jueves, 30 de diciembre de 2021

Dalmacia Carlota Unquillo Zaninni Vda. de Palacio Ferreyra

El Lolo Amengual ha rescatado la biografía de dos argentinos ilustres (desconocidos) con importantes contribuciones a nuestra cultura. Como ustedes saben, los escritores son todos mentirosos así que es posible que alguna verdad encuentren. Una se las adelanto, la intención de arrancarnos una sonrisa, que no son tiempos estos de descartar gestos, por pequeños que sean. ¡Se va la primera!

 El autor les manda un abrazo de 3 dosis a todos sus lectores.




Heroína Cordobesa

 

Dalmacia Carlota Unquillo Zaninni, viuda de Robustiano Palacio Ferreyra

 

Descubridora del dulce de leche.

 


La frontera entre civilización y barbarie, al decir de Sarmiento, que en el Sur de la provincia de Córdoba coincidía con el cauce del río Tercero, estaba en calma desde hacía varios años. El ferrocarril Central Argentino ya unía a Rosario y Córdoba con regularidad cuando inesperadamente, en 1875, el cacique Ranquel Cañumil asoló con un malón los pueblos de Villa Nueva y Villa María.

 

En su chacra cercana a Villa Nueva, doña Dalmacia Carlota Unquillo Zaninni, viuda de Palacio Ferreyra, se encontraba en el rancho-cocina acompañada por la Panchi Iparraguirre, vasca ella, su mucama. Estaba haciendo hervir con un resto de leña, un balde de leche recién ordeñada a la que, por error, había agregado una gran cantidad de azúcar. El brasero y la olla donde se desarrollaba la cocción, ocupaba un lugar secundario y poco visible bajo un horno de barro, en ese oscuro espacio sin ventanas, de paja y barro (todo era de barro en ese tiempo de escasez material). La casa principal, algo mejor construída mostraba sus paredes de adobe blanqueadas con cal y un nuevo techo, de brillantes chapas de zinc inglesas, que suplantaba a la cubierta tradicional de «paja brava».

 

Desde lo alto, mientras engrasaba el molino recién instalado, Juan Gauna, peón, vislumbró algo inusual en la lejanía. En el alboroto de una distante bandada de pájaros intuyó la presencia artera del salvaje. Por las dudas dio la voz de alarma y corrió por las mujeres; le gustaba la Panchi. Las arrancó de la cocina y a galope tendido, las llevó de un tirón hasta lo que es hoy el pueblo de Ballesteros. Su intuición las salvó de un futuro muy duro: vivir cautivas de la indiada.

Las mujeres buscaron refugio en el campamento de la empresa ferroviaria.

 

Míster Armstrong, mandamás de la empresa, que allí se encontraba de inspección,

les ofrece protección y les brinda su propio vagón dormitorio estacionado en un

desvío, para que se repongan. Doña Dalmacia pudo entonces descansar, a pesar del agudo dolor de cintura y riñones, producto de la dura cabalgata de más de cuatro leguas que debió realizar para salvar su vida. La Panchi no se quejaba. Los Remington y los Winchester, (que no son dos apellidos anglos de alta alcurnia sino dos marcas de efectivos fusiles norteamericanos) en manos de los guardaespaldas del jefe Armstrong, les permitieron dormir tranquilas.

 

Los piqueteros del cacique Cañumil (tío segundo de San Ceferino Namuncurá), podrían ser feos a la vista, poco educados al trato, borrachos y malévolos, les podría gustar desayunar sangre de yegua, pero hay algo que no se les puede negar: eran avispados, no comían vidrio. Ellos conocían y respetaban a míster Remington y a míster Winchester, no querían verlos ni de lejos, por eso no se acercaron a Ballesteros.

 

Tres días después el malón se había esfumado en la rastrillada.

Parecía seguro regresar y doña Dalmacia Carlota Unquillo Zannini, viuda de Palacio Ferreyra y su sirvienta, Panchi Iparraguirre, vuelven a su pago como reinas, en un break largo, una jardinera de seis plazas, cómodamente sentadas y seguras acompañadas por cuatro hombres armados hasta los dientes.

 

Dalmasia se encontró con el despojo. Gallinero y despensa: vacíos; las herramientas de la herrería: birladas; caballos y ovejas: desaparecidos; los roperos: rapiñados.

Estaba triste, pero no desolada, la poca peonada que convivía en su campo junto a Oso y Pilila, su perro y su gata, habían sobrevivido al estrago, estaban vivos.

 Pensó en juntar a su gente para rezar y agradecer el milagro, fue a buscar el crucifijo de bronce que protegía su cama para improvisar un altar, descubrió que también se lo habían robado, junto a los pocos libros que tenía. Tampoco encontró la botella de caña con carqueja que escondía debajo de la cama. De la escupidera esmaltada, ni noticias.

