En 1955 el director indio Satyajit Ray presentó su película Pather Panchali (La canción del camino) sobre la historia de una familia pobre de brahmanes en un pueblo de Bengala. La película tuvo gran difusión en occidente y fue para todos nosotros la representación de la República de la India.
La
saga familiar continuó con Aparajito
(El invencible) y Apur Sansar (El mundo de Apu), de 1959, completando lo
que el autor llamó: trilogía de Apu.
La
filmación de la primera tuvo un sinfín de dificultades. Se trataba de la
adaptación por un desconocido de una novela bengalí de gran popularidad, pero a
poco de su estreno tuvo tal aceptación que fue seleccionada para el Festival de
Cannes y convirtió a su director en una celebridad y al autor de la música, Ravi Shankar, en otra.En la primera nace Apu, hijo de Harihari –el padre sacerdote– y Sarbojaya, la madre. En la segunda Apu se convierte en un estudiante brillante a pesar de la pobreza agravada por la muerte del padre. En la última es Apu el que se casa y su esposa Aparna muere durante el parto de su hijo.
Apu es el gran maestro de la ceremonia, el personaje central en cuyo derredor se van enlazando todos los acontecimientos de la vida.
Matt Groening tomó de
allí el nombre Apu para su arquetipo de inmigrante indio en EEUU, el simpático
dueño del supermercado donde la familia
Simpson hace sus compras. A lo que podríamos agregar una serie de precisas
y delicadas puntualizaciones del guión como la aplicación exagerada al trabajo,
su fe hindú, la adoración a Ganesha, el matrimonio concertado con su esposa
Manjula y, especialmente, esa tonada característica para su pronunciación del
inglés que redondean la composición de un personaje entrañable de la serie.
Para
nosotros los argentinos resulta sorprendente que muchas de las características
dadas al personaje de Apu podamos trasladarlas a los inmigrantes chinos y
coreanos que son, mayoritariamente, los propietarios de los supermercados de
barrio por estos pagos, nuestros equivalentes al kwik-e mart que atiende Apu en Springfield. La diferencia principal
radica en que, en su mayoría, las dependientes a cargo de estos mercados en la
Argentina son mujeres (como Flor de Li, la coreana que con tanto talento
interpretaba Juana Molina en la televisión).
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