El
tierral lo venía anunciando hacía rato pero, cuando el colectivo se detuvo
frente al Cine-Teatro Central y los
mismos artistas empezaron a bajar telones, decorados, vestuario, ruedas de
auxilio y todo lo que pueda imaginarse, recién ahí la gente del pueblo sintió
que la felicidad estaba asegurada.
“Esta Noche en La Playosa, la rutilante Compañía Radioteatral que encabezan Jaime Kloner y Ana María Alfaro (con todas sus estrellas) presenta –El León de Francia– de Roberto Valenti y Adalberto Campos. ¡Sensacional ÉXITO por LV2 Radio Córdoba!”
La escena se repetía por toda la zona.
“Hoy 29
de octubre de 1951, en el Cine Edison de
San Jorge se presenta la Compañía de Radioteatro de Bernardo de Bustinza con la bonita obra de Juan Carlos Chiappe: Nazareno Cruz y el lobo.” La diferencia estaba en que esta salía al
aire por LT8 de Rosario.
Los radioteatros
copaban la siesta, y las fantasías que esas voces desataban tenían una
oportunidad de corporizarse cuando los elencos salían de gira y llevaban la obra
de pueblo en pueblo. Hasta ese momento, había que conformarse con escucharlos
por la radio en interminables capítulos. Rodolfo, El León de Francia, luchaba
durante 83 emisiones con el malvado Felipe de Borgoña, pero terminaba por
derrotarlo y quitarle todo, mujeres inclusive.
De todo
eso quedaba una milagrosa adaptación que condensaba la obra en menos de 2 horas
y una gran cantidad de varones bautizados Rodolfo. No encontrabas un Felipe en
10 leguas a la redonda.
Entre
1935 y 1970 descollaron en Córdoba y Santa Fe las voces de: el maestro Jaime Kloner, Bernardo de Bustinza,
Federico Fábregas, Ana María Alfaro, Norberto Blesio, Zulma Laurenz, Alfonso
Kanki, Aldo Barbero, y Alfonso Amigo. No sólo de reyertas monárquicas
trataban las obras, la gran mayoría tenía motivos gauchescos o costumbristas: Juan
Moreira, Martín Fierro, Mate Cosido, Santos Vega; Fontezuela, el forastero que
llegó una tarde y Fachenzo, ¡el maldito!
Esta
última me produjo un gran impresión cuando la vi porque terminaba con un asesinato
a cuchillo en escena. Anduve varios días dudando si lo que había visto era
figurado o real.Años después, en el 2009, en una revista de mucha circulación en Perú leí este artículo tan amorosamente escrito que lo reproduzco textual. Como no indicaba el autor me limito a agradecerle y decirle que me hubiera gustado haberlo hecho yo. Se ve que no he sido el único cautivado por la historia de Fachenzo.
Albina, cocinera
oficial de nuestra casa y santa patrona de nuestros estómagos y digestiones,
era huraña y malhumorada, pero extraordinariamente simpática cuando le
funcionaban bien sus hormonas. Manteníamos con ella una pacífica relación de
amor-odio que solo se veía alterada cuando Albina escuchaba a Bernardo de Bustinza. Este personaje
lograba crear una burbuja ajena a todo lo que habitualmente ocurría en la casa.
No nos visitaba físicamente, pero su voz inundaba la cocina, donde solíamos
reunirnos para escucharlo. Albina se encandilaba con las radionovelas de
Bernardo de Bustinza y nos imponía un silencio religioso. Transgredir las
normas de la santa patrona de la cocina podía provocar el exilio inmediato, y sin
miramientos, del transgresor. Nunca hubo necesidad de que Albina ejerciera sus
despóticos derechos sobre el territorio que gobernaba pues Bernardo nos
cautivaba a todos, menos a mis padres, que preferían conversar o escuchar
música o, en todo caso, permanecer lo más alejados posible de donde sonaban las
tonantes voces del aparato de radio. La cumbre de todos aquellos momentos
mágicos vividos en la cocina la constituyó la aparición del todopoderoso y
perverso “Fachenzo ¡¡¡EL MALDITO!!”. Lo escribo, como lo recuerdo, con
mayúsculas. Aunque, en realidad, las mayúsculas emocionales de mi memoria no
caben en esta pequeña columna. ¡Qué malo es ese Fachenzo, por Dios y la
Virgen!, comentaba Albina. Cuánta rabia le teníamos. Cómo nos sacaba de quicio
y cómo nos hacía desear que alguno de los otros personajes, buena gente ellos,
le diera la paliza monumental que estaba mereciendo.
http://peru21.pe/impresa/noticia/albina-cocina-fachenzo-maldito/2009-11-28/262088
¡Gracias corazones amigos!
Con esta frase abría su programa de radio Juan Carlos Chiappe, el más prolífico autor
de obras de radio teatro argentino.
¡Mamarrachito mío!
Frase que inmortalizó Oscar
Casco, el gran galán de radioteatro porteño.En la foto de arriba Jaime Kloner y Ana María Alfaro. En la de abajo, Oscar Casco.
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