martes, 28 de febrero de 2012

Botas y botines 2


2 Botas
Tan difundida está la expresión "Morir con las botas puestas" que da título a varios libros, una película y hasta un rock de la banda heavy Iron Maiden.
Morir con las botas puestas (to die on one’s boots) significa en un sentido morir en pleno trabajo, haciendo lo que se desea y en pleno uso de la voluntad.
En el otro, es imposible soslayar su origen militar; que se remonta hasta la Grecia antigua, y antes aún, donde dejaba claro a los guerreros que el honor y la gloria estaban asociados a la victoria o a la muerte (la bella muerte) en el campo de batalla, en medio de la lucha y con las ropas puestas.

El éxito que tuvo la película Murieron con las botas puestas (They died with their boots on), de 1941, con Errol Flynn y Olivia de Havilland, contribuyó a la instalación definitiva del latiguillo por todo el mundo. Narra la vida del Gral. Custer hasta su muerte, en la campaña de exterminio de los indios que se ejecutó a continuación de la Guerra de Secesión en los Estados Unidos de Norteamérica.

Algo parecido dice Macbeth, un par de párrafos después de su famoso: …(la vida) es una historia contada por un necio, llena de ruido y de furia, que nada significa., ante la inminencia de la batalla final: Moriremos, al menos, vestidos de armadura.
W.Shakespeare, Macbeth, Acto V, Escena 5.

También usamos, por estos pagos sudamericanos, Ponerse las botas en el sentido de tener suerte, de “pasar al frente”, de enriquecerse o hacerse cargo de una situación de ascenso social.
Cuando Mitre venció (¿?) en la Batalla de Pavón a Urquiza le hicieron esta copla gauchesca:

Sacáte la bota ‘e potro,
ponéte la de charol,
que si perdiste en Cepeda
la ganaste en Pavón.

Las botas de potro son de cuero crudo, sin costuras, hechas con el cuero de la pata de un caballo. Las usaban los gauchos dado que son buenas para montar aunque malas para caminar y proteger debidamente al pié en otras tareas. Por esta razón y ya que aparecieron por aquí Mitre y Urquiza, viene a cuento traer otro libro con un título sobre el tema, una novela histórica cuya trama se sitúa en el Sitio de Paysandú de fines de 1864:
No robarás las botas de los muertos, de Mario Delgado Aparaín, Alfaguara, 2002.

Era habitual por parte de los combatientes apropiarse del equipo de los muertos y de los prisioneros, sobre todo en épocas donde lo único que abundaba eran las carencias.
En esa época se usaban los tamangos, calzado rústico de cuero y las botas eran para la oficialidad o los ricachones.
José Hernández los nombra acá, en el Martín Fierro, (1ª parte, en la pelea con el Moreno)

Lo conocí retobao,
me acerqué y le dije presto:
”Por…rudo que un hombre sea
nunca se enoja por esto.”

Corcovió el de los tamangos
y creyéndose muy fijo:
”Más porrudo serás vos,
gaucho rotoso”,me dijo.

Y ya se me vino al humo
como a buscarme la hebra,
y un golpe le acomodé
con el porrón de ginebra.

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domingo, 26 de febrero de 2012

Botas y botines 1

1 Botines
Dos expresiones populares hacen referencia directa a los botines de fútbol: Colgar los botines y atar los botines.
La primera se usa con el sentido de “retirarse de una actividad”, de jubilarse, de renunciar y dejar de hacer algo. Trae de inmediato la imagen de un par de botines de fútbol -cuyos largos cordones permiten atarlos entre sí- ,colgando de un clavo, dando a entender que su dueño ha dejado de usarlos.
La segunda se usa para clasificar o establecer una jerarquía entre personas de un mismo oficio o profesión, para separar al novato y al principiante del habilidoso, del experimentado.
En Brasil se usa una forma similar: Pendurar as chuteiras, con el mismo significado.
Chuteiras –botines– viene del inglés shoot: patada (en Córdoba se usa chutear –patear–, con el mismo origen) y Pendurar es una deformación antigua del castellano pender (“Tengo el ancla a la pendura” se dice cuando está colgando de la cadena del barco).



"Lo peor del fútbol es tener que dejarlo, elegir el momento de colgar los botines. Esto lo sabe cualquier jugador de fútbol profesional", dijo con justeza Roberto Perfumo.

Pelé, que voltou a jogar, embora já tivesse pendurado as chuteiras, decía un diario cuando el astro se puso la camiseta del Cosmos, en 1975, después de haberse retirado el año anterior. En 1977, a los 36 años los colgó definitivamente.

