lunes, 15 de agosto de 2022

Epígrafes


Vayamos a las cosas: pondré algunos epígrafes que me gustan, empezando por uno que eligió Isidoro Blaisten. Dicho sea de paso: ¡Argentinos, a las cosas, a las cosas!, si mal no recuerdo es una frase que dijo Ortega y Gasset en una conferencia cuando visitó nuestro país en 1942 y que podría ser usada aquí como epígrafe.


Las mujeres deseadas y los ideales, ay, se alcanzan.

Adolfo Bioy Casares (Guirnalda con amores)

Este es el epígrafe que eligió Isidoro Blaisten para su cuento Dublín al sur.

 

Mía es la venganza: yo daré el pago merecido.

Nuevo Testamento (Romanos, 12, 19)

Epígrafe de León Tolstói para Anna Karenina

 

La superstición trae mala suerte.

Raymond Smullyan (5000 B.C., 1.3.8)

Uno de los epígrafes de Umberto Ecco para El péndulo de Foucault.

 

Tout será oublié et rien ne será réparé. (Todo será olvidado y nada se reparará.)

Milan Kundera (La broma, 1967)

Epígrafe de Manuel Scorza en Redoble por Rancas 


Los epígrafes son esas frases que los autores ponen al principio de sus textos con diferentes propósitos. Tan interesantes me resultan que podría escribir tanto a favor como en contra de su uso. Generalmente se trata de partes extraídas de otro texto de un autor conocido que, se supone, el escritor coloca como homenaje. O como clave o pista para orientarnos acerca de lo que vamos a leer o para confesar sus adhesiones e invitarnos a participar en su cofradía.

 

Me gustan especialmente aquellas que son verdaderas perlas encontradas y sacadas a relucir de en medio de textos ya reconocidos por tener luz propia. Y también aquellas que nos llaman la atención sobre un autor al que no dimos oportunidad o no conocíamos y, de repente, se presenta interesante y nos deja con ganas de leerlo.

 

Por el contrario, me producen rechazo esos que se ponen en el idioma original, sin traducción, como haciendo gala de una erudición de la que de entrada descreo o, peor aún, aquellos que son frases insulsas de autores consagrados y en los que los autores parecen querer escudarse para decirnos que están jugando en la misma liga que los citados. Me sacan de quicio las citas apócrifas, las erróneas, voluntarias o involuntarias, porque implican una desvalorización y burla a los lectores cuando, en realidad, es una confesión directa del poco rigor de esos autores.

 

 

Para terminar, un epígrafe equivocado o mal atribuido. El autor escuchó cantar el gallo, pero no sabía bien en qué gallinero. Era uno de esos al que, en ocasiones, el odio lo cegaba.


On ne tue point les idées. (traducida por DFS como: A los ombres se degüella: a las ideas no.)

Fortoul

Epígrafe de Domingo Faustino Sarmiento para Facundo o Civilización i Barbarie.



En realidad, la frase no pertenece a Fortoul sino a Volney según Paul Groussac, director de la Biblioteca Nacional Argentina (Crítica Literaria, Buenos Aires, 1924, página 255) y la traducción de don Domingo, digamos que es algo “libre”, para no perder la elegancia y el decoro de esta Pulpería.

Hay varios artículos referidos al tema, pongo los enlaces aquí:

El civilizador de San Juan, por José Pablo Feinmann en Página12

https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-71700-2006-08-20.html

 

Ricardo Piglia, en su novela Respiración Artificial le hace decir a Renzi, el protagonista: …la literatura argentina se inicia escrita en francés con una cita falsa, equivocada.

El mismo Piglia habló sobre el tema en sus lecciones en la TV Pública, que ahora editó Eterna Cadencia en forma de libro y que es imperdible.

.





No hay comentarios.: