Si alguien me hubiera dicho que jugar con diccionarios podía ser muy divertido lo hubiera mirado, por lo menos, con extrañeza y tratando de averiguar de qué clase de pájaro se trataba. Pero me regalaron “Otras palabras: jugar y crear con diccionarios” de Eduardo Berti y aquí estoy, disfrutándolo como se merece y dispuesto a compartir con un ustedes algunas perlitas.
Me sorprendió con la gran cantidad de diccionarios que vagan por este mundo, entre los que está el famoso Tesoro de la lengua castellana o española (conocido como el Covarrubias, por el apellido de su autor), de 1611, que por antiguo que parezca se inspiró en el Dictionnaire françois-latin de 1573 de Jean Nicot. Hasta acá nada nuevo, ya sabemos que original no queda ni el pecado. Pero resulta muy interesante que Jean, además de archivista y lexicógrafo era diplomático y, como tal fue enviado en misión a Portugal donde probó las delicias del tabaco y lo introdujo en Francia en 1560 con gran éxito. Parece que la Reina Madre, Catalina de Médicis, tenía unos dolores de cabeza fatales y el tipo le sugirió que aspirara polvo de tabaco, lo que la curó como por encanto. La yerba se difundió como reguero de pólvora. Cómo sigue esto, ya lo conocen ustedes: la primera te la regalan y la que sigue te la venden…Y lo que, posiblemente, ya estarán pensando: el nombre de Nicot se inmortalizó en el de la sustancia activa del tabaco: la nicotina.
Otro punto desopilante fue la confirmación de que las etimologías tienen (pueden tener) un origen dudoso. Esto lo sabía puesto que con mi amigo el Lolo Amengual sabemos inventar orígenes apócrifos a ciertas palabras, directamente relacionados con la cantidad de cierta bebida que hayamos tomado en la ocasión. Por supuesto que las mezclamos con alguna cita verdadera que haga verosímil el producto de esos afanes.
No somos los únicos, el mismísimo Mempo Giardinelli escribió un cuento o nouvelle donde afirma que la palabra “adicto” viene de “no dicho” (a-dicto) y de allí pasa a interpretaciones psicoanalíticas y a la relación de las palabras con la cura, etc., etc. Cuando consultamos a una lingüista de verdad (a Ivonne Bordelois, si mal no recuerdo) se rió de esa versión y comentó que en realidad, viene de una figura del Derecho Romano, el dicterium, que significa adherido a la cosa (ejemplo, una deuda hipotecaria no prescribe por venta sino que, en caso de no haberse saldado, el comprador pasa a ser el responsable de la deuda, que está adherida a la cosa).
En el libro de Berti nos enteramos que ya Francisco de Quevedo la consideraba una cuestión de ingenio: “Cosa más entretenida que demostrada.”
Para cerrar, un chiste de Alberto Cognini -el director de la revista de humor Hortensia- con una etimología a la cordobesa:
Negrazón y Chaveta van en la Puma en dirección al aeródromo de Pajas Blancas y pasan por un hotel alojamiento de nombre “Eros”.
-¡Qué espectacular!, -dice Negrazón.
-Lo que no entiendo es el nombre raro que le han puesto, -replica Chaveta.
-No jodai, ¿en serio?
-Sí, ¿que querrá decí?
-Está clarísimo: Eros… ¡que esta cerca del erospuerto!
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