Calderón se seca las lágrimas con la camiseta número 9 y le sonríe a Zozaya. -Gracias Alberto, si me lo dice Ud. que vive en la historia del club se lo creo. Igual me pone un poco triste dejar de jugar. -Tranquilo, tranquilo, a todos nos pasó lo mismo cuando colgamos los botines –dice Zozaya.
Iván Sadovsky, “Cuando sea grande…” (Para José Luis Calderón)


Porque, le aseguro, de los que han estado jugando en primera ninguno, ninguno, le ata los botines a Palito Salvatierra. Una prestancia, una calidá, una elegancia, jugador de cabeza levantada, sereno, era... mire... un arcángel ese hombre en el área, para colmo rubio, alto, delgado. Y jugador técnico en partidos que no son para ser muy técnico que digamos, en partidos chivos, en clásicos de barrio…
Roberto Fontanarrosa, ”Lo que se dice jugador al fulbo”, cuento.


La viñeta de arriba es de Hugo Catalán, la de abajo de R. Fontanarrosa.
Las fotos son de un par de botines y de un par de zapatos de baile flamencos, que también se cuelgan y tomé del blog:
http://miespacioflamenco.blogspot.com/
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jueves, 23 de febrero de 2012

El beso de la mujer araña – Temas musicales


Cuatro entradas de fines de 2010 fueron dedicadas al tema: Novelas con títulos de temas musicales.
http://lapulpera.blogspot.com/2010/11/la-novela-musical.html
Uno de esos títulos era Boquitas pintadas de Manuel Puig, autor que utilizaba a menudo letras populares, en especial boleros, en sus obras.
En El beso de la mujer araña, de 1976, Molina los va mechando en los diálogos y en las películas que le cuenta a Valentín Arregui, con quien comparte celda en la prisión.
Como en algunos programas de radio (o al final de las películas) podríamos decir “En el transcurso de esta novela se ejecutaron los siguientes temas musicales”:

Capítulo 7 (Pág. 119, 122, 127)
Mi carta – bolero de Mario Clavel
Capítulo 12 (Pág. 198 y 201)
Flores negras – bolero de Sergio de Karlo
Amor del bueno – bolero de José Alfredo Jiménez
Capítulo 13 (Pág. 206, 208, 209)
Ausencia – bolero de Francisco Céspedes
¿? Estoy enamorado - bolero de Zorrilla Martínez y Ruiz Armengol, según colaboración de Ignacio Méndez
Noche de ronda – bolero de Agustín Lara
Capítulo 14 (Pág. 223, 224)
Me acuerdo de ti – bolero de Gonzalo Curiel

Si alguien conoce el nombre del bolero de la página 208 se agradecerá la ayuda para develar la incógnita. Las páginas refieren a la edición Planeta/Booket, 2005. Si tuvieran otra, es el que dice: “…estás en mí, …estoy en ti, …por qué llorar, …por qué sufrir… Callar mi dicha quisiera, …que el mundo no lo supiera, …”

El Tenampa, salón de baile donde cantaron José Alfredo Jiménez y Chavela Vargas, en una foto de Eloy Valtierra. En el cuadro al fondo de la foto, Pedro Infante y Jorge Negrete.
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domingo, 19 de febrero de 2012

Embarazo jurídico

Embarazo, duración

La duración del embarazo ha sido fuente de controversias desde el fondo de los tiempos y a resolverlo se han dedicado muchos esfuerzos. En principio tendemos a pensar que los principales interesados en el tema deben ser los médicos, los biólogos, la gente de a pie, los viajeros en general (los marinos en particular) y los propios involucrados: la futura madre y su compañero; pero hay una pléyade de otros involucrados, que van desde modistos y costureras hasta abogados y jurisconsultos pasando por obispos y jerarcas de la iglesia, que son los que han dedicado los mayores desvelos al tema.

Las razones para tratar de conocer con precisión dicho lapso se pueden condensar principalmente en dos grupos: las relacionadas a la paternidad y a la herencia. Pero no son las únicas, en el caso de las modistas, por ejemplo, se trata de permitirles programar y priorizar la confección de los ajuares y otros trabajos* y algo similar sucede con la gente de los servicios de obstetricia.
Si ustedes se están preguntando qué tendrá que ver la iglesia -y acá pongan la del signo que quieran- en este tema: vale la pena recordar que hasta no hace mucho tiempo esas asociaciones tenían el manejo de los registros civiles, cuestión que les permitió apropiarse de cuantiosas herencias mediante la simple manipulación de fechas y la consiguiente aparición y desaparición de legítimos herederos.

