miércoles, 25 de octubre de 2017

Con el mismo cuento 44 – Encuentros ficticios de personajes célebres


Reunir a personajes célebres en una ficción ha tentado a muchos escritores. Este es el eje central de los títulos de hoy, separados en dos grupos: aquellos encuentros que tuvieron lugar y los que, por diferentes motivos, no ocurrieron: sus protagonistas nunca se conocieron personalmente.
No he puesto ningún ejemplo de un tercer grupo: aquellos que no podrían haberse conocido por pertenecer a épocas distintas. Si algún lector tiene presente algún título de este tipo, será bienvenido.

Copenhague, 1998, obra de teatro de Michael Frayn
El encuentro de Guayaquil, 2005, obra de teatro, de Pacho O’Donnell
Cardenio, 2016, novela de Carlos Gamerro

Los tonos del diablo (The devil’s mode), 1989, relatos, de Anthony Burgess (1917-1993)
Evita y Victoria, comedia patriótica en tres actos, 1990, obra de teatro de Mónica Ottino
El poeta y el pintor, 2014, de Ana Rodríguez Fischer

Copenhague
En 1941, plena Segunda Guerra, el físico alemán Werner Heisemberg –que lideraba las investigaciones atómicas alemanas– fue a Copenhague a visitar a su maestro Niels Bohr. A partir del año siguiente este se radicó en EEUU para trabajar en el proyecto Manhattan y desarrolló la bomba atómica norteamericana. El misterio en torno a lo que conversaron es el núcleo de la trama.

Guayaquil
El encuentro entre José de San Martín y Simón Bolívar, el 26 de julio de 1822, es uno de los momentos de la historia de los que poco se sabe y sobre el que se nos ha mentido mucho, a través de Mitre y sus secuaces/continuadores. A partir de una investigación rigurosa, y del análisis de la situación política, relata lo que pudo haber sucedido y conversado entre ellos con, probablemente mayor verosimilitud que las versiones escolares.

Cardenio
En 1612 John Flechter propone a Shakespeare escribir a dos manos una obra basada en un personaje que aparece en Don Quijote. Cardenio es, realmente, una obra “perdida” de Shakespeare que hace tiempo se está buscando, de la que se conoce el argumento (y ahora parece que hubiera aparecido.)
Gamerro toma esa trama en modo muy interesante y la duplica al entretejerla con la historia del mismo Fletcher, traicionado junto con su socio Beaumont por la esposa que compartían en una “unión triangular utópica”.
El punto en cuestión sería la exploración de los límites que el amor pone a la amistad, o de otro modo, las disputas entre nuestros deseos y la virtud impuesta como imperativo social.
Pero para hacer con eso una comedia de enredos o una novela se necesita el talento que los autores muestran en ambas obras “tocayas”.

Encuentro en Valladolid (uno de los relatos de Los tonos del diablo)
España agasaja a una delegación británica. Shakespeare, Lope, Cervantes y otros miembros del parnaso inglés y español del Siglo de Oro forman parte del encuentro.
“Will” va a ver una corrida de toros en Valladolid. El picadero y su asistente son Don Quijote y Sancho. Los compara con sus Hamlet y Falstaff, que nunca se hubieran permitido salir de su encierro libresco. Mientras el toro despanzurra a un caballo al que le salen las vísceras por todos lados, reflexiona sin poder creer que: “…esta gente considera a Tito Andrónico un baño de sangre inaceptable”.
Fina e imperdible mezcla de ironía, humor inglés e intertextualidad.

Evita y Victoria
La conversación entre ellas se representó durante 6 años seguidos, de 1992 a 1998 en Buenos Aires.

El poeta y el pintor
Hipotético encuentro entre Góngora y El Greco, de la profesora de Universidad de Barcelona Ana Rodríguez Fischer.

Para leer Encuentro en Valladolid hacer clic en este enlace (ir a las páginas 18 a 21)

o acá:
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lunes, 16 de octubre de 2017

Títulos repetidos 10 – El Centinela

Alejandra Zina y Arthur Clarke


El centinela, 1948, Arthur Clarke. Publicado en 1951 en The Avon Science Fiction con el título de Centinela de la Eternidad.
El centinela, 2013, Alejandra Zina. El relato se publicó en la antología Osario común de la Editorial Muerde Muertos, Buenos Aires, 2013 y luego en el suplemento Verano12 del diario Página12.


El Centinela de Clarke, sorprende por haber sido escrito casi 20 años antes de la llegada a la Luna y 10 antes del lanzamiento del Sputnik. Luego del fracaso inicial se hizo muy conocido por haber sido incluido en una parte de la película de Kubrick 2001 Odisea del espacio. Un derroche de rigor científico y a la vez de una gran ternura e ingenuidad filosófica.

