miércoles, 20 de abril de 2011

El coso de al lado - cuento

El coso de al lado

La primera vez que lo vi estaba parado, durito, en el jardín del vecino. Todavía lucía jovial pero, bien mirado, ya tenía los signos del deterioro. Tomé la costumbre de saludarlo, cada vez que me lo cruzaba cuando subía a la terraza, y el guacho hijo de puta, firme, sonriente, siempre con el sombrero en la mano, ni bola, por supuesto. Al tiempo, me pareció notar que se iba achicando y que la piel se le agrietaba. Claramente se achicaba y enseguida pensé: “Éste no va a durar mucho tiempo”. Y así fue nomás, antes de fin de año tuvo problemas en una pierna y hubo que cortársela.
Por un lado me daba lástima, pero por otro sentía adentro una alegría que me ponía incómodo porque era absurda y ridícula. Para colmo, meses después tuvieron que hacerle otras dos amputaciones y eso precipitó todo. Aunque me da vergüenza confesarlo yo le tenía un resentimiento y una bronca muy grande.

No es para justificarme, pero voy a decir algo de la bronca esa. Es un berrinche que tengo con nuestros ídolos y contra todos los ídolos en general, ¿por qué no? El enojo lo traigo desde la primaria cuando nos encajaban los próceres a presión y yo ya sabía que, por lo menos, Urquiza era contrabandista y Mitre un inepto. Me siento argentino hasta los huesos, menos en esa vocación de mierda de fabricarnos ídolos por todos lados. Ahí creo que está la raíz de muchos de nuestros problemas.
Justo a Gardel le tengo un odio especial, porque hizo hacer un tango para chuparle las medias a Uriburu y lo garpó de su bolsillo. A los tres años, se había vuelto a dar vuelta y cantaba que era “hombre de Leandro Alem". Hay que ser muy hijo de puta… Fue un gran cantor, es cierto… Cuando lo escucho en “Arrabal amargo” y en “Golondrinas” me aflojo, me olvido de los dolores y ahí me doy cuenta que yo también lo quiero. Pero como cantor nada más, no ando diciendo boludeces.

Volviendo al coso de al lado, un día que lo saludo con más sorna que otras veces me da la cana el vecino, el padre de la criatura, Enrique, el escultor. Me dijo que le parecía haberme escuchado en otra ocasión, pero no estaba seguro y no lo podía creer. Le hablé de mi entripado con los ídolos y con Gardel en especial. Primero nos cagamos de risa juntos y después me contó, desde el principio, la historia del Gardel de jabón que tenía en el patio.
La obra se la auspició Jabón Federal que le dio un bloque macizo, de ese amarillo para lavar, pesaba dos toneladas y tenía dos metros y medio de altura. Con eso él hizo al morocho de cuerpo entero, con esa pinta que tenía o más pintón todavía, diría yo. Me dijo que, recién hecho, el color ámbar del jabón le daba un toque mucho más real que si hubiera sido de cera o de bronce.

Al traerlo de vuelta de la exposición como no entraba en ningún lado, lo tuvo que dejar en el jardín a merced de los inviernos lluviosos y del impiadoso sol del verano.
Cuando yo lo conocí conservaba su prestancia, el hollín lo había oscurecido un poco, pero todavía te dejaba mudo. Al saludo le agregué un reproche por lo del 30 que me parece que me dolía más a mí que a él. Una tarde, en que andaba atravesado, para descargarme, le dije ¿Por qué no le cantás a Uriburu ahora? Y fue fatal porque en el mismo momento la sonrisa se le ladeó un poco y a mí también se me movió algo adentro.
Ya nunca volvió a ser el mismo después que le cortó la zurda y lo apuntaló con una rama de álamo. No fue el olvido sino la intemperie la causa de su derrumbe. Un sábado, entre varios, lo metimos, acostado, bajo la galería y Enrique le sacó, ceremoniosamente, la otra pierna que la lluvia había dejado a la miseria.
Después nos comimos un asado.

Reconozco que mi matete con los ídolos es medio contradictorio, yo mismo le pedí uno de los pedazos que, con el tiempo, le fue cortando. Una parte la usamos en casa para lavar, pero a la mano la guardé como recuerdo. Todos los vecinos ligaron algo, el sombrero, al que muchos le teníamos ganas se lo dio a una alumna que era su preferida.
Lo que fue impresionante fue que en el medio del asado uno le dijo a Enrique “Sacále lo que quieras pero la cabeza no se la toqués.” Y todos estuvimos de acuerdo, Enrique el primero. Después él se mudó y vino otro escultor, ya vamos por el cuarto, a ocupar la “casa de los escultores”. Y Carlitos sigue allí, en un nicho de la pared junto con unos angelitos funerarios, un busto de Sarmiento, cruces aladas y dos Venus de yeso que deben haber sido hechas en molde. Está cada vez más chico, deteriorado y reseco, pero no se entrega. A veces me parece que lo oigo cantar. Y tengo cada vez más ganas de perdonarlo.

