En
1898 Alberto Santos Dumont (1873-1932),
brasileño, joven heredero de una familia de magnates plantadores de café, daba
rienda suelta a sus pasiones deportivas volando, sobre una chispeante París, el
globo Brazil que, ingobernable, terminó a merced del viento. Decidido a ir hacia donde él quería, siguió experimentando con diferentes
aparatos convirtiéndose en pionero de la naciente aviación.
Superando
fracasos consiguió finalmente despegar y tener su avión bajo control en vuelos de
unos pocos segundos hasta que en 1907 logró mantenerse varios minutos sobre los
cielos de París alrededor de la Torre Eiffel.
Manos
y pies no le alcanzaban para operar los diferentes controles de las máquinas
voladoras, menos aún le daban tiempo para sacar su reloj de bolsillo, abrirlo y
darle una mirada, por lo que habló con su amigo Louis Cartier (1875-1942), nieto del famoso joyero y relojero Louis
Francois Cartier. El resultado fue un hermoso reloj de pulsera, cuadrado, que
la casa Cartier bautizó Santos en 1904.
Como los dos, Alberto y Louis eran dos cajetillas muy admirados por la sociedad
de la época muy pronto todos querían tener un Santos, la demanda crecía día a día y hacia 1911 se producía en
cantidad (limitada, por supuesto, para que siguiera siendo símbolo de estatus).
El
éxito del reloj pulsera fue tan grande (ayudado por una campaña para su uso
militar en la 1ª Guerra Mundial) que hacia 1920 superó a los relojes de
bolsillo que comenzaron su camino al olvido.
Sintéticamente,
los relojes tienen dos partes: una para medir el tiempo (péndulo, rueda vaivén,
diapasón, osciladores de cuarzo) y otra para almacenar la energía para accionarlos (cuerda,
resortes, pesas, pilas). Todo lo demás son accesorios y cosas que hacen a la
facilidad de lectura y a usos diversos.
En
la evolución de los relojes pulsera los hitos fundamentales fueron:
·
1923
Primer reloj automático (no es necesario darle cuerda). Se cargaba por
medio de un volante accionado por los movimientos del brazo.
·
1926 Rolex hace la primera caja estanca
(sumergible)
·
1928
Primer reloj anti-choque y antimagnético.
·
1960
Bulova lanza el Accutron, primer cambio realmente significativo en la
relojería: la rueda vaivén se reemplaza por un diapasón accionado por una
bobina eléctrica y la cuerda resorte se reemplaza por una pila.
·
1969
Seiko lanza el primer reloj de cuarzo. El dispositivo que mide el
tiempo, pasa de unas pocas oscilaciones por segundo (mecánicos) ó 375 osc/seg (Bulova)
a 100.000 Hz y más. La precisión aumenta mil veces.
Este
último gran hito inicia la “crisis del cuarzo” de
la década de 1970 de la industria relojera suiza. El concepto pasa de un reloj
para toda la vida a un reloj que se puede cambiar todos los meses. La
producción japonesa de relojes supera a la de habitantes del mundo. Mi viejo y querido
Casio de plástico de 14 U$S tiene 100 veces más precisión que el Rolex o el
Omega más caros del mundo.
Hacia
1983, empieza la recuperación de la industria relojera suiza basada,
fundamentalmente, en dos cuestiones comerciales: competir con los cuarzos japoneses con relojes con el “toque suizo" (con máquinas orientales salen a la venta los Swatch con sus llamativos diseños) y revalorizar el concepto de que el reloj
debe ser una joya única (con el valor de una marca famosa) que prestigie a quien lo
lleve. La idea de que el reloj es un aparato para medir el tiempo es obsoleta.
Cualquier teléfono celular lo mide con más precisión que esas “joyas” pero el estatus
es el estatus y los suizos están demostrando que como relojeros han sido
totalmente superados pero en conocimiento de los recovecos del alma humana están bien adelante.
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