martes, 8 de enero de 2013

El lector de tabaquería


Este artículo es robado. Lo pongo sin siquiera haber pedido permiso al diario o al autor, pero es que me ha parecido tan hermoso que quiero contribuir a su difusión. Además sé que Miguel Barnet me perdonará por varias razones: porque lo admiro desde su novela Canción de Rachel, porque debo haber visto unas 20 veces La bella del Alhambra y porque por su culpa anduve enamorado de Beatriz Valdez no sé por cuánto tiempo…
Los que, como yo, desconozcan al “Lector de tabaquería” seguramente serán cautivados por el tema, sobre el cual hay mucho escrito. El artículo completo se puede leer en este enlace:
http://www.granma.cubaweb.cu/2012/12/21/nacional/artic01.html
Acá les pongo el comienzo para que vean si les gusta: 

El lector de tabaquería: una tradición cubana
Miguel Barnet

Voy a hablar de un gran placer de la vida: el placer de la lectura, y de la lectura en voz alta. Esa de la que tanto disfrutamos en la primera infancia cuando nuestros padres nos leían historias de Julio Verne y aventuras de exploradores en las selvas del Amazonas y entre los esquimales. Que alguien le lea a uno es una de las delicias mayores para el espíritu. Robert Louis Stevenson hizo resistencia a aprender a leer porque disfrutaba que su niñera le leyera al oído o junto al fuego los clásicos ingleses y norteamericanos. Aquella lectura al oído y aquel fuego lo acompañaron el resto de su vida como escritor. La lectura en voz alta le proporciona al texto una resonancia especial, una belleza única y una aprehensión del tiempo que no posee el acto de leer para uno mismo. El texto, según el tono y las modulaciones del lector, va adquiriendo múltiples facetas y alas nuevas para que quien lo escuche vuele a su antojo con la historia. Experiencia emancipadora y útil, la lectura en voz alta fue un oficio antiguo que sirvió de vehículo para el conocimiento en todas las culturas desde la mesopotámica hasta hoy.

En Cuba la tradición de leer en voz alta en las fábricas de tabaco a operarias y operarios se convirtió en un hábito social. Esta tradición comenzó en 1865. Saturnino Martínez, fumador consumado, periodista y poeta publicó en esa fecha el periódico La Aurora, publicación de avanzada para la clase obrera que sirvió para ilustrar a la capa social de los trabajadores del tabaco principalmente, y tuvo la brillante y altruista idea de utilizar lectores durante la jornada laboral. Así, en la fábrica El Fígaro se dio inicio a la lectura en tabaquerías cubanas, costumbre que ha seguido hasta el día de hoy. Muchas veces estas lecturas eran consideradas subversivas porque la isla vivía bajo el régimen del despotismo colonial español que vio su fin en 1898. Sin embargo, estas lecturas clandestinas fueron el mayor fermento nutricio de los obreros, además de que constituían un entretenimiento nada banal pues se leían en dichas tertulias obras de Víctor Hugo, como Los Miserables; de Alejandro Dumas como El Conde de Montecristo, que dicho sea de paso, bautizó una de las marcas más populares; de William Shakespeare, cuya obra Romeo y Julieta también sirvió como marca a otro habano muy codiciado en el mundo; de Balzac y Stendhal, de Edgar Allan Poe y Herman Melville y de muchos de los más notables escritores españoles, cubanos y latinoamericanos así como la imprescindible lectura de la prensa diaria.


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3 comentarios:

Anónimo dijo...


Fernando; es evidente que ya el blog ha sido olvidado como comunicaciòn.
Pero quien te dice que a pesar del apuro de los tiempos que corren, vuelva a tener vigencia.
Al leer el ùltimo tuyo, un montòn de recuerdos me cayeron encima. Como papà habìa quedado ciego y habìa sido un lector indsaciable, a mis 8 añitos me convertì en sus ojos.
Era un ritual, todas las noches el leerle. Y como en el pueblo habìa un señor que tenìa una biblioteca para el lugar, increìble, y era amigo de mi padre, le prestaba los libros que este le pidiera.
Y asì le (nos) leìmos, a mis 8 años, La Isla de los Pingûinos, Los Miserables, todo o casi todo J. Verne, etc.etc. De lo que vivirè siempre agradecido. Un abrazo

Marossa dijo...

Fernando ,este robo está perfectamente justificado.En caso de juicio me ofrezco de abogada(?)ya que los motivos están justificados para vos. Voy a buscar la película y el libro.
Leer en voz alta para mí, que alguna vez lo he hecho,es un placer enorme,y oir leer a alguien que lo hace bien es una maravilla.
Me gustó mucho " Lector de tabaquería".

Bosco: a no desanimarse!!! la gente sigue haciendo blogs,lo que creo que disminuyó es el interés por comentarlos. Facebook y Twitter están saciando,por ahora, la sed de comunicación:)

abrazos.

Fernando Terreno dijo...

Santiago Bosco:
Emocionante tu recuerdo y la coincidencia con el tema del lector de tabaquería.
Un abrazo.

Marossa:
Queda contratada como abogada y como lectora. En caso de haber alguna incompatibilidad para ejercer los dos cargos contrataría los servicios legales.
Gracias por visitar La Pulpera.
Un abrazo.