sábado, 2 de septiembre de 2023

¿Cosa seria la poesía?

 



Dedicada a Jackie Couriel, obstinada defensora de la poesía y de las poetas.

Lo que sigue es un “guiso mestizo” hecho con todos los ingredientes que veo a mano, y en especial con partes robadas a Víctor Hurtado Oviedo de sus Otras disquisiciones, al Romancero y a alguna selección de poesías de Andrés Amorós.


Ante Federico García Lorca, cierto amigo recitaba versos de Rubén Darío y llegó a este: “Que púberes canéforas te ofrenden el acanto”.

-De todo eso, solo he entendido el ‘que’ – replicó García Lorca.

¡Pobre Rubén, jugando de griego! ...tras haber entrevisto nenúfares y cisnes nórdicos en el hirviente lago de Nicaragua, volvió para morir en León… García Lorca no lo entiende, y nosotros tampoco.

Celeste pintura negra. El venezolano Andrés Eloy Blanco (1896-1955) alcanzó lo más difícil de la poesía culta: ser popular *. No se lo propuso (quiso ser bellamente difícil: modernista), pero lo logró tal vez porque su vida se cruzó con las ilusiones frustradas de su pueblo.

Manuel Álvarez (Maciste) puso música a un poema que se canta como Angelitos negros. (1976; baquiné es un funeral africano para niños). Esto es ser popular.


V.H.O. Otras disquisiciones, págs. 243 y 254, Lápix Editores.


* Además es autor de la maravillosa Coplas del amor viajero a la que pertenecen estos versos:


No sé si me olvidarás

ni si es amor este miedo;

yo solo sé que te vas,

yo solo sé que me quedo.


Y que inspiró a Nicolás Guillén para homenajearla en su Glosa, que comienza así:


Como la espuma sutil
con que el mar muere deshecho,
cuando roto el verde pecho
se desangra en el cantil,
no servido, sí servil,
sirvo a tu orgullo no más,
y aunque la muerte me das,
ya me ganes o me pierdas,
sin saber que me recuerdas
no sé si me olvidarás.


Para concluir va este Soneto, del que dice Andrés Amorós: Este soneto abarca una anécdota muy concreta…: usando un refrán de base religiosa, en Dios y en hora buena, sale en busca de un encuentro erótico pagado.

...El poema culmina en una enumeración de verbos, en tercera y en primera persona, verdaderamente brillante, y en una proclamación de la satisfacción erótica que rompe muchos tópicos sobre nuestro Siglo de Oro.


Esta mañana, en Dios y en hora buena,

salí de casa y víneme al mercado;

vi un ojo negro, al parecer, rasgado,

blanca la frente y rubia la melena.


Llegué y le dije: “Gloria de mi pena,

muerto me tiene vivo tu cuidado.

Vuélveme el alma, pues me la has robado

con ese encanto de áspid o sirena”.


Pasó, pasé; miró, miré; vio, vila;

dio muestras de querer, hice otro tanto;

guiñó, guiñé; tosió, tosí; seguíla;


fuese a su casa y, sin quitarse el manto,

alzó, llegué, toqué, besé , cubrila…

dejé el dinero y fuime, como un santo.


El autor: Fray Damián Cornejo (1629-1717), profesor de la Universidad de Alcalá de Henares y Obispo de Orense.

.lo

2 comentarios:

Jackie Couriel dijo...

¡Muchas gracias! Acá te dejo unas reflexiones de Liliana Bodoc para agregar alguito al guiso mestizo:

"La poesía es una de las alturas máximas a las que podemos acceder como especie porque es inútil. ¡Y qué libres somos cuando producimos más allá de lo urgente, de lo necesario, de lo utilitario!
Es como acariciar a alguien que duerme, no hay interés mensurable".
Liliana Bodoc

Fernando Terreno dijo...

Gracias. Agregando y revolviendo (el guiso).
Ahora, entre nos, ¿no hay interés en acariciar a alguien que duerme...?
-Vamos doña Liliana, que no somos niños...
¿No será que a su poesía le estará faltando más carne que a este guiso?
¿No era que nuestra literatura empezó en El Matadero?
-Ah, ¿que no entendí nada?
-Es posible, muy posible...