viernes, 29 de agosto de 2025

Automóviles – novedades tecnológicas


Hace muy poco, una amiga me mandó un video donde un familiar suyo, que estaba en San Francisco (California), tomaba un taxi, sin conductor, que habían solicitado por teléfono…. Los pasajeros eran tres, dos se ubicaron en los asientos traseros y su hermano en el delantero derecho. El viaje tuvo un final feliz: arribaron sanos y salvos a su destino al cabo de poco más de 12 minutos. Durante el trayecto pude observar que los pasajeros ubicados atrás no miraron hacia adelante, escudados detrás de los asientos delanteros y el ubicado al lado del conductor inexistente pronunció la palabra scare (susto) más de media docena de veces mientras ejercitaba todos sus músculos abdominales al llegar a las intersecciones y tanteaba con insistencia un imaginado pedal de freno.


De inmediato recordé el relato de mi padre contando la primera vez en su vida que vio un automóvil, hacia fines de la Primera Guerra Mundial.

Estaban repartiendo pan, por las colonias cercanas a nuestro pueblo del sur de Córdoba, en una “volanta” tirada por uno o dos caballos cuando en un cruce de caminos se toparon con el artefacto desconocido. Volvieron a la panadería con una gran excitación y fueron corriendo a contarle a la nona Francisca el suceso: “Mama, mama, usted no va a creer pero vimos pasar una carro con caballos, muy rápido, levantado un tierral, …¡pero sin los caballos! Se lo juro mama.” Y selló su juramento besando un par de veces los índices cruzados de las manos.



La aparición de los primeros automóviles por nuestros caminos dejó huellas imborrables y anécdotas divertidas. José Luis Castiñeira de Dios, el gran músico argentino, contó esta. Nuestra familia estuvo radicada en Ushuaia desde principios del siglo XX. Para 1920 nació mi papá (el escritor y poeta José María) y en 1925, mi tío Enrique. En el medio ocurrió que mi abuelo compró y llevó a Ushuaia el primer Ford modelo T que hubo en la isla.

Tan orgulloso y entusiasmado estaba que al nacer mi tío lo bautizó Henry, como homenaje a Henry Ford.

Con el tiempo esto pasó de ser un hecho divertido a un problema familiar, en especial para el tío que detestaba ese nombre inglés, al punto de iniciar acciones legales hasta lograr que la justicia autorizara al Registro Civil el cambio de nombre y la emisión de un nuevo documente donde constaba el que eligió: ¡Enrique!

Enrique fue un prestigioso abogado y es considerado el padre de la legislación vitivinícola y uno de los pilares del Instituo Nacional del Vino. Pero, dice José Luis, cuando lo querían hacer enojar, le decíamos Henry.

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sábado, 23 de agosto de 2025

La viajera – A traveler needs

 



Impresiones sobre la película de Hong Sang-soo


La viajera, 2024, Corea del Sur, dir. Hong Sang-soo, 90 min., con Isabelle Hupert, Kim Seungyun, Lee Hye-young, Kwong Hae-Hayo, Ha Seon-guk y Jo Yun-hee.


No bien termina la película deja una sensación de vacío e inquietud que en poco tiempo se transforma en interrogantes y cuestionamientos que paso a comentar, despúes de recordar que esto ocurre sólo con las muy buenas.


Primero señalar lo que para mi es el tema central: las limitaciones de la lengua en la comunicación y la imposibilidad de la traducción.

En este sentido es la película más literaria que he visto. Y lo digo porque esto ha sido abordado por muchos escritores. Dice lo mismo que Carson Mc Cullers en El corazón es un cazador solitario con el agregado de que en su novela postula a la música como un modo más completo de transmitir sentimientos (en el film todos los personajes tocan algún instrumento).


En segundo término, la película gira alrededor de un tópico clásico: la llegada de una extraña (no sabemos nada sobre el personaje de Hupert) produce el cuestionamiento y la reacomodación de todos los involucrados.

Para reforzar el primer punto los coreanos se relacionan con la viajera francesa en inglés (nadie en su lengua materna) y las traducciones ocasionales de unas poesías coreanas las hacen con sus celulares, la única que no tiene o usa celular es ella. Justamente la poesía que, según el poeta argentino Carlos Mastronardi es casi intraducible: "Todo es traducible, excepto el lenguaje. ...Vana es la tarea de verter a otro idioma el lenguaje del poeta,…”



Las actuaciones merecen un párrafo: la película puede dividirse en tres escenas donde Iris (Isabelle Hupert), la protagonista; interactúa con una estudiante, una familia y un joven poeta (y su madre). Todos, en especial, la joven y el matrimonio, tienen actuaciones superlativas al punto que la labor de Hupert resulta demasiado estática.


No pude dejar de preguntarme si Corea es así como nos la presenta o si lo que vemos es una versión para occidentales. Me pasa como cuando veo o leo algo de Kashuo Ishiguro o de Orhan Pamuk y me dicen que es literatura japonesa o turca, cuando en realidad estamos leyendo literatura inglesa o norteamericana hecha por gente de aquel origen. Lo que resulta indudable es que la sociedad tiene enfoques pre freudianos. A esta altura del partido la presentación de algunos conflictos resulta casi infantil para nosotros que tenemos más de 100 años de existencia del psicoanálisis.


Para concluir, la película deslumbra por su simplicidad, su ritmo lento es inquietante y se apoya en pilares muy sólidos en su construcción: “Para novedades, los clásicos”, a los que agrega un planteo singularísimo sobre la comunicación y nos estimula a atisbar las (in)posibilidades de un futuro de traducciones automáticas y algoritmos de enseñanza de lenguas.

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