierno,
Así estoy en el mundo sin tu amor.

Martirio, tango
Solo...
¡Increíblemente solo!...
...
¡Pavorosamente solo!...
Como están los que se mueren,
Los que sufren,
...
Hoy... mañana...
Siempre igual...

Soledad, tango
Yo no quiero que nadie a mí me diga
que de tu dulce vida
vos ya me has arrancado.
Mi corazón una mentira pide
para esperar tu imposible llamado.
Yo no quiero que nadie se imagine
cómo es de amarga y honda mi eterna soledad,
en mi larga noche el minuto muele
la pesadilla de su lento tic-tac.

Solo, 2005, letra y música de Jorge Fandermole
Martirio, 1940, letra y música de Enrique Santos Discépolo. Párrafo aparte sobre el apellido del autor: si este es el discépolo cómo será el maestro.
Soledad, 1934, letra de A. Le Pera y música de C. Gardel

Solo, por Jorge Fandermole:
Por Edmundo Rivero:
Soledad, por Carlos Gardel aquí:
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