Enrique
IV y El otro
Habiendo
superado los cincuenta artículos, vale recordar la idea original de esta serie: reunir obras
que tengan alguna conexión en su temática o abordaje. Encontrar esas reescrituras,
homenajes, parodias amorosas y de las otras, conscientes o inconscientes, que
muestran que, desde el fondo de los tiempos, a los humanos nos afligen cuestiones
parecidas. Hoy toca el turno a dos grandes de la Literatura, ¡que los
disfruten!
Enrique
IV, teatro (1922)
de Luigi Pirandello (1867-1936).
Estrenada
en 1922 en el Manzoni de Milán con gran éxito.
El
otro, teatro
(1926), de Miguel de Unamuno (1864-1936)
Estrenada
en Berlín en 1828, en Madrid en 1932 con Margarita Xirgu y en Buenos Aires en
1934 con Lola Membrives.
El
primero en darse cuenta del interés de ambos autores por los mismos temas fue
¡el propio Unamuno! En 1923 –antes de
escribir El otro– publica en el
diario La Nación de Buenos Aires su artículo “Pirandello y yo” donde admite que la afinidad de ambos es un “fenómeno
curioso que se ha dado muchas veces en la historia del arte, de la ciencia o la
filosofía… dos espíritus, sin conocer sus sendas obras, sin ponerse en relación…
un mismo camino… hayan tramado análogas conclusiones… llegado a los mismos
resultados. …es algo que flota en el
ambiente… o late en las profundidades de la historia y que busca quien lo
revele”.
Las
dos obras son absolutamente singulares y distintas pero tienen especiales
coincidencias; en su temática: la locura, el otro, la identidad, la muerte y en
su forma: ambas trascurren en un espacio cerrado en el que hay encierro, crimen
y locura.
El
protagonista de Pirandello, después
de un accidente, cree ser Enrique IV, el monarca
germano, y el resto de los personajes le sigue la corriente. Después de doce
años recupera la cordura pero opta por fingir no haberla recobrado para no ser
imputado por un crimen que comete. Toca la compleja relación entre el personaje y el
ser, entre ficción y verdad. La locura está más cerca de la verdad que la
excesiva adaptación de los cuerdos. Todos los personajes tienen nombre menos el
protagonista: al ser rotulado loco, no lo tiene, no ES.
Ernesto, encuentra a Cosme (¿o a Damián, su hermano gemelo?), esposo de su hermana Laura, en estado de
locura. Ha recibido la visita de su idéntico hace una semana y lo ha matado,
pero no se sabe quién es el sobreviviente. Se agrega Damiana, esposa del otro mellizo, que viene a buscarlo. Un médico y el Ama intentan infructuosamente
resolver el misterio por distintos caminos. Con cierto tinte policial,
dudan entre aclararlo o “enterrar el tema” en el ámbito familiar. Unamuno tampoco nombra a su protagonista:
este se autodenomina, EL Otro.
Dice
Ana Martínez Peñuela: “Existe un
paralelismo entre los personajes de ambas obras: hay un personaje que organiza
la escena (no olvidemos que para ambos autores la vida es teatro y el teatro es
vida) y que va a estar representado por el cuñado de El Otro, Ernesto, y por el
sobrino del personaje que se va a creer Enrique IV al que llamaré X, Di Nolli.
Hay
dos médicos, tachados de alienistas, dispuestos a curar la locura de El Otro,
Juan, y de
X, Dr. Genoni ; dos mujeres en cada obra que responden al desdoblamiento de la mujer
en Laura y Damiana y en Matilde y Frida; y por último, el doble de El Otro, el
Uno, y el antagonista de X, Belcredi .
Su
completo análisis de la relación entre ambas obras se puede leer en este enlace:
Otro
análisis muy interesante de El otro aquí:_
Enrique
IV de Pirandello, aquí:
El
otro de Unamuno, aquí:
La foto es de la bella puesta de Enrico IV dirigida por Carlo Cecchi en Florencia.
.
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