Carnes de caza
Estábamos sentados a la mesa por lo menos cinco o seis primos, invitados por el tío Ñata a comer “un guiso especial”. El Ñata se llamaba Eugenio, pero mi abuela -con 8 hijos varones- dejó en su apodo las esperanzas de tener una hija mujer.
De él aprendimos que se podía cazar cualquier bicho que se pusiera a mano, con la condición que lo comiéramos. Como andábamos por los diez años el blanco preferido eran ranas y palomas pero estábamos atentos a cualquier excursión de caza de los grandes, por si ligábamos alguna perdiz, peludo, liebre o vizcacha como parecía ser en esta ocasión.
Hacíamos correr, con orgullo, una hazaña suya: el tío se había comido una iguana y decía que la parte de la cola era un manjar que se parecía al mejor de los pescados.
-Saben que comieron, -preguntó al final y él mismo se respondió:
-Dos vizcachas…
-¿Tan grandes eran? –preguntó el Carlitos.
-… y un gato que andaba jodiendo ayer, cerca de la jaula de los canarios. ¿Qué les pareció?
-¡Riquísimo! –dijimos, disimulando la duda y la sorpresa, haciéndonos los corajudos.
Y empezamos a sentir que estábamos listos para piezas mayores.
Diana cazadora art decó del Smithsonian Museum.
Un pibe apuntando con su gomera.
La Diana del Paseo de la Reforma - México DF y su bella modelo.
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2 comentarios:
Con esas musas entiendo que les den ganas de ir de caza.
En la novela "El último encuentro" de Sandor Marai, hay un relato de una cacería -ahora no recuerdo si ciervos- muy atrapante. Te recomiendo ese libro.
Niñez en calle de tierra, y mucho potrero. Nosotros pescábamos ranas, pero algo que lamentó nunca me salió bien fue disparar con la gomera. Grandes andanzas y embarradas de auqella época.
Mi padre conservó la tradición familiar, así que cada invierno hay en caza alguna perdíz o liebre, que se convierten en escabeche. Y siempre perros pointers de mascotas.
Recuerdo una vez con 10 años, que tantó insistí, lo acompañé al campo, todo era por ver a Malén en acción, una pointer marrón inolvidable. No conservo gran recuerdo, pero sé que no aguanté mucho de caminata en los campos frios y embarrados, así que me quedé en la casa de campo un poco aburrida hasta el final de la jornada. Ya no hice esa experiencia.
En mayo estuve en Santa Clara del Mar, hay un lugar que se llama "Lo del chino" o "Lo del Pato" es una casa, bien de esas de campo, con unas pocas mesas y muchas cosas viejas colgando de las paredes. Sirven un menú único que es carne de caza, y varía según lo que llegó a la olla. Se acompaña con ensalada, arroz con hongos y papas fritas y hay que llevar la bebida.
Comí exquisito, pero no me preguntes qué.
Perdón a todos los veganos por este comentario.
¡Un abrazo!
cr:
Muy lindos los recuerdos, ahora ese "no me preguntes qué" me hizo pensar en aquello de hacer pasar gato por liebre...
Un abrazo.
Fernando
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