domingo, 8 de junio de 2008

Física y Literatura -1-

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Hay en el Martín Fierro, unos versos que bien podrían formar parte de un ameno libro de física. Me refiero al canto XXX, la famosa payada entre Fierro y El Moreno. Hacia el final de la misma, el negro le pregunta sobre la medida, el peso y el tiempo.

M.F. -La medida la inventó/ el hombre para bien suyo/ ...
M.F. -y mandó que todo peso/ cayera sobre la tierra/...
Con relación al tema del tiempo, son una joya tanto la pregunta como la respuesta:
El Moreno. -Si responde a esta pregunta/ téngase por vencedor;/doy la derecha al mejor;/ y respóndame al momento: cuándo formó Dios el tiempo/ y por qué lo dividió.
M. Fierro. -Moreno voy a decir/ según mi saber alcanza/ el tiempo sólo es tardanza/ de lo que está por venir;/ .../ y si el hombre lo divide/ sólo lo hace, en mi sentir, por saber lo que ha vivido/ o le resta por vivir.

La definición de tiempo del “libro” de física: “distancia entre dos sucesos” se ajusta por completo a la respuesta.
JOSÉ HERNÁNDEZ, Martín Fierro

Otro autor que ha puesto conceptos de la física en sus escritos, de manera hermosa, es Italo Calvino. En los cuentos de sus Cosmicómicas hay fenómenos físicos descriptos con mucho conocimiento y precisión.
En el cuento Todo en un punto hay referencias a la teoría del Big Bang. Se refiere a la teoría de la expansión del universo a partir de un momento inicial donde toda la masa habría estado concentrada en un punto.
He dicho (que estábamos) apretados como sardinas por usar una imagen literaria: en realidad no había espacio, ni siquiera para estar apretados. Cada punto de nosotros coincidía con cada punto de los demás en un punto único que era aquel donde estábamos todos...
No nos podíamos contar. Para contar hay que poder separarse por lo menos un poquito uno de otro, y nosotros ocupábamos todos el mismo punto
.”...
Lo maravilloso ocurre porque, repentinamente, el universo se empieza a expandir. ¿Por el Big Bang? No, la causa de la expansión es que la Sra. “—mm--“ les dice:
-¡Muchachos, si tuviera un poco de espacio, cómo me gustaría amasarles unos tallarines!
Y entonces...
Hay otro cuento, Juegos sin fin, donde... suficiente por hoy, debo poner fin acá.

CALVINO ITALO, Las Cosmicómicas, Buenos Aires, Minotauro, 1967

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