 

Al entrar a la cocina saqueada, Dalmasia recordó al brasero y a la olla, se acercó a ellos y se dio cuenta de que nadie los había tocado. Revisó su contenido y a pesar de la oscuridad, entrevió en su interior una materia cristalizada y oscura; dedujo que la leche azucarada expuesta a un fuego muy débil durante varias horas, se fue espesando hasta que las últimas brasas se apagaron. OIía bien, probó esa sustancia dura y marrón y la sorprendió su buen gusto.

 

Dalmacia hábil cocinera, confirmó su intuición. En pocos intentos logró calibrar la cantidad de azúcar en relación a la leche, determinar el tiempo de cocción, comprobar que el agregado de vainilla, y sobre todo la acción de revolver la mezcla durante el proceso, mejoraba el gusto y agregaba una untuosidad cremosa al producto. La peonada, de paladar limitado en esos tiempos, elogió el «dulce de Dalmacia», como fue bautizado, descubriendo la buena yunta que hacía con las tortas fritas. Algunos golosos lo agregaban al choclo hervido y hasta al zapallo del puchero.

 

Una vez más la confluencia azarosa de varios sucesos aleatorios, habían generado un avance que involucraba a toda la humanidad. El arrebato del malón populista, había hecho nacer en un oscuro rincón de la Patria uno de los símbolos absolutos de la argentinidad, ese que llena de orgullo los corazones de todo argentino, argentina y argentine de bien: el dulce de leche.

 

                                                                              Ciudadano ilustre/ Lorenzo Amengual


El collage de Dalmacia es obra del autor del texto. Los fideos de la cabellera fueron deglutidos tiempo después de la ejecución de la obra. Los camembert, tiempo antes.

lunes, 22 de noviembre de 2021

Berlín - Nina Hagen - Gardel - W. Benjamin

La entrada de hoy es una crónica recobrada por su autor , Lorenzo Amengual, (mientras buscaba otra cosa). La Pulpera la reproduce con su autorización por el increíble encadenamiento de hechos aparentemente inconexos que quedan atrapados al conjuro de su relato.


Berlin ist Dufte

Si Goethe escribió: DUFT quiso decir aroma. Si Nina Hagen grita: DUFTE, en el alemán dialectal de Berlín, todos entienden algo así como “piola, está rebueno, super, genial”. La canción BERLIN IST DUFTE (BERLIN ESTA GENIAL) cantada en los años 20 Por Marlen Dietrich, fue deconstruída por Nina y la podés escuchar en Youtube.


Nina tiene razón, La vida cotidiana en Berlín estaba llena de sorpresas. Estoy hablando de principios de los 90, el muro ya no estaba. Lo punk reinaba y Nina era la emperatríz. Nosotros vivíamos en Moabit, una zona especial. La vieja cárcel todavía me atemorizaba y en el cementerio de emergencia de la esquina encontré tumbas de jóvenes comunistas fusilados unas horas antes que los rusos terminaran la faena. Abundaban en el barrio inmigrantes turcos y orientales y, algunos argentinos le habían enseñado al carnicero armenio del mercado a rescatar el matambre intacto, un corte desconocido y una proeza en ese entorno. Yo trabajaba como diseñador para España, dibujaba enamorado de Nina Hagen. quien jamás me dio la menor bola.




Mi obligación como abuelo era llevar a mi nieto a su colegio bilingüe en Savignyplatz. En ese colegio mi hija era maestra y la escuela, reconstruida después de las bombas, tenía su secreto: allí, en el viejo edificio destruido, había estado sentado el pibe Walter Benjamin, como alumno. 

Antes de entrar, los padres nos entendíamos a medias en un castellano con todos los acentos que nuestras nacionalidades aportaban, mientras los chicos jugaban en alemán.

Un padre colombiano se acercó y me dijo: —Lorenzo, mi abuelo te espera en el café de la estación. Me sobresalté, hacía tiempo que esperaba esa noticia.




Miren arriba la foto aérea. Verán que frente a la escuela corre la S Bahn, el tren elevado. En los arcos, bajo las vías, funciona una librería brutalmente atractiva y en la estrecha calle lateral está el «Café de los italianos que brindaba una obra de arte en cada pocillo «spresso».Abajo verán la escena desde el otro lado: A) asoma la fachada del colegio. (B) la S Bahn, (C) los arcos de la librería. (D) la calle lateral peatonal que llega al café.




Trascribo lo conversado con el viejo Konrad Stampa

—¿Toma un café?, le pregunté en español, a ese hombre muy anciano.

Asintió con la cabeza y agregó con una sonrisa: —a un colombiano como yo eso no se le pregunta, me mantengo vivo a café, pero no se lo diga a mi médico.

En un castellano muy fluido, pronunciado en alemán cerrado, el hombre agregó: —Me dijo mi nieto que usted quiere saber que pasó. Asentí con la cabeza.

Comenzó a contar: —SCADTA era la sigla de la Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo, la primera empresa aérea alemana establecida en Sud América y respondía a los planes expansivos del nazismo.

