lunes, 22 de noviembre de 2021

Berlín - Nina Hagen - Gardel - W. Benjamin

La entrada de hoy es una crónica recobrada por su autor , Lorenzo Amengual, (mientras buscaba otra cosa). La Pulpera la reproduce con su autorización por el increíble encadenamiento de hechos aparentemente inconexos que quedan atrapados al conjuro de su relato.


Berlin ist Dufte

Si Goethe escribió: DUFT quiso decir aroma. Si Nina Hagen grita: DUFTE, en el alemán dialectal de Berlín, todos entienden algo así como “piola, está rebueno, super, genial”. La canción BERLIN IST DUFTE (BERLIN ESTA GENIAL) cantada en los años 20 Por Marlen Dietrich, fue deconstruída por Nina y la podés escuchar en Youtube.


Nina tiene razón, La vida cotidiana en Berlín estaba llena de sorpresas. Estoy hablando de principios de los 90, el muro ya no estaba. Lo punk reinaba y Nina era la emperatríz. Nosotros vivíamos en Moabit, una zona especial. La vieja cárcel todavía me atemorizaba y en el cementerio de emergencia de la esquina encontré tumbas de jóvenes comunistas fusilados unas horas antes que los rusos terminaran la faena. Abundaban en el barrio inmigrantes turcos y orientales y, algunos argentinos le habían enseñado al carnicero armenio del mercado a rescatar el matambre intacto, un corte desconocido y una proeza en ese entorno. Yo trabajaba como diseñador para España, dibujaba enamorado de Nina Hagen. quien jamás me dio la menor bola.




Mi obligación como abuelo era llevar a mi nieto a su colegio bilingüe en Savignyplatz. En ese colegio mi hija era maestra y la escuela, reconstruida después de las bombas, tenía su secreto: allí, en el viejo edificio destruido, había estado sentado el pibe Walter Benjamin, como alumno. 

Antes de entrar, los padres nos entendíamos a medias en un castellano con todos los acentos que nuestras nacionalidades aportaban, mientras los chicos jugaban en alemán.

Un padre colombiano se acercó y me dijo: —Lorenzo, mi abuelo te espera en el café de la estación. Me sobresalté, hacía tiempo que esperaba esa noticia.




Miren arriba la foto aérea. Verán que frente a la escuela corre la S Bahn, el tren elevado. En los arcos, bajo las vías, funciona una librería brutalmente atractiva y en la estrecha calle lateral está el «Café de los italianos que brindaba una obra de arte en cada pocillo «spresso».Abajo verán la escena desde el otro lado: A) asoma la fachada del colegio. (B) la S Bahn, (C) los arcos de la librería. (D) la calle lateral peatonal que llega al café.




Trascribo lo conversado con el viejo Konrad Stampa

—¿Toma un café?, le pregunté en español, a ese hombre muy anciano.

Asintió con la cabeza y agregó con una sonrisa: —a un colombiano como yo eso no se le pregunta, me mantengo vivo a café, pero no se lo diga a mi médico.

En un castellano muy fluido, pronunciado en alemán cerrado, el hombre agregó: —Me dijo mi nieto que usted quiere saber que pasó. Asentí con la cabeza.

Comenzó a contar: —SCADTA era la sigla de la Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo, la primera empresa aérea alemana establecida en Sud América y respondía a los planes expansivos del nazismo.

Mientras hacímos lugar para apoyar las tacitas sobre la mesa, el hombre siguió hablando. —Volábamos aviones Ford, unos trimotores norteamericanos de lata, muy parecidos al Fokker. —Mi amigo Hans Thom, al mando de su avión, bautizado “Manizales” esperaba a un costado de la pista de tierra, cargado de pasajeros y combustible, Hans era muy bueno volando trimotores.



—Usted debe haber sido muy joven, interrumpí.