A esta altura de la civilización parece que la solución fuera un asunto simple, una cuestión de consultar a un par de médicos, a otro de biólogos y a otra cosa. Sin embargo es increíblemente complejo y a medida que avanzan nuestros conocimientos se hace más difícil aún tratar de simplificarlo.
Cuando en 1869 se encargó a Dalmacio Vélez Sarsfield la redacción del Código Civil de la República Argentina, el hombre consultó a los expertos y los códigos de otros países y redactó el:
Artículo 77 (Libro Primero)
El máximo de tiempo del embarazo se presume que es de trescientos días y el mínimo de ciento ochenta días, excluyendo el día del nacimiento. Esta presunción NO admite prueba en contrario.

Podrá parecerles una nimiedad, pero hay todo un edificio jurídico construido a partir de este ladrillo. Supongamos que un señor se ha ido a Europa de viaje dejando a su esposa por estos lares y regresa al cabo de, digamos, 305 días. Roberto vuelve cargado de regalos y sorpresas, recibiendo a su vez la sorpresiva noticia de que su esposa ha sido mamá de un hermoso bebé. Jurídicamente, está en su derecho el desconocer la paternidad de la criatura, el NO taxativo de Don Dalmacio dejaba la resolución en sus manos.
Imaginen ahora situaciones mucho más complejas, más todas las que pueden surgir de la utilización de métodos de fertilidad asistida y verán que se viene la noche y no lo arreglamos ni con dos pavas de mate.

Jurisconsultos y abogados se abocaron de lleno a la cuestión que, con el paso del tiempo y los adelantos científicos, había quedado, aparentemente, obsoleta. Así fue como dieron una nueva redacción al artículo 77, en 1985, quedando ahora de esta manera:
Artículo 77. Modificado por: Ley 23.264 Art.1 (B.O. 23-10-85). Sustituído.
El máximo de tiempo del embarazo se presume que es de trescientos días y el mínimo de ciento ochenta días, excluyendo el día del nacimiento. Esta presunción admite prueba en contrario.

Imagino que les habrá costado trabajo encontrar la diferencia que llevó más de 100 años elucubrar a nuestros insignes amigos juristas. Confieso sinceramente que no sé cómo etiquetar esta entrada, sin en divulgación o en humor, pero después no anden diciendo por allí que las leyes atrasan y no resuelven las cosas.


*Sobre el conocimiento por parte de las modistas del período de gestación hay una hermosa y divertida referencia en:
Nada del amor me produce envidia, hermoso melodrama musical (con una gran actuación de María Merlino) que se puede ver en el teatro La Carpintería, Jean Jaures 858, 4961-5092, los domingos a las 20 hs.


La ilustración de arriba es de Pirillo & Fritz
La siguiente la tomé del blog: http://www.faggella.com.ar/humorgrafico16.htm
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lunes, 13 de febrero de 2012

Dulce - Amargo

El sabor amargo es, en principio, desagradable para nosotros los humanos. ¿Qué sentido biológico hay detrás de esta inmemorial aversión? Uno muy sencillo: muchas sustancias amargas son tóxicas o venenosas para la especie, algunos alcaloides, la estricnina (ingrediente en la nuez vómica), la solanina (de las papas verdes y crudas), el cianuro ( de las almendras amargas), etc.
Sólo después de estar seguro de que un alimento o bebida amarga es inocuo, y luego de un período de acostumbramiento, somos capaces de disfrutar estos sabores. El mate amargo, la cerveza y el café son una muestra en este sentido y la atracción está muy relacionada con su acción estimulante.

Por el contrario, la predilección por lo dulce es innata y la compartimos con todos los mamíferos. El gusto por el azúcar está preprogramado y por eso nuestra sociedad usa exitosamente el azúcar para sus rituales. Con el azúcar se premia la obediencia, se secan las lágrimas y se tranquiliza a los llorones. El azúcar tranquiliza y levanta el ánimo, genera cierta dependencia porque interviene en el metabolismo de una sustancia en el cerebro: la serotonina. La serotonina es un “mensajero” del cerebro que nos transmite bienestar. El azúcar activa la producción de insulina y esta se encarga de que se forme serotonina en el cerebro.

Mientras la ciencia desmenuza y analiza, la sabiduría se goza y complace con el sabor de las cosas. Saber, desciende del indoeuropeo sap, (sapere, en latín) que significa tener sabor, tener gusto, discernir.
Puede parecer gracioso, pero en las lenguas latinas el saber y la sabiduría están asociados al gusto y en las anglo-germánicas a la vista. Wise, sabio en inglés, deriva de weid y de video, asociados al acto de ver. Las lenguas latinas dejan constancia de nuestra preferencia por la experiencia concreta (el gusto) y las sajonas por la abstracción intelectual (la vista).