Mientras hacímos lugar para apoyar las tacitas sobre la mesa, el hombre siguió hablando. —Volábamos aviones Ford, unos trimotores norteamericanos de lata, muy parecidos al Fokker. —Mi amigo Hans Thom, al mando de su avión, bautizado “Manizales” esperaba a un costado de la pista de tierra, cargado de pasajeros y combustible, Hans era muy bueno volando trimotores.



—Usted debe haber sido muy joven, interrumpí.

—Tenía 14 años, había mentido la edad para ser aprendiz de mecánico, era un chico que estaba deslumbrado por los aviones y el trópico. Le dio un sorbo a su café y agregó: —el otro avión, el F-31, también un trimotor Ford, debía despegar primero. Su piloto y propietario, Ernesto Samper Mendoza, un pionero de la aviación colombiana, tenía poca experiencia con trimotores. Esos aviones tenían motores de mierda y coordinar su potencia era un arte. Además el aeródromo de Medellín podía ser complicado. Lo demás usted lo sabe, esta en el informe y salió en los diarios, la única diferencia es que yo lo vi.

Continuó su relato: —El F-31 empezó su carreteo, mientras tomaba velocidad, experimentó un ligero desvío a la izquierda que Samper corrigió, entonces dio un pequeño salto y volando a cuatro o cinco metros de altura se desvió bruscamente a la derecha, hacia donde estaba estacionado el “Manizales”. Con el ala ligeramente levantada, como para evitarlo, el F-31 intentó girar pero descendió y chocó de frente al otro avión.

—El ruido llegó después, primero vi la bola de fuego y el humo negro, grité y corrí, pero el calor no me dejó acercar. El viejo quedó callado mirando sin mirar la tacita vacía.

—Y allí murió Gardel, dije.

—Me parece recordar, agregó sin escucharme, que entre las pocas cosas que se salvaron, había una partitura con los bordes ennegrecidos de una canción: Mi noche… Mi noche…

—“Mi noche triste” completé yo,

—Si esa, dijo el hombre.



Así me lo contó el viejo Konrad Stampa en Berlín, en el Café de los italianos, que ocupaba uno de los arcos que  sostienen las vías de la S-bahn, en Savignyplatz, cerca de donde nace o muere la calle Ku-Dam.

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(1)Rara foto de Gardel dentro del avión. (2) Trimotor Ford, se los bautizó Tin Goose, «Ganso de lata».

(3) Un dibujo mío, hecho en esos dias. (4)Escena de la película «El día que me quieras» 1935. Gardel con Tito Lusiardo.  El niño que figura en la escena filmada en Nueva York, es Astor Piazzola.


Contento con la primicia del accidente, silbando un tango volví pedaleando a Moabit. (Una bici chota y oxidada maltratada por la nieve y la lluvia, podía convertirte en el rey de Berlín). Entré en la disquería del turco Endogan y, con Gardel cantándome en la cabeza se me ocurrió pregunte si tenía algún tango.

 —Estos son tangos dijo y me alcanzó un Cd. Así conocí a Ibrahim Özgür, «el Gardel del Bósforo».

Supe entonces que en los años 20 y 30 , el tango fue muy popular en Turquía. Para muchos compositores y cantantes turcos, el tango, importado de París, fue el primer contacto que tuvieron con la música “occidental”. 

Con la ayuda de músicos armenios y judíos. el tango se estableció rápidamente. En ese tiempo Estambul era una ciudad cosmopolita, con muchos extranjeros, un público elegante e innumerables cabarés. El primer hombre en ganarse una audiencia fue este Ibrahim Özgür. Nacido en Estambul en 1905. Con 16 años, se fue a Ankara a estudiar clarinete y saxofón. Terminado el estudio volvió a tocar en clubes nocturnos en Estambul.


Fundó su propia orquesta de tango y se hizo famoso por sus arreglos. En 1931 comenzó la aventura de su vida: fue a una gira de conciertos que duró siete años, llegó al Lejano Oriente.

Esa gira comenzó en Beirut y lo llevó a la India, Java, Sumatra, Singapur y Ceylán. Özgür regresó a Estambul a través de Inglaterra, donde abrió su propio club “Ates Böcekleri”, la “Luciérnaga”.

Su primera grabación data de 1938. Su voz aterciopelada daba para el tango romántico. Los tangos de Ibraim, son impecables, a veces con sonoridades propias de Pugliese, pero su naturaleza le tira, desde el fondo de su orquesta un golpe de pandereta subraya una frase y te recuerda: Estambul no es Buenos Aires. 

Después de estas experiencias solo pude gritar fuerte Berlín ist Dufte !!!




Escuchá a Ibrahim Özgür. en Youtube, especialmente cantando la delirante canción con que homenajea a nuestro país:

la canción se llama «Aryantina» y su ritmo es... brasileño.


lunes, 1 de noviembre de 2021

Terraplanistas

 

Hace más de 2500 años que se conoce que la Tierra es esférica y ese modelo ha demostrado ser eficaz y práctico para explicar el día y la noche, las estaciones, la desaparición gradual de los barcos en el horizonte, las sombras de los eclipses y muchos fenómenos de nuestro vecindario sideral.