—Tenía 14 años, había mentido la edad para ser aprendiz de mecánico, era un chico que estaba deslumbrado por los aviones y el trópico. Le dio un sorbo a su café y agregó: —el otro avión, el F-31, también un trimotor Ford, debía despegar primero. Su piloto y propietario, Ernesto Samper Mendoza, un pionero de la aviación colombiana, tenía poca experiencia con trimotores. Esos aviones tenían motores de mierda y coordinar su potencia era un arte. Además el aeródromo de Medellín podía ser complicado. Lo demás usted lo sabe, esta en el informe y salió en los diarios, la única diferencia es que yo lo vi.

Continuó su relato: —El F-31 empezó su carreteo, mientras tomaba velocidad, experimentó un ligero desvío a la izquierda que Samper corrigió, entonces dio un pequeño salto y volando a cuatro o cinco metros de altura se desvió bruscamente a la derecha, hacia donde estaba estacionado el “Manizales”. Con el ala ligeramente levantada, como para evitarlo, el F-31 intentó girar pero descendió y chocó de frente al otro avión.

—El ruido llegó después, primero vi la bola de fuego y el humo negro, grité y corrí, pero el calor no me dejó acercar. El viejo quedó callado mirando sin mirar la tacita vacía.

—Y allí murió Gardel, dije.

—Me parece recordar, agregó sin escucharme, que entre las pocas cosas que se salvaron, había una partitura con los bordes ennegrecidos de una canción: Mi noche… Mi noche…

—“Mi noche triste” completé yo,

—Si esa, dijo el hombre.



Así me lo contó el viejo Konrad Stampa en Berlín, en el Café de los italianos, que ocupaba uno de los arcos que  sostienen las vías de la S-bahn, en Savignyplatz, cerca de donde nace o muere la calle Ku-Dam.

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(1)Rara foto de Gardel dentro del avión. (2) Trimotor Ford, se los bautizó Tin Goose, «Ganso de lata».

(3) Un dibujo mío, hecho en esos dias. (4)Escena de la película «El día que me quieras» 1935. Gardel con Tito Lusiardo.  El niño que figura en la escena filmada en Nueva York, es Astor Piazzola.


Contento con la primicia del accidente, silbando un tango volví pedaleando a Moabit. (Una bici chota y oxidada maltratada por la nieve y la lluvia, podía convertirte en el rey de Berlín). Entré en la disquería del turco Endogan y, con Gardel cantándome en la cabeza se me ocurrió pregunte si tenía algún tango.

 —Estos son tangos dijo y me alcanzó un Cd. Así conocí a Ibrahim Özgür, «el Gardel del Bósforo».

Supe entonces que en los años 20 y 30 , el tango fue muy popular en Turquía. Para muchos compositores y cantantes turcos, el tango, importado de París, fue el primer contacto que tuvieron con la música “occidental”. 

Con la ayuda de músicos armenios y judíos. el tango se estableció rápidamente. En ese tiempo Estambul era una ciudad cosmopolita, con muchos extranjeros, un público elegante e innumerables cabarés. El primer hombre en ganarse una audiencia fue este Ibrahim Özgür. Nacido en Estambul en 1905. Con 16 años, se fue a Ankara a estudiar clarinete y saxofón. Terminado el estudio volvió a tocar en clubes nocturnos en Estambul.


Fundó su propia orquesta de tango y se hizo famoso por sus arreglos. En 1931 comenzó la aventura de su vida: fue a una gira de conciertos que duró siete años, llegó al Lejano Oriente.

Esa gira comenzó en Beirut y lo llevó a la India, Java, Sumatra, Singapur y Ceylán. Özgür regresó a Estambul a través de Inglaterra, donde abrió su propio club “Ates Böcekleri”, la “Luciérnaga”.

Su primera grabación data de 1938. Su voz aterciopelada daba para el tango romántico. Los tangos de Ibraim, son impecables, a veces con sonoridades propias de Pugliese, pero su naturaleza le tira, desde el fondo de su orquesta un golpe de pandereta subraya una frase y te recuerda: Estambul no es Buenos Aires. 

Después de estas experiencias solo pude gritar fuerte Berlín ist Dufte !!!




Escuchá a Ibrahim Özgür. en Youtube, especialmente cantando la delirante canción con que homenajea a nuestro país:

la canción se llama «Aryantina» y su ritmo es... brasileño.


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