sábado, 1 de mayo de 2010

Bi y centenario ¡Que viva!

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¡Salud!
No nos vamos a fijar en gastos. No todos los meses se cumplen 200 años, de modo que este mes habrá algunas entradas alusivas a los festejos y lugar para la alegría que el bicentenario del comienzo de la ruptura de los lazos coloniales de los países de nuestra América merece.

Empezaremos por el recuerdo de la celebración de nuestro Centenario con una famosa poesía alusiva que escribió, por encargo, un no menos famoso poeta y publicó, en su edición del 25 de Mayo de 1910, el diario La Nación de la ciudad de Buenos Aires.

Rubén Darío – Canto a la Argentina

¡Argentina! ¡Argentina!
¡Argentina! El sonoro
viento arrebata la gran voz de oro.
ase la fuerte diestra la bocina,
y el pulmón fuerte, bajo los cristales
del azul, que han vibrado,
lanza el grito: Oíd, mortales,
oíd el grito sagrado
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Oíd el grito que va por la floresta
de mástiles que cubre el ancho estuario,
e invade el mar; sobre la enorme fiesta
de las fábricas trémulas de vida;
sobre las torres de la urbe henchida;

Continúa con un canto a las diferentes comunidades de inmigrantes, a los rusos, judíos, italianos, españoles, suizos, franceses; en fin a todos los pueblos del orbe.
Alaba a los campos de la pampa y a la ciudad de Buenos Aires y luego al Río de la Plata, que hermana con el Tigris y el Eufrates del actual Irak.
Y finaliza volviendo a las estrofas del Himno Nacional

¡Argentina, tu día ha llegado!
¡Buenos Aires, amada ciudad
el Pegaso de estrellas herrado
sobre ti vuela en vuelo inspirado!
Oíd mortales, el grito sagrado:
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!


El poema fue escrito por el nicaragüense en París, donde él se desempeñaba como Cónsul de su país, y es el más extenso de toda su producción: tiene 1001 versos que a lo largo del canto cambian varias veces de métrica.

Rubén Darío tenía por ese entonces unos cuarenta años y estaba en el pináculo de su gloria. A pesar de eso el poema no es de los más conocidos. Una de las mayores contribuciones para su popularidad entre nosotros, que era mucha, se la dio años después Carlos Gardel. En el medio del tango La novia ausente, El Zorzal interrumpía su canto para recitar los versos de su Sonatina: ¡La princesa está triste! ¿Qué tendrá la princesa?... y lo mismo hacía en el tango Sólo se quiere una vez, donde recitaba:… Juventud, divino tesoro… de su poema Canción de otoño en primavera.

De este modo damos por abiertos los festejos y levantamos las copas en un esperanzado brindis: ¡Salud!

Ricardo Carpani es el autor de Gardel con Discepolín, 1985, grafito sobre papel.
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4 comentarios:

FLACA dijo...

¡¡Salud!!...Me gustó encontrar hoy aquí a Darío.
Un abrazo.

Marple dijo...

Hola Fernando:
este post me trajo a la mente varios pensamientos y ocurrencias.
1-Como docente estoy muy preocupada por hacer entrar en la cabeza y en el corazón de mis niños el tema de Artigas y la revolución oriental. Es difícil.
Para hacer la tarea más amena comencé buscando algo en Internet sobre la Revolución de Mayo, ya que es causa o comienzo de la nuestra, y me encontré con una película muda de 1909 de Mario Gallo . No tenía idea de que se había hecho.Está en You Tube.

2-Cuando el Santi dijo que no existían poemas alegres o felices, me encontré con que Darío tiene varios.Este poema no ahorra alegría, pasión, admiración,ni..palabras .
No es un poeta que me guste mucho, debe ser porque lo enseñaban demasiado en el liceo..
Los argentinos deberían haberle encargado un nuevo himno, corriendo, eso sí, el peligro de cantar más de media hora:)

3.- Hace poco tiempo que descubrí
a Carpani a través de un blog y me gustó mucho.
Ay!,cada vez más, confirmo que sólo sé que no sé nada.

"Festejen, argentinos, festejen", diría Tabaré y yo te digo lo mismo.

Fernando Terreno dijo...

Flaca:
tamo festejando ¡Hic!
Marple:
A mi juego me llamaron. Buenísimo eso de la película. Y otro camino para enseñar el tema y divertirse es buscar poesías gauchescas alusivas, algún cielito de Bartoomé Hidalgo, o de algún otro poeta de esa época.
Y, por supuesto, el cantito del truco: "Artigas tenía escrito/ en la punta de su trabuco/ Contraflor al resto y truco".
Un abrazo

juan pascualero dijo...

Me adhiero a los festejos. Sin más: un oriental.