No sólo se sabe que es esférica, sino que hace 2250 años, Eratóstenes de Cirene (una colonia griega en lo que hoy es Libia) midió el radio de la esfera terrestre y la longitud de su circunferencia. Determinó una cantidad de “estadios” equivalente a unos 40 mil Km (con un error de menos de 100 Km).

Siglos de navegación y comercio marítimo de chinos y fenicios fueron posibles por ese conocimiento. Ni hablar de las fotos obtenidas por las naves espaciales y todo lo que vino después.

 

A pesar de toda la inmensa evidencia, cada tanto vuelve a instalarse la idea de un modelo terraplanista, producido y mantenido por los sostenedores del oscurantismo, beneficiados al mantener la mayor cantidad posible de gente en el engaño y reservar el usufructo del conocimiento para unos pocos.

La persistencia del terraplanismo me anima a plantear algunas hipótesis sobre las causas de las muy exitosas campañas periódicas para volverlo a ponerlo de moda.

 

            1- En 1492, la esfericidad de la Tierra era más conocida que el tango La Cumparsita. La tierna historia de Colón convenciendo a los Reyes Católicos de que le financiaran un viaje riesgoso para demostrar que la Tierra era redonda y no para iniciar la Conquista colonial, el saqueo y robo de todo lo que pudieran, es muy simpática y digna del premio al mejor guión de Hollywood.

Lo curioso es que seguimos difundiendo en las escuelas la engañosa historieta, posiblemente porque es más fácil repetir como loros el cuentito que nos prepararon que presentar otro, lo que obliga a estudiar algo de geometría, de astronomía básica y, sobre todo, de economía política. En suma, como dice el bolero: “Miénteme más, que me hace tu maldad feliz… y me mata.”

 

            2- El modelo de una Tierra plana sostenida por elefantes  o tortugas gigantes es atractivo y simple.

Lo conoció en carne propia Stephen Hawkings y lo contó en su “Breve Historia del Tiempo”.

Una persona mayor interrumpe a un célebre científico que explicaba los movimientos de rotación en el sistema solar:

-¡Lo que usted dice es un disparate! El mundo es un disco plano que se sostiene sobre una tortuga gigante.

-Y esa tortuga, ¿sobre qué está parada…? –le pregunta el conferencista.

-Usted se cree muy vivo, ¿verdad? ¡Cualquiera sabe que hay tortugas hasta el fondo!

-¡!

 

            3- La confusión provendría de la desgraciada elección de la palabra Planeta, que en griego quiere decir “errante”, para nombrar a nuestra querida Tierra.

“Si fuera en verdad redonda como una pelota la habrían llamado Redondeta.” decía un muchacho del barrio de Flores.

Las dos últimas sólo intentan poner una nota de humor irónico al tópico.



Si bien no debemos descartar ninguna hipótesis (según aconsejan los investigadores policiales), me siento inclinado a dar mayor peso a la primera.

Entre los difusores actuales de la idea, veo especialmente a seguidores de Trump, Bolsonaro y Macri, a los que se suman actores necesitados de promoción. Tarambanas del mismo calibre haciendo el trabajo de cobertura que necesitan los nombrados para continuar distrayendo y disimulando sus tareas de saqueo.

Es una vieja táctica utilizada repetidamente por la derecha, los esclavistas, los gobiernos conservadores, para confundir y atrapar “incautos” que les permiten seguir imponiendo modelos de dominación y robo.

Al saqueo colonial lo venden como un intrépido viaje de exploración geográfica; al robo del dinero de los argentinos en el 2000 por Bancos y Financistas, Cavallo y cía. lo denominaron “corralito” (el lugar donde el bebé está cuidado y protegido); al ocultamiento de activos y a la evasión de impuestos a través de “Guaridas Fiscales” lo llaman “Paraíso Fiscal”; al dinero fugado y el blanqueo de dinero mal habido lo conocimos por los “Pandora papers”, el simpático mito, que viene con un mensaje bajo el poncho: “si destapan nuestros chanchullos les caerán todos los males.”

 

Ojalá llegue el día en que podamos poner en la gayola a delincuentes y saqueadores, así sean reyes o reyezuelos, mafiosos o contrabandistas, coimisionistas o financistas, testaferros o magistrados supremos. ¡Y que ese día no suframos la angustia de encanarlos sino la inmensa alegría de ser un poco más libres!

 

 

 

 

Gracias a Darío Fernández, Gerardo Boticcini y a Mariano Ribas de cuyas clases o artículos saqué varias de las ideas resumidas acá. Y a los que libero de las conclusiones que hice con ellas. El autor de la viñeta es Hugo Catalán.

