viernes, 8 de julio de 2016

Botines


Los primeros zapatos usados para jugar al fútbol merecían el nombre de botines: eran unas botas de caña corta, apenas por arriba del tobillo, que aparecieron hacia 1880. Tenían puntera de acero y pesaban casi un kilogramo.
Hacia 1890 se le agregaron los tapones, que para 1920 ya eran intercambiables de acuerdo al estado de la cancha, el clima o el “tratamiento” que se daría a los rivales.
Hacia 1950 se les acortó la caña y pasaron a tener la forma “actual” que deja el tobillo al descubierto. Esto y el uso de cueros más delgados llevó el peso a 500 gramos.
Desde ahí en adelante, cada diez años aproximadamente, se introducen variantes y diseños que los transforman en “estrellas” del espectáculo.


En 1970 Pelé usa la primer versión personalizada, fabricada especialmente para él. En 1980 Beckenbauer adopta un modelo con suela de poliuretano que pesa sólo 270 gramos. Para 1990 los tapones dejan de ser redondos, se alargan y continúa la baja de peso: ¡200 gramos!
En el 2000 la “lengua” sale y tapa los cordones. Distintas marcas se disputan y hacen contratos de uso exclusivo de sus calzados, que se muestran en las repeticiones de los goles disputando cámara con los jugadores.

Hacia el 2010 ¡vuelven a tener forma de botita, con la caña sobre el tobillo! A pesar de eso pesan 150 gramos, pueden no tener cordones y son de colores vivos,  en ocasiones fosforescentes. Incluso algunos jugadores usan uno de cada color para identificarse o dar valor comercial “agregado” a su imagen.
Entonces sucede algo casi gracioso: muchos jugadores se “avivan” de que la extrema visibilidad de sus calzados hace que sus infracciones sean más fáciles de advertir por los árbitros y la televisión; entonces llegamos a los modelos 2016: se vuelven a usar de color negro (u otro que se disimule), bien clásicos, sigue la forma de botita pero la caña es tejida para hacerlos más livianos aún. Es decir que, al cabo de 80 años, los botines vuelven a ser botines.

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