miércoles, 28 de octubre de 2020

Cafés literarios (III)

 


 

Café Americain – Amsterdam, Holanda

Una hermosa muestra del Art Decò, discreto y amplio. Tan amplio que, además de las habituales, tiene una mesa grande para lectura de diarios de uso compartido. La mesa lleva el nombre del novelista  Harry Mulisch (1917-2010), que todos los días cruzaba la calle –vivía al frente– y se instalaba a leer y escribir. Se ve que la inspiración lo agarró desprevenido en algunas ocasiones: hay partes originales de sus obras escritas en los menús del café. Entre sus libros se destacan El descubrimiento del cielo y el drama El asalto, que fue llevada al cine y ganó un Oscar en 1986.

 

La Closerie des Lilas – París, Francia

Abrió sus puertas en 1847.  El lugar actual guarda “un eco adormecido, confuso y vago” del que fue refugio de las vanguardias y sus desvaríos, de la flor y nata de los políticos,  artistas e intelectuales que hicieron un poco mejor este duro mundo.

Aun así merece visitarse, ir a los baños, cuyos espejos reflejaron los rostros de Lenín, Baudelaire, Simone de Beauvoir, Sartre, Fitzgerald, Gertrude Stein, Picasso, Zola y sentarse a las mesas, cada una de las cuales tiene una plaquita que los recuerda.

Si tuviera que elegir alguna obra literaria relacionada con él, dudaría entre F. S. Fitzgerald (Tierna es la noche), John Dos Passos o Sartre.

 


Café Tortoni – Buenos Aires, Rep. Argentina

Por “sus mesas que nunca preguntan” pasaron tantos y tan grandes artistas que podemos decir que aquí se sentó La Historia. Es el más antiguo de Buenos Aires, 1858, pero su estilo francés actual data de una remodelación que en 1898 hizo el Arq. Christensen. Quinquela Martín, Alfonsina Storni, Gardel, Rubistein, Quiroga, Panizza, García Lorca, Einstein, Pirandello, Juana de Ibarbouru, Fernando Fader, dejaron aquí sus huellas, que caminamos todos los argentinos y abren los mejores caminos de nuestro ser.

La gran Eladia Blázquez compuso un tango en su homenaje con versos de Héctor Negro: Viejo Tortoni. Allí se nombra a muchos de nuestros queridos artistas. Para todos ellos, los nombrados y los que quedaron escondidos entre los recuerdos, vayan estos cariños que dejo aquí.

 

Café Americain – Leisekade 97 – Amsterdam

Closerie des Lilas –171 Boulevard du Montparnasse –Paris

Café Tortoni – Avda. de Mayo 825 – Buenos Aires

.

lunes, 19 de octubre de 2020

Con el mismo cuento 60 - Ibsen, Eichelbaum


Espectros, 1881, pieza teatral de Henrik Ibsen, (1828-1906).

La  mala sed , 1920, pieza teatral de Samuel Eichelbaum, (1894-1967).

Pájaro de barro , 1940, pieza teatral de Samuel Eichelbaum, (1894-1967).

 


La relación entre las dos primeras la señaló María Araceli Laurence en su tesis: “La emergencia del drama moderno en la dramaturgia de Buenos Aires 1900-1930”. Allí estudia la amplia influencia de Ibsen y Strimberg en nuestro país. He agregado la otra, porque me parece que cierra con buen ajuste la adaptación temática.

Las obras coinciden en que las cosas ocultas por diferentes mecanismos: por hipocresía, por doble moral, por motivos religiosos, herencia o simple resignación; impiden el goce de vivir y la realización plena de las personas, terminando en sufrimientos y muerte.

También reflexionan sobre si hay un destino inexorable del que es imposible escapar o es la persistencia en la repetición del pasado lo que impide que encontremos nuevos y mejores caminos de emancipación y realización personal.

En las tres hay un dúo de mujeres protagonistas: la Señora Alving y Regine, María Elena y Elsa (podríamos sumar a Esther), Doña Pilar y Felipa.

Creo que allí está todo el feminismo de Ibsen, porque en su empeño en equilibrar los personajes no siempre las deja bien paradas.

La maestría de los autores surge en todo momento y lo que más me ha impresionado es que ambos han conseguido crear un habla/lengua para cada personaje que, con el paso del tiempo, adoptamos como natural. Las burguesas y las criadas de los fiordos noruegos y de las pampas argentinas hablamos así… ¡medio siglo después! Ese milagro de credibilidad sólo lo logran los grandes.