FT abril 2011

El autor de la ilustración es José Muñoz.

12 comentarios:

Unknown dijo...

Bó, guacho, este cuento es un despelote de bueno.Un cuentazo.
y no te viá buscar influencias, porque eso es medio antipático, pero el espíritu del negro que vos sabés anda por ahí.

Bueno, dejate de joder con los puentes que se caen y prendéle a la ficción, que es lo tuyo. ¿O esto no es ficción del todo?
Qué bueno che...

Te recomiendo, si alguna vez venís a Montevideo, subirte al cerro y ver las cosas que hace un señor con pedazos de azulejos.
Entre otras cosas tiene un Gardel.
Es el colmo de lo kitsch, pero tiene un no sé qué...

Eso sí, que este cuento no lo lea el Tata, sabés que para él el mago es sagrado.

Fernando Terreno dijo...

El Santi:
No la voy a ir de inocente, pero te digo que espero que los gardelianos (además del Tata, la que ya sabés también lo es y me empezó a mirar torcido) no se sientan ofendidos. Y a Uruguay voy a tener que ir en avión, porque con lo de Urquiza tampoco estuve muy diplomático, pero que voy a ir al Cerro a ver eso, voy a ir.
Gracias y un abrazo.

Marple dijo...

Fernando:
el cuento está muy bueno.
Yo no sé si esto es un elogio o no, pero yo busqué sin terminar de leer quien era el autor del cuento. Felicitaciones!

Me imagino la propaganda del jabón Federal
Señora: lave con jabón Federal y cante como un zorzal!

ejem...sí, de vez en cuando escucho Radio Clarín y más que de Gardel ,disfruto de sus anuncios publicitarios que son algo por el estilo.

Fernando Terreno dijo...

Marple:
Me alegro si te gustó, ¿o lo buscaste para matarlo?
¿Cuál es la Rdio Clarín? En realidad el grupo Clarín tiene (desafortunadamente) muchas radios, pero no sé si te referís a adio Mitre (Mitre, justamente...)
Al troesma lo podés escuchar en muchas radios todos los días, porque "cada día canta mejor". A las 11.55 por Radio Nacional de Argentina siempre pasan algo.
Un abrazo y gracias.

Marple dijo...

Fernando.

no fue una broma de mal gusto para vos.
La radio Clarín AM 580 es una radio uruguaya que yo creí que conocías
www.radioclarin.com

El Tata dijo...

Fernando; no es porque estés presente, pero sos una porquería. Pensar que creía que eras un tipo de bien y te venís a meter con nada menos que el Mago. Fijate que me hacés escribir de pie porque de otra manera no me atrevería a nombrarlo. Pero no importa; el tiempo,infalible, se encargará, (como ya se ha encargado,) de consagrarlo como el cantor popular más grande de todos los tiempos. En ese tiempo, la política no era militante como lo fue después. A mí lo que me importa es como canta. Y eso ,negro, es apolítico e intemporal. Y no te metas más con el mago porque vamos a tener problemas. Un abrazo grandote

Fernando Terreno dijo...

El Tata:
Tenés razón, soy.
Además, qué importan las chambonadas que se mandó si no lo queremos para candidato a nada sino para que "amenice la función", ponga querendonas a las chicas y copiarle la pintusa. Es así, cualquier cacatúa sueña con la pinta de CG. Nosotros también.
Un abrazo y sentate nomás.

El Tata dijo...

Mirá Fernandito; un día tenemos que juntarnos a tomar una, (si no sos astemio)y escuchar al Mago. En tonces te vas a dar cuenta de porqué cada día canta mejor. En cuanto a que puedo sentarme, a pesar de laq edad todavía tengo que pensarlo. No sé si en esa orilla ese verbo significa, según las circunstancias, lo mismo que acá. De ser así, empezá a predicar con el ejemplo y después me contás

El Tata dijo...

Fe de errata. Donde dice astemio debió decir artemio, como decía un dirigente político rural (es absolutamente cierto) que en realidad fue lo que quise poner.

Susana Peiró dijo...

Uy...vas a tener que pedir asilo en Vladivostok después de este artículo (excelente!)será el único lugar donde te den un vaso de agua...

Fer, si todavía estás con vida (y los sicarios no te encontraron) sabé que post mortum seguirás siendo recordado!

Un abrazo Querido Amigo!

Fernando Terreno dijo...

Susana:
Desde estas lejanas tierras...
Acertaste, te estoy escribiendo mientras miro pasar la estepa desde mi ventana en el transiberiano. Pronto dejaremos Mongolia hacia Vladivostk.
Un abrazo.

América dijo...

Buena ilustración como todas las que seleccionas,de ídolos y mesías el cuento me deja reflexionando,al final valen las obras,muy buena entrada más profunda de lo que en principio arroja una primera lectura.

Abrazos