domingo, 27 de junio de 2021

Puro cuento


La literatura tiene temas que se repiten y, a pesar de todo, siguen teniendo permanente vigencia. El “todo es cuento” es uno de ellos. Como ejemplo van estos hermosos tangos entre los que no quiero dejar de señalar el del inglés ese. ¿Diganmé si no es para hacerse un ikebana? (¿O era un harakiri?, como dijo mi prima Gladys.)

 

VIEJA VIOLA, tango 1932 (Humberto Correa)

Es que la gola se va,

Y la fama es puro cuento

Andando mal y sin vento

todo, todo se acabó.

 


CUENTOS VIEJOS, tango 1928 (Malestar y Lomuto)

Cuentos viejos, arcoíris de dolor,

Tu garúa ahogando el corazón.

No me mires, que yo ya no soy yo.

¡Cuentos viejos!,

existencia traicionera

que de cualquier manera

no deja sin perdón.

 

 

PURO CUENTO, tango 1999 (Acho Estol)

Si todos ponemos huevos
nos asegura el Pelado,
el plan deja descartado
que nos encanen de nuevo.

Y llegaré
Y vas a ver que no era puro cuento.




MACBETH, obra de teatro, 1606 (W. Shakespeare)

Quinto Acto - Escena V

 

MACBETH

Estoy saciado de horrores. Lo siniestro,

siempre familiar para mis pensamientos asesinos,

ya no puede asustarme más.

     Entra Seyton                  ¿Por qué esos gritos?

 

SEYTON

Ha muerto la reina, señor.

 

MACBETH

Morir estaba en su futuro.

Ya habría habido un momento para tal palabra.

El mañana, el mañana, el mañana.

Se desliza de día en día con paso mezquino,

hasta la últimas sílabas del tiempo dado,

y todos nuestros ayeres han alumbrado a los necios

en el camino hacia el polvo de la muerte.

¡Apágate, llama fugaz! La vida

es solo una sombra errante, un burdo actor

que apenas un momento se pavonea y agita

sobre el escenario, y nunca vuelve a ser oído.

Es un cuento contado por un idiota,

lleno de ruido y de furia, y que no significa nada.

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Olga Tocarczuk, polaca, premio Nobel 2019

Tapa disco Mestiza - Estudio Corcovado, Rosario

miércoles, 16 de junio de 2021

Con el mismo cuento – 67 – Lars von Trier, María Zubiri

Un choque estelar destruye a La Tierra




Melancolía (Melancholia), 2011, película, libro y dirección de Lars von Trier.

Asteroide. Fin de un mundo imposible, 2021, obra de teatro de María Zubiri.

 

Las obras de hoy tienen muchos puntos en común: familias burguesas, integrantes conflictuados entre los que destacan dos mujeres ‒una con una seria depresión y otra epiléptica‒, enfrentan la inminencia del Fin del Mundo por la colisión con un cuerpo celeste. Las reacciones de cada uno consigo y con los demás forman la trama y el núcleo resolutivo de ambas piezas.   




La película de Lars von Trier comienza con un choque de planetas donde la tierra desaparece mientras suena el preludio y muerte de amor de Tristán e Isolda. Vuelve atrás y retoma el relato desde el casamiento de Justine (Kirsten Dunst) cuyo matrimonio termina antes del final de la fiesta de bodas.

La melancólica Justine entra en una seria depresión por lo que busca refugio en la señorial  casa de su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg), que vive una vida aparentemente feliz con su pequeño hijo Leo y su marido John, aficionado a la astronomía.

Al estudiar la desaparición de la estrella Antares –ocurrida el día de la frustrada boda– John descubre que ha sido absorbida por otra mayor que se acerca amenazadoramente a La Tierra, aunque asegura que no impactará.

Claire no le cree, lee en internet que el choque es irremediable y entra en una crisis histérica. Parece que John estaba en lo cierto y Melancholia (así se llama el planeta) pasa sin colisionar. Todo es alegría y la vida parece volver a la “normalidad” pero John rehace los cálculos y ve que el planeta vuelve directamente hacia acá. Termino aquí, para no entrar en detalles, pero creo recordar que vuelve a sonar Wagner…


 

Asteroide. Fin de un mundo imposible. ¿Se aproxima el fin del mundo?  Un asteroide se dirige hacia la tierra. Los Milton invitan a cenar a su hija Monti que trae a su novio para presentarlo a la familia. La noche se torna especial e inesperada. Impulsados por lo inevitable, los Milton develan sus secretos más profundos.

