lunes, 28 de septiembre de 2020

Cafés literarios (II)


Café A Brasileira – Lisboa, Portugal

Una estatua de Fernando Pessoa en la vereda, preside el local “con la remota majestad de un ídolo”. Es un homenaje a su doble condición de asiduo parroquiano y de gloria de las letras portuguesas. También escribió en inglés, casualmente acaba de salir en Argentina una muy cuidada edición bilingüe de sus “35 sonetos ingleses”.

El hermoso café está en el barrio de Chiado desde 1905. Desde la vereda Pessoa alcanza a ver a otro vecino de bronce: António Ribeiro, llamado O Chiado (el silbo o el chirrido), poeta satírico del siglo XVI, cuya estatua está muy cerca.

A Brasilerira, desde 1905 con su elegante salón estilo Belle époque, también aparece en Sostiene Pereira, del gran Antonio Tabucchi. Hasta que llegue la ocasión en que podamos ir a tomarnos una bica (expresso) al lado de Pessoa, podemos contentarnos con ver a Marcelo Mastroiani rondando por el local, en el rol de Pereira en la película basada en la novela.



Café Brasilero – Montevideo – Rep. O. del Uruguay

Acá iba Juan Carlos Onetti, hacia 1939, cuando escribió El pozo. Es el café más antiguo de la ciudad -1877- y el que primero se declaró de interés cultural por la Intendencia de Montevideo. Después fue lugar de la cita de los miércoles de Eduardo Galeano. Está en Ituzaingó 1447 (casi 25 de Mayo). Entre sus clientes estuvieron Idea Vilariño y José Enrique Rodó.

También supo recalar Mario Benedetti en el Brasilero. Aunque el gran Mario era parroquiano del Sorocobana  (Hoy Big Mamma – 25 de Mayo 485), en el que escribió La Tregua en 1959. Sus protagonistas, Laurita Avellaneda y el señor Santomé, se encontraban, en la novela, en el café Misiones, sobre la misma calle.

Hay una hermosa nota de Magdalena Andrade N para el diario EL Mercurio, donde pueden ver en detalle todos los recorridos turísticos ligados a Benedetti.

https://issuu.com/uruguaynatural/docs/tras_los_pasos_de_mario_benedetti_e



Café Canadian (Hoy Esquina Homero Manzi) – Boedo y San Juan – Buenos Aires, Rep. Argentina

Si el Parnaso tiene una sucursal en el Hemisferio Sur, es esta. Imposible nombrar siquiera a los Artistas que pasaron por acá, una pléyade de músicos, poetas y prosistas que no tienen parangón, en esta galaxia al menos. Sólo citaré a dos: empiezo por Homero Manzi, que escribió sobre sus mesas el tango SUR (al que puso música Aníbal Troilo) y sigo con Isidoro Blaisten. Acá venía Isidoro, desde su vecina librería, a escribir los mejores cuentos de la literatura argentina o a discutir el saldo con el cobrador de la Editorial Galerna y garabatear planes de pago imposibles: “Desde San Juan y Boedo, sentado a una mesa, frente a dos pocillos de café, un cuaderno Gloria… haciendo girar la birome… Vuelvo otra vez al Canadian. Este café se llama Canadian. Vuelvo con la mitad de la culpa.

¿De quién será la otra mitad?, me pregunto. El cobrador… cerró el talonario de recibos sin escribir nada. …oigo la voz de Rodas, uno de los socios de este café, boliviano, paceño. ‘Marche un express bien caliente y cargado…’”  (Milagro en San Juan y Boedo el día que Buenos Aires cumplió 400 años).

El café es anterior a 1914, se llamó El Aeroplano hasta 1937 en que lo compraron los japoneses Asato y le pusieron, obviamente, Nippon.  En el 48 lo compró el gallego García y lo bautizó, no tan obviamente, Canadian. Hasta 1958, en que tomó su definitivo y obvio nombre actual.

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