miércoles, 11 de diciembre de 2013

Paella – (la palabra)


Cuando los fenicios arribaron a la península ibérica (aprox. 1000 a.C.) trajeron, además del nombre (ellos la denominaron Hispania), una tradición gastronómica que sobrevive hasta nuestros días: introdujeron en las antiguas poblaciones celtas e íberas, las primeras vides y olivos. Mucho después, en el siglo VIII d.C., los árabes invadieron la península trayendo consigo el arroz a la zona del Levante: Castellón, Murcia y sobre todo Alicante y Valencia fueron territorios propicios y allí comenzó su cultivo. De esta mezcla de aceites fenicios y arroz de Oriente como ingredientes básicos nació la famosa “paella” valenciana, tan universal y tan múltiple que hoy día cada pueblo, cada cocinero, cada ama de casa de la región proclama la autenticidad de su receta.
 


 
Pero, ¿por qué se llama así? En catalán “paella” significa “sartén” y deriva del latín “patella” (literalmente: plato en que se cuece la vianda y se sirve a la mesa), modesta contribución que los romanos , mucho después de los fenicios y antes de los árabes, hicieron a la gastronomía latina, ya que en Francia se transformó en “paele”, y posteriormente en la Edad Media derivó a “poêle”, palabra con la que aún en la actualidad se designa en ese país a la tan útil como popular sartén; pero es recién a partir de 1900 que se comienza a usar el término “paella” como sinónimo de arroz a la Valenciana.

En Castilla, por una lógica cuestión fonética, se transforma en “paila” y con esta denominación se introduce en el equipaje de los primeros conquistadores de América. Con ellos arriba al Nuevo Mundo donde, a partir de entonces (y en especial en las provincias del NO argentino) se la encuentra como elemento indispensable de la cocina regional. Aunque relegada un poco por la modernidad , la vieja y apreciada paila de cobre se considera aun muy útil, y no se concibe un buen dulce de zapallo, membrillo, higo o mamón que no sea preparado en este recipiente, con el complemento de la tradicional cuchara tallada en algarrobo.

Para dar testimonio, nada mejor que esta zamba:
Del tiempo ‘i mama
Letra y música de Rodolfo (Polo) Giménez

Veo la cuja, el brasero, el telar,
la paila i'cobre, el huso de hilar,
y en la batea, con puyos tapao,
está leudando el amasijo para hacer el pan.


En broma, a esta zamba, por ese afán de mencionar todo como en una lista,  la llamábamos “El inventario”.
 

La mayor parte de esta entrada está tomado de otra cuya autora es Penélope, en su blog El Caldero de la Bruja: http://blogsdelagente.com/clementinajorg/
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