lunes, 13 de agosto de 2018

Con el mismo cuento 52 – J. L. Borges y Andrés Rivera

Pedro Salvadores, 1969, cuento de Jorge Luis Borges, (1899-1986).
En esta dulce tierra, 1984, nouvelle de Andrés Rivera, (1928-2016).

Esta entrada incluye dos casos de reescritura.
Uno tiene el beneficio de la duda dado que los autores no lo han explicitado. El cuento y novela giran alrededor de la misma historia: un hombre escapa de la persecución de seguidores de Rosas escondido en un sótano… durante más de diez años.
El otro es pura certeza: quien encontró el paralelismo entre las dos obras –y generosamente me autorizó a incluirlos en esta serie– es el escritor Nerio Tello, que se refirió a ellas en su columna de la Revista Leemos:  http://www.revistaleemos.com/historias-reescritas/
Ahí hay un resumen de las historias, un amoroso reconocimiento a sus autores y a la forma de contarlas, más allá de si son originales,  reescrituras o lo que sea. Es que Nerio Tello además de escritor ha sido editor, tiene una actitud generosa con sus colegas y deja fluir su admiración sin tapujos.

Como los lectores podemos permitirnos menos corrección les diré que, en mi modesta opinión, el cuento de Borges es bastante pobre, está entre los peores que ha escrito. Lleno de “bajadas de línea” y opiniones históricas tendenciosas; tapizado de adjetivos sobre su propia narración (“…uno de los hechos más raros y más tristes”,  “esa historia es atroz.”, ¡pensar que se reía de Horacio Quiroga porque decía que adjetivaba!)
Podría agregar que los personajes son planos, que está lleno de enunciaciones en condicional dadas después por ciertas, que no alcanza a ser un cuento; parece más bien un apunte de esos que los escritores hacen en una servilleta de bar para que no se les escape alguna idea sobre la que volverán alguna vez.
Hay un hecho repetido en Borges: cada vez que el odio (a Rosas, a Perón o al que sea) se le cruza con algún personaje o con los hechos históricos su producción baja en calidad hasta niveles impensados.
El final es sincero e implacable con él mismo: Como todas las cosas, el destino de Pedro Salvadores nos parece un símbolo de algo que estamos a punto de comprender.
Sus lectores tampoco comprendemos cómo publicó eso.

En esta dulce tierra atrapa desde el principio en que un amigo le comenta al protagonista, el doctor Cufré, que Manuel Vicente Mazza ha sido asesinado en su despacho de la Sala de Representantes de la calle Perú al 200 –hoy Manzana de las Luces– Buenos Aires. Es el 27 de junio de 1839.
Primera de las novelas históricas de Rivera, obtuvo el Segundo Premio Municipal en 1984 y dio lugar a una prolífica serie que continuó con la más conocida: La revolución es un sueño eterno, Premio Nacional de Literatura en 1992.
Toda su escritura transcurre dentro de sucesos históricos cuya naturaleza es incierta y que son vistos de maneras opuestas por sus participantes. Las miradas son vacilantes: el paso de un regimiento hacia el centro de la ciudad es interpretado como signo de victoria por algunos, cuando en realidad se están replegando ante una posible derrota. Igual que el protagonista de Stendhal que participa en la batalla de Waterloo y no sabe si han ganado o perdido hasta días después.
Lo mejor que aporta es lo relativo de las interpretaciones de los hechos.
El autor lo ha dicho explícitamente: “Un hombre, cuando escribe para que lo lean otros hombres, miente”. ¿Fatalidad? Nada de eso. “Yo no me quiero escudar en el personaje –dice Rivera–, pero quien dice eso es un gran burgués. Y él es el que supone, con algún acierto para el momento en que lo dice, que aquellos que tienen capacidad para escribir y trascender mienten. Y esa trascendencia proviene de un origen de clase”. ( fragmento de un excelente reportaje: http://www.revistaanfibia.com/cronica/andres-rivera-del-obrero-al-procer/ )
Lo menos feliz es el exceso de repeticiones en que el autor incurre, seguramente al tratar de hallar su estilo, que resulta pesado y fatigoso en demasía. A veces parece que sus personajes hablaran para el bronce, pero algunas frases son un acierto y serán recordadas por lo certeras:
-Peleo contra toda esperanza, señor. Eso es, hoy, ser argentino.
La actualidad de su literatura lo ha convertido en un clásico.

El cuento de Borges acá:
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