No dudo en poner a El centinela de Alejandra Zina entre los mejores cuentos de la literatura argentina. Muestra la indestructible y ominosa presencia del pasado en una pareja y, a la vez, en la de todos, en especial de nosotros, los argentinos. Una joya.

Se pueden leer en estos enlaces:


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sábado, 14 de octubre de 2017

Bandera Argentina - Antecedentes


Los navíos de las flotas radicadas en el Mar Adriático hacia 1804 llevaban este prospecto de las “Banderas de todas las Naciones” a fin de reconocer el origen los barcos de guerra o mercantes con que se cruzaban.
Sorprende que, en la primera línea, haya unas muy parecidas a la Bandera Argentina.
Pertenecían al Reino de Etruria ‒el antiguo Reino de Toscana‒, creado durante las guerras napoleónicas y que existió entre 1801 y 1807.

Napoleón desalojó al Rey de Toscana, acordó reemplazarlo por  Luis de Borbón, sobrino de la Reina María Luisa de España y cambió el nombre a sus dominios. El tratado de creación del nuevo Reino de Etruria y de una flota conjunta para luchar contra Inglaterra fue firmado por su hermano Luciano Bonaparte y el español Manuel Godoy cuando ya los franceses habían desalojado del poder al italiano Fernando III.
Hacia 1807 Francia se lo adueñó definitivamente, le devolvió su antiguo nombre  y Napoleón nombró a su hermana Elsa como Gran Duquesa de Toscana. En 1814, con la restauración, los napolitanos desalojaron a los franceses y repusieron al antiguo rey.

Si se observa el dibujo con detenimiento, se verá que la primera línea está reservada para la República Francesa y los reinos de Etruria y el Piamonte. La segunda para España, Inglaterra y Austria. Portugal está en la tercera y los Estados Unidos de América en la cuarta.
Podemos colegir que el General Manuel Belgrano, que estaba estudiando por esos pagos en aquellos años, tenía conocimiento de la existencia de esa bandera y seguramente simpatía por ella. Eran colores y banderas que representaban a los borbones.
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Favor hacer clic en la foto si quieren verla en detalle.

domingo, 1 de octubre de 2017

Marco Polo - Italo Calvino

Ciudades invisibles y complicadas


Cuando Marco Polo contó sus viajes -donde trajo por primera vez noticias de China, Japón y Mongolia- creó un nuevo género literario e inspiró  numerosas continuaciones, entre ellas La ciudades invisibles de Italo Calvino. Había nacido en Korčula, una ciudad fundada en la Edad Media bajo el dominio de Venecia.
La ciudades invisibles es una serie de relatos cortos donde Marco Polo le describe a Kubalai Kan –descendiente del Gengis Kan, Emperador de los Tártaros/Mongoles– la organización y la forma de las ciudades que ha visitado como su embajador.
Con los informes de Marco Polo, Kubalai Kan intenta entender qué son las ciudades, por qué tienen esa forma, qué principios rigen su diseño. La tarea no es menor y desata muchas reflexiones.

Lo mismo podríamos preguntarnos nosotros: ¿Qué es la ciudad hoy? ¿Qué intentaron ser o fueron? ¿Son una oposición entre vida nómade y sedentaria? ¿Una consecuencia de la transformación de la vida rural? ¿Cómo surgieron las megalópolis? ¿Por qué la ciudad está en crisis?
Las dificultades y contradicciones para entender el tema están  implícitas en los orígenes y la historia de la palabra misma, otro ejemplo de la dualidad de las palabras que nos vienen del indo-europeo y que significan tanto una cosa como su contrario.

En las lenguas eslavas ciudad se dice Grad (Gorod en ruso). Novi Grad, Stari Grad, Stalingrad, Novgorod, Volgograd son típicos ejemplos.
Grad viene del latín Gradus, que significa paso, escalón, peldaño (en italiano escalones se dice gradini). Y aparece lógico, porque las ciudades se construyeron alrededor de fortalezas y castillos o en lugares escarpados que necesitaban muchas escaleras para el acceso.
De aquí también deriva la palabra progreso, un concepto asociado a mejoras y a bienestar (de gradus, el verbo gradior, gressus, progreso, ingreso, entrada.)

Hasta acá todo va para adelante y arriba, pero sucede que gradus viene de la partícula indoeuropea grad que significa marcha lenta, por oposición a la partícula kur que significa marcha rápida. De kur derivan cursar y carrera (de allí viene que tomamos un “curso” para hacer una “carrera” universitaria o lo que sea.)
De modo que en el origen de ciudad, que es un asentamiento sedentario donde nuestros ancestros dejaron de deambular como nómades, está la palabra que denotaba caminar, marchar, ir hacia adelante.
¿Cómo no van a ser difíciles de entender las ciudades si la palabra significa caminar y quedarse parado a la vez?

¿En qué quedamos, caminamos o nos quedamos parados acá y fundamos una ciudad?
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