Los
cordobeses* son gente ingeniosa y divertida, especialmente para ponerles
nombres y motes a las cosas. Pero como toda regla tiene su excepción, los
nombres de sus ríos no son un dechado de ingenio sino, más bien, una gran desilusión,
una sombra de duda sobre la veracidad de la primera afirmación.
En
efecto, haciendo gala de una pobreza imaginativa franciscana (o de un rico
espíritu clasificatorio) más parecen haber sido bautizados por un contador que
por un poeta. ¡Se llaman Primero, Segundo, Tercero, Cuarto y Quinto!
En
el prólogo a su cuento En el andén, el gran escritor José Viñals (cordobés, entre otros
defectos personales) escribió:
Hay nombre de
ríos en el mundo que inducen a soñar y le agrandan a uno el alma: el Tigris y
el Éufrates en primer lugar, el Nilo, el Orinoco, el Ródano, el Danubio, el
Tajo, el Pilcomayo, el Paraná, el Bermejo.Son nombres –uno piensa– brotados de la boca de hermosos pueblos en estado de alta poesía prístina e involuntaria, de inocencia, de sueños; en el estado en que se hallaría Adán en el Paraíso, en la embriaguez y el delirio de nombrar a cada nuevo ser, en aquel viejo instante de la Creación en que la poesía estaba hecha sólo de sustantivos y de perfectas interjecciones.
Oh, leopardo, cebra, luna, avellana, oh mujer, oh jilguero, encina, pez, caballo.
Pero hay nombres de ríos que sólo pueden esterilizar al sueño y al soñador. Piénsese en los ríos mayores de mi provincia, llamados inspiradísimamente Primero, Segundo, Tercero, Cuarto y, desde luego, Quinto.
Bien, el Segundo y el Tercero fueron mi Tigris y mi Éufrates…
*Naturales
de la Provincia de Córdoba, República Argentina.
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