 

 

La música que mejor va mientras se lee este artículo: Los hermanos pinzones en versión de Fontova y sus sobrinos.

https://www.youtube.com/watch?v=0PdN6M4o3vg

https://youtu.be/0PdN6M4o3vg

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sábado, 23 de octubre de 2021

Miradas

Los retratos que estas líneas acompañan son obra de Lorenzo Lolo Amengual y han sido hechos especialmente, lo que es un orgullo para La Pulpera. El de Tycho hace referencia a su amistad con el trago que lo ponía medio nebuloso pero no le impidió ver una de las últimas nebulosas aparecidas por nuestro vecindario sideral.




 

Vichar cosas secretas o desconocidas tiene un sabor especial (aunque en ese momento dejen de serlo). Ayuda a pensar cuándo nos hicimos mirones y qué tipo de mirones terminamos siendo. ¿Qué cosas nos da miedo mirar y cuáles nos proporcionan ese anhelado placer de saber... vaya a saber qué?

Dejando temas personales para otras entradas, me da miedo mirar el fondo negro del espacio, ese que aparece en las fotos que saca el telescopio Hubble.  Su temperatura es de 269 ºC bajo cero, es decir lo separan sólo 4º del cero absoluto. Así terminará todo cuando se apague el último sol (tranquiliza saber que no alcanzaré a presenciarlo).

Y me da gran placer leer una página bien escrita y observar que los modelos físicos que otros han hecho, funcionan. Mis héroes son los que miraron el cielo y sacaron sus propias conclusiones, los astrónomos de todos los tiempos y, en especial, aquellos que, con coraje sin igual, sostuvieron ideas sobre lo que veían más allá de lo que les decían que “debían” observar.





Copérnico, Aristarco, Tolomeo y todos sus antecesores, que llegaron a la teoría heliocéntrica viendo el cielo a ojo desnudo me dejan mudos de admiración. Algo debe haber habido en la Universidad de Bolonia (donde se formó Copérnico) para que tantas maravillas convergieran y salieran de allí.

De los que usaron instrumentos para sus observaciones tomaré como ejemplos a Galileo, Tycho Brahe y Cassini, que hallaron lo que hallaron mirando en instalaciones y aparatos que tuve la suerte de conocer. Su sencillez es aterradora frente a los resultados que obtuvieron. Y las alegrías que deben haber tenido no fueron menores que las penurias causadas por el sostenimiento de sus ideas.

Y un párrafo aparte para todos los astrónomos aficionados que mirando desde lugares tan insólitos como palomares o terrazas, con los instrumentos que tenían a mano encontraron desde la duración de los días en Marte hasta cometas y mediciones del tiempo para poner a punto relojes y novedades de los almanaques.


 


Según Amengual deben titularse:

Tycho descubre la nebulosa de la cerveza

San Galileo Mártir

Cassini el viejo

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viernes, 1 de octubre de 2021

Mauricio Kartun - Elogio del reciclado

LA MADONNITA, Comentarios a los comentarios del autor

 


“Angustia del creador que busca el secreto alquímico, esa piedra de toque que hará de la basura oro. O impulso del juntador compulsivo”. Así empezó MK cuando le preguntaron sobre La Madonnita y le pidieron que hablara sobre los materiales con que había hecho su obra.

Comparto y disfruto esa pulsión de encontrar-separar joyas perdidas o diamantes ocultos en obras admiradas y olvidadas en el arcón de la memoria. Después, esta parte no me toca, los grandes creadores las engarzan y construyen cielos nuevos con ellas.

Quiero aquí, con la manía de un coleccionista, discutir afectuosamente con el autor acerca del origen de algunos “ingredientes” que, nos cuenta, ha usado en la preparación; de si el carburador ese era de una Siambretta o no, de si tal cosa era de Arlt o de Onetti o de Quiroga, de si las fotos porno…

 

Es un atrevimiento de mi parte. Él no está acá para dar su punto de vista. Además, si lograra mostrarle la numeración borrada de la escopeta o el número de catálogo de la pieza que le falta, debería, como mínimo, pagarme un café. Y lo más absurdo es que, tal vez, ambos tengamos razón.

Daniel Salzano explica impecablemente esta aparente incoherencia. Relata el encuentro con un compañero del secundario que no ve hace muchos años: “Le pregunto a Arturo si sigue coleccionando estampillas y me dice que él nunca coleccionó estampillas. Y lo peor es que los dos tenemos razón”.

 

Acuerdo con el autor en que el tema central de la obra es la difícil relación de los varones con las mujeres, con el cuerpo de la mujer y la casi imposible relación con él/la otra, a partir de la concreción del deseo sobre un cuerpo idealizado/representado/imaginado y fugaz.  Pero no menos importante, me parece, es esa idea de vencer a lo fugaz (y a la muerte) a través de la fotografía, casualmente, otra representación.

Es allí donde, pienso, está el mayor proveedor de “ingredientes” de La madonnita: en Quiroga y sus cuentos La cámara oscura y El retrato. No en Arlt o, en todo caso junto con él, como proveedor de prostitutas y porno, me parece que está el Onetti de Un sueño realizado, El infierno tan temido y Juntacadáveres. Resulta muy llamativo que, en la obra de Kartún, el tercero en discordia con Hertz y Basilio sea un uruguayo, llamado “el lenguaraz oriental”.