La asociación de lo dulce al placer y lo amargo a la mortificación quedan claras en muchas obras de nuestro folclore, acá van algunas para ponerle un poco de música a tanta cháchara.


La sachapera
Letra y música de Raúl Carnota

Dulce fruto de mis pagos
criollita sanagastera
boquita de arrope ‘i tuna,
juguito de sachapera.
Con la chacarera doble
se curan todas las penas.

Con harina de algarroba
voy a endulzar las tristezas,
que pobre andaré en amores
me van siguiendo de cerca.
Con la chacarera doble
se curan todas las penas.

Acá, en versión de Suna Rocha y Carnota
http://www.youtube.com/watch?v=JzRwDc1xj2Y
La sachapera es una pera silvestre, una pera del monte.

La huanchaqueña cueca popular boliviana (letra y música)

Si la Chinita mía
fuera de azúcar,
fuera de azúcar,
yo me lo pasaría,
chupa que chupa,
chupa que chupa.

AMARGURA - Chacarera
letra y música: Julio Argentino Jerez

De amarguras tengo
el alma llena,
para mí no hay día alegre
ni noche serena.

(Con el mismo título hay un tango de Gardel y Le Pera, de 1934)

Los dos primeros párrafos resumen ideas tomadas de
Pollmer, Fock, Gonder y Haug; ¡Buen provecho!, 2002, digi ediciones, Buenos Aires.
El último de:
Ivonne Bordelois, La palabra amenazada, 2005, Libros del Zorzal, Buenos Aires.
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miércoles, 8 de febrero de 2012

Con el mismo cuento 8 - Amor de viejo

Italo Svevo e Ireneo Paz
Con una espada mohosa
y ya sin punta ni filo,
estate, Conde, tranquilo:
no pienses en otra cosa.
Ricardo Palma

Un hombre viejo se enamora de una mujer joven.
He aquí, resumido, uno de los temas más frecuentados en la literatura y del que se ocuparon grandes autores: Boccaccio y Cervantes, Goethe y Nabokov, K. Mansfield y Bernard Shaw, Chaucer y Machado de Assis, Violeta Parra y Thomas Mann. Hasta Borges, que nunca puso mucha carne en el asador –metafórica y literalmente hablando- se le animó en su cuento Ulrica*.

El autor elegido en esta ocasión es Italo Svevo con su cuento La historia del buen viejo y la bella muchacha, de 1926.
Con una atractiva prosa logra mantener el interés y la atención del lector a lo largo de toda la historia que más que un cuento es una novela corta. Un anciano de 60 años (¡!) entabla una relación con una joven de 20. La aventura se hace cada vez más compleja llevando a los protagonistas del amor al egoísmo, de los celos al incesto, de la filantropía al amor pago, del remordimiento a la angustia. Tantas emociones terminan por enfermar al viejo y el descanso al que lo obliga su médico le deja tiempo para escribir sus reflexiones sobre el tema, en especial sobre una pregunta que lo acosa obsesivamente y cuya respuesta, finalmente, encuentra.

ITALO SVEVO, La historia del buen viejo y la bella muchacha, Ediciones del Acantilado, 2004.


En la novela Amor de viejo, el mexicano Ireneo Paz, abuelo de Octavio Paz, escribió en 1874 sobre el mismo tema y con un argumento similar. Su prosa tiene un tono algo más antiguo pero la lectura es muy agradable y nos deja, además del tema principal, una idea de la vida cotidiana y de la historia de México de fines del siglo XIX.
Se la puede leer acá:
http://www.bicentenario.gob.mx/bdb/bdbpdf/laMatraca/amorDeViejo-1874.pdf


El tema también fue tratado en el cine. En Term of trial, de 1962, Lawrence Olivier interpreta a un maduro profesor que despierta el amor de una joven alumna que, despechada, termina llevándolo a juicio; en El maestro de música, de 1988, un gran barítono, interpretado por José van Dam, ya mayor y enfermo se retira a su castillo para dedicarse a la enseñanza de dos jóvenes alumnas y; por supuesto, en Mi bella dama, con Audrey Hepburn y Rex Harrison en los papeles protagónicos, la historia vuelve a repetirse.


*No debe haber sido casual la elección del nombre Ulrica por parte de Borges, ya que W. Goethe, allá por 1820, se enamoró perdidamente de una joven (55 años menor que él) llamada Ulrike.
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