miércoles, 31 de agosto de 2016

Ajedrez y cine - ¿Error de Bergman?

Ajedrez y cine – El séptimo sello

 
Entre las partidas de ajedrez más famosas de la historia del cine está la que juegan el caballero y la muerte en la película, del director sueco Ingmar Bergman, El séptimo sello.
Antonius Block (Max von Sydow), el caballero que regresa de las cruzadas, lleva las blancas y La Muerte (Bengt Ekerot), las negras, que terminan vencedoras.
No hay nada nuevo en lo dicho hasta aquí, pero si observan con atención algunas escenas de la partida encontrarán algo que pasó desapercibido por el director, el montajista y la producción del filme: en ocasiones, las piezas están mal dispuestas sobre el tablero.


 

Los jugadores deben tener una casilla color blanco en el extremo derecho. Como tiene 64 casilleros lo que ocurre es que, para la escena, las piezas fueron dispuestas con el tablero girado 90º de la posición correcta.
Las escenas se filman muchas veces y en la película, generalmente, las piezas están bien colocadas, con la casilla blanca a la derecha, como se ve en la otra foto. Pero en la copia que he visto yo, la posición de las piezas aparece cambiada en ocasiones. Incluso cuando la muerte anuncia que está por dar mate en la próxima jugada, hay dos enfoques de la misma escena -con la cámara detrás de uno y otro jugador- en que el tablero aparece en posiciones invertidas. El rey blanco, que está por recibir jaque mate, aparece en la casilla blanca en un enfoque y en la negra en el siguiente.

 
Más o menos llamativa, la anécdota no quita valor alguno a la película. Para ayudar a decidir a algún lector a verla les pongo una síntesis del argumento: después de diez años de combatir en las cruzadas, el caballero Antonius Block y su escudero regresan a Suecia. La peste negra asola Europa. Antonius se encuentra con La Muerte que lo reclama. Para ganar tiempo, y con la esperanza de obtener respuestas a sus dudas sobre las grandes cuestiones de la vida, la muerte, y de la misma existencia de Dios, le propone jugar una partida de ajedrez. El diálogo es muy interesante, pero les adelanto que la esperada palabra del supremo no llega… porque como escribió Miguel Hernández: “Y Dios dirá, que está siempre callado”.
Es en blanco y negro, de 1957 y dura 95 minutos.
Por si ustedes también dudan, agrego que pueden ver a una muy joven Bibi Anderson.

Fernando Terreno
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