Esto dice su autora, María Zubiri, en la gacetilla del Teatro Nacional Cervantes donde  la obra fue una de las 21 seleccionadas en el concurso realizado durante 2020/21 para ser representadas durante la pandemia.
No quiero abundar porque la reseña de Estela Gómez, que se puede leer en este enlace, es muy completa y precisa:

 https://culturadelserproducciones.jimdofree.com/2021/01/17/asteroide-fin-de-un-mundo-imposible/

Sólo agrego que leí (en comentario de Eugenia Guevara) que el nombre Monti (la hija de los Milton) era un homenaje al dramaturgo Ricardo Monti. Enhorabuena, pero habría que incluir un homenaje explícito a Lars von Trier, porque las coincidencias con su película son demasiadas. También vale decir que extender la analogía del Fin del Mundo a la pandemia es muy interesante y es mérito de la autora.

 

La obra se puede ver acá:

https://www.youtube.com/watch?v=EvpLiP82DuU

Autora:   María Zubiri

Dirección: Cecilia Meijide

Actores: Eugenia Guerty, Luis Machín, Camila Peralta, Julián Larquier Tellarini, Carlos Belloso.

La puesta es muy buena, la escenografía excelente y las actuaciones de Guerty y Machín, superlativas.

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sábado, 12 de junio de 2021

Con el mismo cuento – 66 – Apollinaire, Rumi, Quiroga

Cuentos con loros




Los loros, originarios de la India, llegaron a Roma vía Persia traídos por los griegos. Los cantaron Apuleyo, Plinio y Ovidio, admirados por su capacidad de imitar la voz humana, por los colores y, esencialmente, por ser exóticos. Son los protagonistas de los tres cuentos reunidos hoy. 

 

El bergantín holandés, 1907, cuento de Guillaume Apollinaire (1880-1918)

El loro pelado, 1918, cuento de Horacio Quiroga (1879-1937)

El mercader y su loro, antiguo cuento sufí/persa, atribuido a Rumi (1207-1273)

 

Empezaré por el de Apollinaire, también llamado El marinero de Amsterdam que es el que más me gusta, por varias razones: porque es un policial donde triunfa el asesino, porque no sobra nada -es tan perfecto como el crimen que relata- y porque nos engaña haciéndonos creer que es otra más de piratas con un loro sobre el hombro.

Dicho sea de paso, la idea de que todos los marineros y los piratas tienen un loro que habla es una creación literaria, posiblemente de Defoe, de donde la tomó Stevenson para La isla del Tesoro. A los marinos se les permitía traer en sus viajes de regreso las mercaderías que pudieran llevar consigo para venderlas libremente y hacerse de algún dinero extra. A eso se le llama (todavía hoy) pacotilla y en aquellos tiempos incluía animales exóticos como monos o loros, muy demandados en Europa.

 

El loro pelado de Quiroga usa un procedimiento antiguo: los tintes “humanos” del loro y el tigre que lo protagonizan. Hermosa su escritura y muy bien narrado, deja ciertas dudas si se lo lee como una fábula moralizante sobre la conducta.

Pertenece a los Cuentos de la selva, destinados a lectores jóvenes.

Si nos entregamos a su tono humorístico y algo aparatoso podemos disfrutarlo mejor y pensar las preguntas que nos deja: ¿qué es lo correcto ante la necesidad animal (y humana) de sobrevivir en el ambiente natural?, ¿cuál es el animal más depredador?

 

El mercader y su loro, es un cuento con el estilo y las sutileza del viejo arte de la narración. Podemos decir que, aunque incluye una conclusión moralista, es una hermosa historia que pone en valor una de las grandes aspiraciones humanas: la Libertad.

 

Los cuentos son cortos, se leen y disfrutan en minutos.

El bergantín holandés o El marinero de Amsterdam se puede leer acá:

(Mejor este título, que es la traducción directa del original: Le matelot d’Amsterdam)

https://aula.prepararte.com.ar/uploads/1595963083%20-%20EL%20BERGANTIN%20HOLANDES%20DE%20GUILLAUME%20APOLLINAIRE.pdf

En este enlace El loro pelado, de Cuentos de la selva, 1918:

https://ele.chaco.gob.ar/mod/book/view.php?id=66416&chapterid=1920

https://www.literatura.us/quiroga/loro.html

El mercader y su loro, aquí:

https://tucuentofavorito.com/el-mercader-y-su-loro-cuento-persa-para-sobre-la-libertad/




Si algún lector quisiera leer alguna cosa más larga, donde hubiera algún loro en papeles secundarios puede elegir entre las novelas que siguen. Las dos primeras, de piratas y la última, una biografía falsa y deliciosa. ¡Y me estoy olvidando de los loros de Fontanarrosa, vecinos de Inodoro Pereyra!