 

Espectros tiene tres actos y dura un día desde la mañana hasta el amanecer del siguiente. La viuda Alving vive sola con su criada Regine en el pueblo de Rosenvold. Recibe a su hijo artista, Osvald -a quien envió a Paris cuando tenía 7 años- y al Pastor Manders, para la inauguración de un Hogar para mayores que ha construido en honor de su esposo, hombre prominente de la comunidad.

La charla con el pastor, que iba a ser para arreglar detalles de su cargo de Administrador de la Fundación, termina sacando a la luz todas las mentiras y reproches que han mantenido ocultos: el Capitán Alving era un amoral, disoluto y ella quiso abandonarlo por el propio Manders que la rechazó para seguir con las apariencias. Para complicar las cosas, la criada es hija de su marido, sifilítico, anotada como de otro padre a cambio de dinero. En la previa a la ceremonia el Hogar se incendia por impericia del Pastor y se destruye.

Osvaldo, que ha intentado seducir a la criada, confiesa a su madre que tiene un diagnóstico de heredosífilis, pero cree haberla contraído por su vida sin freno en Paris. La enfermedad está en un estado avanzado, posiblemente terminal. Para terminar la velada, a la sífilis y el incesto se agrega la eutanasia: Osvaldo sufre un ataque y le pide a su madre que le suministre la droga que ha traído como ayuda para bien morir.

En ese día todo se ha desmoronado, ningún personaje se salva, todos son aprovechadores, interesados o acomodaticios, empezando por los burgueses Alving, el representante del clero Manders y los proletarios Regine y Engstrand, el hombre que le dio su apellido.

 

La  mala sed también tiene tres actos. En una familia de clase media alta el reciente matrimonio de Atilio y Elena tambalea por la conducta de éste, que se ve “impulsado” a ir de juerga todas las noches con “malas” compañías. Elena pide a Don Guillermo, el pater familiae, que interceda ante el hijo, pero este le reprocha que él hizo lo mismo en su tiempo.

Mientras tanto, el casamiento de otra hija, Esther, sufre postergaciones por las dudas que genera en su novio la actitud “liviana” de la muchacha que lo seduce y tiene relaciones sexuales con él.

Al resultado negativo de las gestiones de Don Guillermo ante su hijo se suma la complicación de que él mismo se interesa por Elena, pretende seducirla y recibe un rechazo de la muchacha.

Esa noche, de vuelta a su casa sin haber conseguido su objetivo, se encuentra con todos los problemas juntos. Su esposa lo pone al tanto de la confesión de la hija, el tiene noticias de las reincidencias del hijo que se suman al rechazo por parte de la nuera y mientras madre e hija discuten, se suicida con un tiro.

 

Pájaro de barro transcurre en la campiña entrerriana. Doña Pilar, española, viuda y vuelta a casar, mantiene a Juan Antonio, escultor, hijo de su primer matrimonio. Toma como criada a Felipa para que le ayude con las tareas domésticas, en especial la cocina, motivo de frecuentes reclamos por parte del zángano de su marido italiano.

El muchacho, que es bastante mujeriego, es motivo de atracción de las chicas del lugar que van a comprar verduras a la quinta de Doña Pilar. El picaflor liba en muchas flores pero no se interesa por ninguna.

La obra tiene tres actos y un prólogo. Esto es una maravilla porque funciona como esos adelantos que dan suspenso e interés en las series actuales. En este caso, el prólogo es la escena de una relación sexual consentida entre Felipa y Juan Antonio, dos desconocidos hasta entonces.

Ella desarma un casamiento a su conveniencia  por el amor que siente por el desconocido. Lo busca, se conchaba en su casa y la cosa sigue con el descubrimiento de que ha quedado embarazada de aquella relación.

Al ver a la criatura, Doña Felipa no tarda en deducir quién es el padre y obliga a Juan Antonio a que se case con ella, “como Dios manda”. La muchacha se niega, repitiendo el mandato de “parir huérfanos” que parece ser el sino de su condición de sirvienta.

 

¿Suenan a melodramas? Sí, lo son. Pero son mucho más que eso. Tengo mis dudas sobre si fueron obras revolucionarias buscadas como tales por sus autores. Por ellos o a pesar de ellos, lo son.

.