 

También me parece que hay en Hertz, uno de los protagonistas de La madonnita, un claro eco del Kelvin de El retrato de Quiroga, ambos fotógrafos, por añadidura. 

Hacia el final de El retrato, Kelvin (¿Hertz?) cuenta que meses después del fallecimiento de su novia la empezó a olvidar y cuando revelaba sus fotos la imagen aparecía pálida y muerta. En La madonnita ‒en el cuadro II, Carnevale‒, cuando Filomena se escapa con su amante uruguayo, Hertz dice que todo el brillo de la vida se apaga, y al revelar las fotos su imagen aparece opaca, “como una materia sin vida”. El único recurso que le queda es buscar su imagen, reflejada en los ojos de Basilio, pareja de Filomena en las sesiones de fotos porno.

 

Así como en La cámara oscura el fotógrafo toma una foto del cadáver que quedará como algo vivo para sus familiares, al final, Basilio posa para Hertz en un intento de hacer una toma de la imagen que todavía tiene en sus ojos. Los dos quieren eternizar a Filomena, que la imagen obre el milagro de rescatarla de la muerte: el disparo del flash, el instante, en apariencia, perpetuo.

Más allá de quiénes, cuántos y en qué medida acudieron como musas en ayuda del autor, la obra es deliciosa, echa luz con piedad sobre un tema espinoso y abre el diafragma para que cada quien ilumine, a voluntad y en detalle, lo que quiera ver más nítidamente.

 

Para terminar, quiero agregar un homenaje al chatarreo literario: a la intertextualidad, al rescate, a la influencia o como quiera llamarse al hecho de celebrar obras admiradas, las “fatalidades de la afinidad” como les decía Raúl González Tuñón. Es decir, quiero hacer un homenaje al homenaje evocando la obra que me parece más ajustada a la idea de celebrar a los que ya transitaron estos caminos: Una soledad demasiado ruidosa de Bohumil Hrabal. El protagonista es un reciclador de papel que prensa y hace fardos con libros cuyo destino es ser materia prima para volver a fabricar papel y cartón.

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lunes, 27 de septiembre de 2021

Cartas que no llegaron -3-



Interrumpiremos (por ahora) el tema de estas cartas reuniendo otras tres obras, la primera de las cuales podría ser considerada la más emblemática del tipo; a pesar de la opinión contraria de un amigo que considera que, si hay una carta que no debe haber sido leída por quienes corresponde, esa es la Carta de las Naciones Unidas…

 

            Carta al Padre, 1919, de Franz Kafka (1823-1924)

Cartas de París  (Depuis qu'Otar est parti), 2003, película dirigida por Julie Bertucelli.

            Hijo de hombre (capítulo 7), 1960, novela de Augusto Roa Bastos (1917-2005)

 

 

Carta al Padre, la carta más leída de los escritores del SXX no llegó a destino. No podía hacerlo porque no fue enviada, ni siquiera entregada en mano. Kafka la escribió en noviembre de 1919, era bastante larga para carta, tenía más de 100 páginas escritas a mano. El bueno de Franz se la dio a la madre, para que a su vez esta se la diera al padre, pero la mami se la devolvió y la misiva terminó en manos de una amiga a quien K. se la regaló.

En ella hacía un repaso de las pésimas relaciones que habían tenido a causa de la excesiva rigidez y el autoritarismo con que el tipo manejaba las relaciones familiares. Parece que era un júpiter tunante y la mejor prueba es que nadie se atrevió siquiera a darle el escrito donde le cantaba las cuarenta. Parece el final de “Asamblea de ratones”, de Lope de Vega: – ¿Quién de todos ha de ser / el que se atreva a poner / el cascabel al gato?





En Cartas de París el inmigrante georgiano Otar, obrero de la construcción en Francia, envía cartas –y algo de dinero– a su familia en Tiflis, la capital. Las tres mujeres: la joven Ada, Mariana su madre y la abuela Eka comparten una vida dura y a la alegría de esos envíos. Pero Otar tiene un accidente fatal y no se animan en decírselo a la anciana. Continúan ellas escribiendo las cartas, lo que termina cambiando sus vidas. Un drama de la inmigración que ya estaba a la vista hace muchos años.

 

 

En Hijo de hombre las cartas son lo de menos, la novela es una de las más bellas maneras de conocer la grandiosa y trágica historia del pueblo paraguayo. Y de paso aprender algunas cosas del idioma guaraní, con su musicalidad y el milagro de su dulzura.

En el capítulo 7, Destinados, Miguel Vera narra sus cuitas, y las de otros presos, en el Penal de Peña Hermosa a orillas del Río de las Coronas (nombre original del Paraguay).

