miércoles, 14 de marzo de 2012

El fin de la alquimia

De Lavoisier a Cervantes
Vimos en la entrada anterior que muchos trabajos y circunstancias se conjugaron hacia 1790 (finales del siglo XVIII) para decretar la muerte de la alquimia y de los “elementos” aristotélicos. Y que fue Lavoisier el que culminó el proceso que acabó con ella y dio un nuevo estatuto a la Química al aplicar la experimentación y el método científico en sus trabajos.
Curiosamente este paso, que llevó más de 2000 años, fue anticipado 100 años por otra disciplina: la filosofía.

Descartes
(1596-1650) y John Locke (1632-1704, en su Ensayo sobre el conocimiento humano, 1690) empezaron a restaurar la idea de una estructura corpuscular de la materia y a rescatar las ideas de Demócrito y Epicuro desestimadas y mandadas al olvido por las de Aristóteles y su Academia. El trabajo de estos filósofos allanó el camino para sacarse el lastre de los “cuatro elementos” aristotélicos y el de su armonías y afinidades casi humanas.

Robert Boyle (1627-1691, en su El químico escéptico de 1661) comentaba con relación al concepto de los alquimistas que identificaban la tendencia a reaccionar entre ciertos materiales con los sentimientos afectivos entre personas humanas: “Considero que la amistad y la enemistad son atributos de los seres inteligentes, y no encuentro a nadie que explique razonablemente cómo los cuerpos inanimados pueden presentar estos apetitos”

Pero hubieron otros que se adelantaron 200 años en desenmascarar a los alquimistas y ponerlos en su lugar, el de charlatanes y estafadores: los escritores y los dramaturgos.

“Quitóse, en esto, una cadena de vueltas menudas del cuello y diósela a Monipodio, que al color y al peso vio que no era de alquimia”
Miguel de Cervantes (1547-1616), Rinconete y Cortadillo (1613)
La principal actividad metalúrgica de los alquimistas era hacer aleaciones “símil” oro o plata para hacer monedas o joyas falsas y Cervantes lo tenía bien claro.

El dramaturgo inglés Ben Jonson (1572-1637) escribió la comedia El Alquimista (1610), cuyo argumento gira alrededor de los embustes que organizan un mago y alquimista, una mujer y el sirviente a cargo de una casa cuyo dueño la abandona por temor a la peste. “Mucha gente embaucaron echando suertes, diciendo la buenaventura, alcahueteando con la piedra filosofal, hasta que ella y ellos y todas sus artes se deshicieron en humo”. Al final, regresa el dueño de casa y los mejicanea poniéndose de acuerdo con su sirviente.

Si bien es cierto que cada disciplina abordó el problema de diferentes maneras, con rigor y responsabilidades muy distintas, no lo es menos que, una vez más, la literatura se adelantó a descubrimientos y teorías que se consolidaron más adelante.
FIN


Para el que interese el tema, acá van unos fragmentos de la obra de Ben Jonson:

Subtle (Sutil, el alquimista) –Pues, ¿qué habéis observado en nuestro arte, señor, que os parece tan imposible?
Surly (Segurito, una posible víctima que desconfía) –Vuestro trabajo nomás. ¡Pensáis empollar oro en un horno lo mismo que en Egipto empollan huevos!

Tribulación (un cura hipócrita). –Desde luego; pero, esperad. Este acto de acuñar moneda ¿es legal?
Ananías (diácono de Londres). – ¡Legal! No reconocemos magistrado ninguno. Y aunque lo hiciéramos, se trata de moneda extranjera.
Subtle (Sutil, el alquimista) –No es acuñar , señor. No es más que fundir.

Subtle (Sutil, el alquimista) –De esta agua aérea aceitosa se engendra el mercurio; el azufre o sulfuro de la parte crasa y terrena: una, que es la última,
hace el papel de macho, la otra el de hembra, en todos los metales.
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8 comentarios:

Marinarrosa dijo...

humor de madrugada: después que se encontró el oro de América,los alquimistas pasaron a ser objeto de risa y calumnias:)

Fernando Terreno dijo...

Marinarosa:
Un poco de humor y un mucho de verdad en su observación.
El tema del "Oro y los humanos" (su relación con la alquimia) da para otra entrada. Ya ha sido estudiado por M. Eliade entre otros (a los que robaré lo que pueda), pero confieso que, una vez más, me leyó el pensamiento y que tengo algún borrador en preparación.
Encima, se trata de uno de los mitos más arraigados y usted sabe lo que me gusta arremeter contra esos molinos de viento.

Un abrazo.

Marinarrosa dijo...

Fernando:un cientifico como usted deberia fomentar la construccion de molinos de viento a efectos de que se expandiera el uso de la energia eolica:)(palabras de una Sancho Panza:))
Gracias por mencionar a Eliade,tal vez yo no lo haya leido, no estoy segura,pero los temas por el estudiados me interesan profundamente. Ya descargue 15 libros de su autoria.
No estoy segura de la muerte de la alquimia.Con otros nombres, hay una gran industria que,especulando con el deseo de la eterna juventud,la belleza,la larga vida y aun de la inmortalidad a traves de la clonacion beneficia a unos pocos con mucho oro:)

Y usted que opina :Shakespeare escribio sus obras o fue Bacon,del que se dice que fue un alquimista de los bravos?

Fernando Terreno dijo...

Marinarrosa:
No tengo conocimientos como para opinar sobre eso de Bacon pero, le cuento que Shakespeare actuó en un par de comedias de Ben Jonson. ¡No tenés elenco, Benjamín!

Me parece que acierta usted con eso de la persistencia de la alquimia bajo otras formas. Desafortunadamente.

Gracias, a pesar de todo.

Estela Getino dijo...

Acabo de aprender a hacer el truco del vaso, la vela y el agua. Para ser alquimista, siempre llego tarde.
Muy interesantes estas historias, una se va olvidando con el tiempo de estos personajes tan presentes en la literatura clásica y en la fantástica.
Me retiro a morder las monedas de oro que me vendió el kioskero de la esquina. Sospecho que el embustero las hizo con chocolate.
Abrazo, Pulpero.

Fernando Terreno dijo...

Estela Getino:
Si nos van a embaucar, nada más lindo que serlo con magia blanca y chocolate negro.
Un abrazo

América dijo...

Siempre me ha gustado la palabra alquimia tan presente en la literatura,tienes razón con Marina en eso de la persistencia de la alquimia bajo otras formas...bella palabra para las incesantes búsquedas de lo imposible.

Fernando Terreno dijo...

América:
Cierto que es linda la palabra alquimia, más allá de todo el oscurantismo al que estuvo asociada su práctica.
A mi también me suena lindo. Habría que preguntarle a Lacan el porqué; problablemente porque en el fondo esté asociada con lo creativo, con hacer cosas de la nada, con ser un poco dioses e inmortales (tu "buscar lo imposible").
Un abrazo.