Benditos sean los
artesanos de la Galia que se las ingeniaron para hacer unos recipientes con
listones de madera donde almacenar el vino y dejar de lado los pesados de barro
o los frágiles de cuero que se usaban en tiempos antiguos. Reconozcamos también
la fineza de los romanos que les robaron esos vinos y admitieron que eran muy
superiores a todos los otros que saqueaban por el resto del Mediterráneo.
Dejemos, por
ahora, el tema del vino a un lado y volvamos al maravilloso recipiente
hermético que se desarrolló a partir de allí y a esa innovación que atravesó 20
siglos y nos acompañó casi hasta ayer: el tonel.
Sólido, por su
forma cilíndrica abultada; de fabricación simple, por el ensamble de partes
pequeñas; reparable; fácil de mover girándolo sobre la panza, de estibar y
soportar largos viajes apoyado sobre una de sus bases; todas son virtudes para
este diseño mejorado con paciencia a lo largo de los tiempos.
La artesanía se
transformó en industria hacia el año 1000 y los maestros toneleros formaron
unos de los primeros gremios allá por el siglo XIII. Para el XV ya tenían un
estatuto especial y privilegios otorgados por el rey de Francia.
Se fabricaron
toneles de todos los tamaños imaginables pero, para la industria del vino, se
consolidó el de aprox. 208 litros (55Gal) de capacidad como barril estándar.
Un caso curioso es
que los primeros tambores de chapa de acero, que se usaron en la industria
petrolífera (el tambor “Bayonne” de la ESSO, por ejemplo), se hicieron con la
misma forma abombada que los de madera y de la misma capacidad. Debió pasar más
de medio siglo hasta que se tomara nota que no era necesario (por el contrario,
era una formidable complicación constructiva) el “bombée” y que la forma cilíndrica con un par de nervios era
igualmente útil y resistente.Otro “barril” muy importante para nuestras vidas, el WTI (West Texas International), es una abstracción completa y no sirve para contener nada. Se trata de una unidad de medida (42 galones, 159 litros) tomada como base para cotizar un precio de referencia al valor del petróleo en el mercado internacional.
Así, entre realidades y abstracciones, pasan las cosas, la energía y los vinos, por delante de nuestras narices.
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