Allí Jiménez escribe largas cartas que nunca envía a su mujer. Justamente su estadía en esos pagos se debe a que mató a uno que se había enganchado con ella…

Si prefieren las artes visuales, les comento que fue llevada al cine por Lucas Demare, en 1961, con un elenco extraordinario: Olga Zubarry, Francisco Rabal, Carlos Estrada, Francisco Herrera, Adolfo García Grau. Acá se llamó Hijo de hombre pero en otros países fue titulada La sed.

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viernes, 17 de septiembre de 2021

Cartas que no llegaron -2-



 

Seguimos con 3 obras basadas en cartas cuyo destino fue incierto o no alcanzado:

 

            Cartas a Goya, 2019, mezcla mestiza de novela gráfica/epistolar de Lorenzo Lolo Amengual

Olga, 2018, novela de Bernhard Schlink

            Herzog, 1964, novela de Saúl Bellow (1915-2005)


 

Cartas a Goya es una selección de 25 misivas al pintor que incluyen, además, 25 copias de Caprichos originales y 25 “versiones actualizadas” hechas por Amengual. El autor ha escrito unas 82 cartas al pintor casi doscientos años después de su muerte. Al ser consultado -confieso que con sorna- por mí, acerca de si Don Paco las había contestado, recibí esta repuesta: “No ha contestado ninguna pero tengo indicios de que las ha leído a todas. Las ha respondido con otros Caprichos”.

En síntesis, una deliciosa muestra de humor, curso de bellas artes y recorrido por los monstruos que acompañaron a los autores, curiosamente tan actuales a pesar del paso tiempo.



 

Olga es la historia de una gran mujer, humilde, que se enamora de alguien de una clase social superior, por lo que deben mantener su amor entre la clandestinidad y la distancia. Sobrevive a dos guerras mundiales y muere en forma llamativamente temeraria.

Narrada en tres partes, la primera por un narrador omnisciente, la segunda en primera persona por un joven de una casa donde ella trabajó en quehaceres domésticos, y la tercera, la más interesante en su relación con el tópico que estamos viendo, en forma de cartas. Cartas que envía durante años a su amado Herbert, sin respuesta y donde ella, que termina vieja y sorda, muestra su inmensa capacidad de resistir.

“Es una historia de amor que se desarrolla en el interior de las sombras de la historia de Alemania”, dice el autor. Tal cual: Herbert entra en el ejército y se mete en cuanta expedición colonialista puede; la última al Ártico, donde encuentra la muerte. El hijo colabora con el nazismo. Justamente a ella, a la que le cuesta tanto todo, le toca un mundo así, del cual, aunque quisiera, resulta imposible desprenderse.

 

No he leído Herzog, pero está señalada como un ejemplo paradigmático de este grupo. Y así parece, está escrita como un montón de cartas que el bueno de Moses Herzog escribe a dios y a María Santísma (incluso tiene a Spinoza y a Nietzche entre sus destinatarios) pero no las envía. 

No pude resistir la curiosidad y di una pasada a varias de sus páginas: están llenas de frases y pensamientos que se podrían poner en un cuadrito pero, personalmente, el tema del judío norteamericano culposo me tiene harto. Sobre todo después de leer a Philip Roth o ver las pelis de Woody Allen, ambos insuperables (aunque Herzog sea anterior).

De todos modos, y sacando el aire autobiográfico de la novela, el tipo obtuvo el Premio Nobel en 1976 y es considerado uno de los autores más relevantes de de su tiempo.

 

Continuará…

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viernes, 10 de septiembre de 2021

Cartas que no llegaron -1-


Las cartas han sido siempre piezas muy utilizadas en la literatura. Además de base de muchas historias su uso como técnica narrativa ha constituido un género propio: el intercambio epistolar entre autores consagrados. Las leemos como un modo de conocer el “verdadero” rostro, su pensamiento íntimo.


Aquellas que no llegaron a sus destinatarios me resultan las más interesantes. Cualesquiera que fueran las causas, podemos agregar a sus contenidos nuestras fantasías sobre los caminos que podrían haber tomado vidas e historias en caso de haber sido recibidas.


Seguidamente van algunas obras donde el tema de hoy está como protagonista. A lo mejor algún lector recordará otras o películas con cartas que no llegaron. Agradeceré que las pongan en los comentarios.



El otro hijo, 1905, cuento de Luigi Pirandello.

Una madre siciliana, analfabeta, está desesperada. Sus hijos emigraron a América hace 14 años y no se comunican con ella. Cada ocasión en que otros jóvenes emigran se hace escribir una carta que les envía pero el resultado es siempre el mismo y sigue en la pobreza, con su dolor, batallando contra el destino.

Llegó al cine, es el primer cuento de Kaos, la conmovedora película de los Hermanos Taviani.

Lo pueden leer acá:

https://www.literatura.us/idiomas/lp_hijo.html




El corazón es un cazador solitario, 1940, novela de Carson Mc Cullers.