La  isla del tesoro, 1883, novela de Robert Louis Stevenson (1850-1894)

Robinson Crusoe, 1719, novela de Daniel Defoe (1660-1731)

El loro de Flaubert, 1986, novela de Julian Barnes (1946)

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viernes, 4 de junio de 2021

Con el mismo cuento 65 – E.T.A. Hoffman, Mary W. Shelley y Edgard A. Poe

Criaturas literarias, mecánicas, electrónicas, etc.    




La creación de autómatas reales y de ficción es tan vieja como el hombre. Tomó gran impulso a finales del 1700 y continúa hasta ahora. Las obras elegidas hoy son emblemáticas en varios sentidos: incluyen prodigios de la técnica y de la imaginación, todos inquietantes y tenebrosos.

 

            El hombre de arena, 1816, de E.T.A. Hoffman (1776-1822)

            Frankenstein, 1818, de Mary Wollstonecraft Goodwin Shelley (1797-1851)

            El jugador de ajedrez de Maelzel, 1836, de Edgard Allan Poe (1809-1849)



Empezaré por el último por ser el más gracioso y el que menos miedo me causa.

En 1770 el Barón Kempelen construyó un “autómata” para jugar al ajedrez al que apodaban el “Turco”. Consistía en un muñeco tamaño natural con un gran turbante, adosado a un escritorio con un tablero de ajedrez. El “Turco” jugó contra Napoleón, Catalina de Rusia y diferentes jugadores en escenarios de Europa y, desde 1824 en Estados Unidos donde le llegó su declive y el final, en un incendio en Philadelphia, 85 años después de su creación.

Durante años hubo controversias acerca del secreto de su funcionamiento hasta que Edgard Allan Poe descifró el enigma en este artículo, cosa que recién se pudo comprobar varios años después. Pero lo cierto es que Poe “le escupió el asado” al dueño/empresario, destruyó su credibilidad y precipitó su caída.

Empieza con un repaso de las máquinas y autómatas en boga, incluyendo la calculadora de Babagge y luego un análisis de lo que “debe” tener una máquina que juegue al ajedrez (que podría incluir hasta la actual Deep Blue de IBM). Continúa con un detallado análisis de “el Turco” y concluye que, sin dudas, a lo largo de su vida, tiene que haber incluido a ajedrecistas de nivel escondidos en el interior del escritorio. Esto, que no pudo comprobarlo, quedó en flagrante evidencia tiempo después, cuando el último, que era demasiado gordo, quedó atascado en el interior al concluir una partida y gritó para que lo sacaran.

El artículo de E. A. Poe se puede leer acá:

http://librodenotas.com/files/maelzel_poe.pdf

Y un excelente artículo sobre la completa historia del “Turco”, por Pau Pascual:

http://librodenotas.com/viajealajedrez/21496/el-turco-un-maravilloso-engano

 

En El hombre de arena, Nataniel, el protagonista, es un muchacho perturbado que estudia en Alemania, lejos de su familia. Tiene serios problemas derivados de fijaciones infantiles, de la dura muerte de su padre alquimista y las idas a dormir amenazado por mamá y papá con ser raptado por el “Hombre de arena”. Este es una versión más perversa de nuestro “Hombre de la bolsa”, que además de raptar niños les arranca lo ojos.

A pesar de tener una novia con la que mantiene un vínculo por carta se enamora de la hija de un profesor. Esta es, en realidad, una autómata construida por éste, presentada en sociedad por su perverso padre, que disfruta del “éxito” que le da el engaño.

Rescatado de la crisis por la comprensión familiar la locura vuelve a reiterarse y las complicaciones aumentan y complican.

Freud tomó este cuento como ejemplo en sus estudios de la angustia de castración y su relación los traumas infantiles en un trabajo llamado “Lo siniestro”. En 1963, Lacan, volvió al texto de su colega en su Seminario: “La Angustia”.

 

Lo pueden leer acá:

https://ciudadseva.com/texto/el-hombre-de-arena/




El Dr. Víctor Frankenstein, con sus conocimientos de medicina y alquimia logra armar un humanoide con partes de cadáveres y darle vida. El engendro desaparece y comienzan una serie de muertes, no esclarecidas entre sus afectos cercanos. Víctor sospecha que el asesino es su criatura y éste se lo confirma en un encuentro casual: el motivo es que no encuentra compañía debido a su fealdad (¡la única persona que lo acepta es un ciego!) por lo que le pide que le haga una compañia para mitigar su soledad. Víctor se niega, temeroso de que la pareja quede más fuera de su control todavía y el engendro escapa prometiendo venganza.

El Dr. Frankenstein inicia una cacería en pos del monstruo por agua y tierras del ártico y muere en el intento. El capitán del barco trae de retorno su cadáver y se sorprende un día al escuchar una persona llorando en el camarote sobre el cuerpo inerte.

Ya pueden imaginarse quién es.

¿Hace falta algo más para reiterar la inmensa admiración por el talento de Mary Shelley?

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