domingo, 7 de octubre de 2012

Marcianos


El responsable de que siempre que pensemos en seres extraterrestres sean “marcianos” es Herbert George Wells, que en 1898 publicó la novela La guerra de los mundos (The war of the worlds). Por primera vez, en la literatura, la Tierra recibe un cohete o artefacto, enviado desde Marte, del que bajan unos seres muy industriosos, similares a grandes pulpos, que llevan atrás una especie de bolsa metálica donde colocan a los humanos que capturan.
No se preocupen, los invasores mueren todos víctimas de enfermedades, transmitidas por nuestras bacterias más comunes, contra las que no tienen inmunidad.

Esta es la novela de la que Orson Welles hizo, en 1938, su famosa adaptación radiofónica, cambió el lugar de desembarco –Nueva Jersey por Londres– y desató el pánico al leer, con voz de noticia urgente, la “invasión alienígena de la Tierra”. La ingenuidad del público, que aún no conocía los manejos de la información, el totalitarismo comunicacional norteamericano ni las mentiras del grupo Clarinete contribuyó al éxito de Welles, que debió salir a pedir disculpas públicas.
La misma broma se repitió 11 años después, en 1949, en una transmisión de un radioteatro en Ecuador, con graves consecuencias: primero cundió el pánico, pero cuando los oyentes cayeron en la cuenta del engaño se sintieron burlados, rodearon el edificio de Radio Quito y le prendieron fuego.

El astrónomo italiano Cassini había medido, hacia 1670, la duración del día y las estaciones del año en Marte.  Su colega Schiapparelli, en 1877, observó  unos canales que podían indicar antiguos cursos de agua. El inglés Percival Lowell (que al parecer tomaba demasiada ginebra) sugirió poco después que esos canales podían ser un sistema de irrigación creado por seres inteligentes.  A este ambiente se sumó la novela de Wells y de allí la necesidad de ir a ver que pasaba en la casa de nuestros vecinos se hizo irresistible. La ola se propagó por décadas y llegó impregnar todas las disciplinas.
“Marcianita… blanca o negra  quiero una chica de Marte que sea sincera…” cantaba en 1960 Billy Cafaro al tope de todos los rankings.

Desde fines de agosto de 2012 un artefacto robot, el Curiosity, enviado por la NASA está explorando con éxito la superficie de Marte, luego de viajar 600 millones de kilómetros en 200 días, donde “amartizó” luego de una compleja maniobra.
Por muy importante  que sea la misión, la noticia ha sido presentada de modo que el público piense que es un logro único. Sin embargo –y sin que esto signifique desmedro alguno– ya ha habido misiones anteriores exitosas y de la misma agencia espacial norteamericana, la NASA.
Como todas las grandes empresas, la exploración de Marte es fruto de una suma interminable de trabajos que viene desde hace siglos y continúa. No se entiende por qué se quiere presentar  la muy importante misión Curiosity  como si fuera única y pionera.
¿Tendrá algo que ver con el tratamiento de la noticia la proximidad de las elecciones de noviembre en EEUU?


La exploración de Marte con naves comenzó en 1963 con la Marsnik I, primera misión soviética exitosa. La sonda pasó a 190.000 km y siguió viaje. La Mars 2 de 1971 fue la primera en orbitarlo. La Mars 3 puso el primer artefacto en el suelo de Marte, pero transmitió sólo durante 20 segundos.
Las sondas norteamericanas Mariner 4, 6 y 7 pasaron cerca del planeta y transmitieron los primeros datos en 1965 y 1969.  En 1971 la Mariner 9, poco después de la misión soviética, pudo orbitar alrededor del planeta rojo y detectó vapor de agua en su atmósfera. Después las naves Vikings llegaron a relevar el 95 % de la superficie del planeta.
Una serie de fracasos posteriores demoraron 20 años la continuidad de las experiencias.
En el 2003 la Agencia Espacial Europea puso la Mars Express con un módulo de aterrizaje, el Beagle 2 y la NASA bajó 2 vehículos todo terreno: Spirit y Opportunity.
El primer vehículo en el suelo de Marte, el Mars Pathfinder lo colocó la NASA en 1998 y operó durante varias semanas.


Habiendo empezado este artículo con una invasión literaria de la Tierra, podemos cerrarlo con una mención a las Crónicas marcianas de Ray Bradbury, relatos de 1950 enmarcados en una devolución de atenciones: la colonización de Marte por parte de los humanos que provoca la caída y extinción de la civilización marciana.
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2 comentarios:

Susana Peiró dijo...

Wells (Herbert George) observó –según Borges- que las gentes de su época descreían de magias y talismanes y la imaginación aceptaba lo prodigioso siempre que su raíz fuera científica, no sobrenatural.
“Wells afirmó que las invenciones de Verne eran meramente proféticas y que las suyas eran de ejecución imposible. Ambos opinaban que el hombre no llegaría jamás a la luna; nuestro siglo debidamente atónito, ha visto esa proeza” Borges.

Estos tipos lindos que nos invadieron la cabeza y la vida, nos permitieron disfrutar mucho antes estos logros científicos…pero…naaaaa ¡Fernando! ¿”Marcianita, blanca o negra, quiero una chica de Marte que sea sincera? ¿Billy Cafaro??? ¿Seguro no estabas leyendo “La máquina del Tiempo” en lugar de La guerra de los mundos? Jajajajajajaja!
¡Curiosity, pará en la esquina que me bajo!
Abrazo Fer.

Fernando Terreno dijo...

Susana:
Tenés razón, o me golpeé la cabeza o estoy tomando algo que hace mal...
Fuera de broma, esa alusión de Borgesmuy linda y certera, ya que para finales del siglo XIX el racionalismo pisaba fuerte.
Un abrazo