El protagonista, John Singer (¡cantor!) es sordomudo, aunque sabía hablar lo ha olvidado y no desea hacerlo. Su obeso amigo también lo es. Entre ellos hablan por señas. Los demás personajes “conversan” con John y salen convencidos de lo enriquecedor del diálogo y de que “es el que mejor los entiende”.

Para completar el grotesco, Singer escribe cartas que no envía, a su compañero que no sabe leer.

Resumiendo, a la idea del amor romántico la autora opone, desde el título, la suya: estamos solos en la búsqueda imposible del otro.

Otro personaje, Mick, aporta un poco de aire a tanta asfixia: quizá la música sea el camino para la comunicación.

La novela empieza con el armisticio de 1918 y termina cuando se desata la 2ª Guerra Mundial. La segregación racial, la marginalidad, el amor, la búsqueda de justicia van pasando como temas de una gran suite orquestal.

También fue llevada al cine, en 1968, dirigida por Robert Ellis Millner, con Alan Arkin como John Singer.




Boquitas pintadas, 1969, novela de Manuel Puig.

En Boquitas también hay cartas que no llegaron… a su destinataria. Son las que Nené escribe a la mamá de Juan Carlos, interceptadas y leídas por Celina, su hija (a la que Nené considera una “víbora”). Celina responde las cartas haciéndose pasar por Doña Leonor, llegando incluso a reenviar alguna, que incluye confesiones, al marido de Nené, complicando al matrimonio.

Fue llevada al cine, en 1974, por Torre Nilsson, con Marta González y Alfredo Alcón en los papeles de Nené y Juan Carlos.

 

Continuará…

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domingo, 5 de septiembre de 2021

Con el mismo cuento 68 - Final

La larga cadena



Más allá del olvido, la película de Hugo del Carril, adaptación de la novela Brujas la Muerta (también base de la ópera La ciudad muerta de Korngold y Schott) fue de inmediato señalada por “sus parecidos con Rebeca”, la película de 1940 dirigida por Hitchcock. Para Guillermo Cabrera Infante la acción implicaría, a su vez, “cien años de perdón” pues “la novela Rebeca de Daphne Du Maurier, en la que está basada la película del mismo título, es un calco de La sucesora de la brasileña Carolina Nabuco”. Juan Pablo Csipka da los detalles en su artículo:

https://www.pagina12.com.ar/361374-mas-alla-del-olvido-la-pelicula-de-hugo-del-carril-que-se-ad

donde se explaya sobre el asombroso parecido de la película de Hitchcock Vértigo con Más allá del olvido, anterior, de Hugo del Carril. Una lectora fiel y cinéfila, S.M.P., ha señalado que Más allá del olvido, además de los parecidos con Rebecatiene escenas calcadas a Luz de gas, película de 1944, dirigida por George Cukor con Ingrid Bergman y Charles Boyer. Agrego aquí su contribución.

Todo comienza porque Sudores fríos, la novela en que se basó Vértigo, es una evidente recreación/actualización de Brujas la muerta no advertida por los  realizadores.


El tema de la fijación/enamoramiento de una persona que encarna a otra, ya muerta, estaba de moda a fines del SXIX. De la misma época que Brujas la muerta de Rodembach era Halma, de Benito Pérez Galdós, novela en la que está basada (libremente) Viridiana, la película de Buñuel que logró la Palma de Oro de Cannes en 1977 (junto a su pedido de Excomunión por parte del Vaticano) y se llevó puesto al Ministro de Cine de Franco.

Don Jaime, aristócrata español vive, solitario, en su hacienda desde la muerte de su esposa, el mismo día de su casamiento. Su sobrina Viridiana, novicia, lo visita y el viejo queda deslumbrado por su belleza y el parecido con su mujer. Esto desata sus fantasías fetichistas y necrofílicas, la viste con el traje de bodas e intenta violarla mientras duerme… en un ataúd.

Tranquilícense: el viejo se suicida abrumado por la culpa y ella se redime invitando a comer al pobrerío.

Como casi todas las obras sobre el tema, tiene un final trágico.

 

Todas son hijas putativas de Ligeia, el cuento de 1832 de Edgar Allan Poe, donde la pobre Lady Rowena paga las consecuencias de ocupar el lugar de aquella del título.

Finalmente, mencionar a Francois Truffaut y a Gustavo Cabrera que entrevistaron a los directores y nos legaron sus valiosos testimonios directos de donde se puede concluir que no hay indicios de que conocieran la obra del otro al momento de filmar Vértigo. Incluso Del Carril vio Vértigo por primera vez, poco antes de su muerte.

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De yapa:

Les dejo un enlace al, para mí, cuento más delicioso que se ha escrito sobre los amores sobrenaturales y que homenajea al de Poe desde su mismo título:  Lighea o El profesor y la sirena de Giuseppe Tomasi de Lampedusa.

file:///C:/Bacapear/Cuentos/Guiseppe%20Tomasi%20de%20Lampedusa%20-%20Lighea%20o%20El%20profesor%20y%20la%20sirena.htm

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