domingo, 2 de octubre de 2011

Goles Tejidos

Fútbol - Tejidos - Literatura
Creo que hay algún vínculo entre el fútbol y el tejido, si los vemos como artesanías. Trataré de explicarme, de conservar la ilación, de no irme por las ramas; no quiero perder el hilo ni que se me escape algún punto de esa relación íntima que, sospecho, viene desde lejos pero sigue vigente.

Se muestra con claridad en esta expresión de admiración de los tiempos en que las pelotas de fútbol eran de gajos cosidos con tiento: la descose. Por ejemplo: El negro Juárez la descose, la bajó a lo Garrincha y la puso en un ángulo.
Y en el diario del lunes pasado, cuando decía: Messi robó el balón en el centro del campo y enhebró una jugada personal maravillosa que terminó en el segundo gol.
Ni qué decir de esa ocasión en que Maradona manejó los hilos del equipo que, poco a poco, fue tejiendo jugadas más precisas hasta asestar un contundente golpe al arco enemigo.

Las palabras texto y tejer vienen de la misma raíz. Ya que estamos, podríamos agregar la palabra fútbol, ponerlas a todas en la misma bolsa –una bolsa de red- y ver la trama, la urdimbre, y el entrelazado de los hilos del fútbol con los de la literatura.

“Cuando se levantó, seguro de que había desviado el tiro, encontró la pelota al fondo de la red.”
(Moacir Barbosa, cuento de Eduardo Galeano)

Le canto al gol.
Redondamente puesto
en el arco violado con un
temblor eléctrico.
Al gol tejido, urdido o reventado
como un amanecer contra la
tarde.
(Canto al gol, poema de Héctor Negro)

Puede que lo dicho hasta acá no sea muy convincente, pero los apodos de estos jugadores no dejan lugar a dudas sobre la ligazón fútbol-tejido:
A Vicente Zito, jugador de Racing y Quilmes en los años 30, y a Carlos Pol, de All Boys en los 40 los apodaron “la bordadora” por la habilidad para esquivar defensores.
Talleres de Córdoba, allá por 1960, tenía un delantero muy habilidoso: Miguel Antonio @ La Wanora Romero. La Wanora era una máquina de tejer hogareña que se fabricaba en Córdoba por ese entonces y tenía una gran popularidad. Se decía que “le tirabas un ovillo y te sacaba una bufanda”. Venía en dos modelos, la Piccola y la Maglia. Parece que La Wanora Romero los tenía a los dos, juntos, adentro.

Los noto algo escépticos acerca de la relación postulada. Es muy posible que tengan razón, podría estar algo traída de los pelos… Hablando de pelos, lo que es indudable es la relación entre el fútbol y La Peluquería... ¿Vieron el golazo de tijera que hizo Lisandro López de Arsenal de Sarandí el domingo pasado?



Tiros libres, El fútbol en cuentos, poemas y crónicas, Ed. Del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Buenos Aires.
El fútbol a sol y a sombra, Eduardo Galeano, Siglo XXI Editores, 1996
La Wanora Romero, nota de Daniel Salzano. (nosotroscordobeses.com.ar)

La primera ilustración es de Hugo Catalán, de la de abajo les debo el autor.
.

11 comentarios:

andal13 dijo...

¡Muy bien hilvanada esta entrada!

Si nos ponemos a analizar las metáforas del fútbol, llenamos varios blogs...

Fernando Terreno dijo...

andal13:
Sobre ese hilvanado tu comentario es un pespunte y una advertencia que voy a seguir: no me meteré en asuntos futbolísticos. Prefiero algo más liviano, Política Internacional, por ejemplo.
Un abrazo y gracias.

juan pascualero dijo...

Excelente entrada! La imágen de la prehistórica pelota me trajo recuerdos de la infancia y los dolores de cabeza por cabecearla cuando estaba mojada. Un abrazo.-
P.D.¿Esa era No. 4?

Fernando Terreno dijo...

juanpascualero:
Yo alcancé a conocer las pelotas que se cerraban con tiento, pero quedaba medio escondido y era mucho más chica la abertura de lo que se ve en la foto. Me parece que eran marca Fulwence o Sportlandia y es cierto eso de que eran imposibles de cabecear.
No sé el número de la de la foto, pero la nº5 era para "grandes".
Lo único que recuerdo con certeza es que eran de cuero color suela y ¡no tenían publicidad! (esto sólo las hace muy interesantes, pero como pelotas, son mucho mejores las de ahora).
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Fernando querido, sos un troesma, en varios de los topicos que abordas laburas con amor y talento, apasionadamente (eso da "nadamente" si lo caza un lacaniano "se acabo la diversion"), pero parece que en tu blog por suerte carecemos de mesejantes nabos. Bueno, nada como dicen nuestros hijos, una abrazo fraterno, lo unico que te colocaria en non plus ultra seria que seas hicha de boquita y que supieras quien es Margara Saenz.Ahh creo que "las pelotas se llamaban" o mejor dicho su marca era Superball.

Fernando Terreno dijo...

Gracias por las alabanzas y le voy a robar ese asunto de Lacan que desconocía totalmente/nadamente.
Soy hincha de Boca en camino de dejar de serlo por la vergüenza que me produce el sistema de juego 4-4-4 ó 5-4-5 que tenemos. Me refiero a los árbitros comprados que juegan para nosotros, y a la larga tradición de no cobrar los fules de los asesinos que tenemos en la defensa desde Giunta, Morel Rodríguez, Somoza y el Chileno ese que no me acuerdo. Si el fauleado no presenta el certificado de defunción en la mano, no nos cobran un solo foul en contra.
No conozco a esa Margara, pero me pregunto si será un anagrama o una de sus bromas (Amargar).

Anónimo dijo...

Googlea Otra vez Amarilis y te vas a enterar quien fue, es o seriola Margara Saenz, Es una poesia "calentita" y con un juego en el ritmo que hace acordar a Girondo o a la Pizarnik, casi nada.
Un poco de piedad con lo muchacho diatrá, son espantosos tenes razon pero nunca hemos tenido colegialas en la defensa, me acorde de Marzolini saliendo con la cabeza levantada y la pelota atada alopiese.

Fernando Terreno dijo...

¡Qué grande la historia de "Otra vez amarilis"!
Y lo bien que "dialoga" con la historia tuya.
Saludos a Meneses y a Maidana.

Fernando Terreno dijo...

Me olvidaba: No te pases de la Raya.

Anónimo dijo...

Otro invento argentino (sonamos) parece que la pelota sin tiento la inventaron unos cordobeses,
segun cuentan en la Wiky...habria que buscar algo mas confiable no?

América dijo...

Fernando la has bordado primorosamente...No te ha queddo cabo suelto.