La
suerte de unos y la desgracia de otros
Debemos
la suerte de conocer las maravillas que contó Marco Polo a la desgracia de su
captura y encarcelamiento en Génova luego de la derrota veneciana en Curzola, en
1298.
Durante
el encierro contó sus memorias a Rustichello de Pisa –preso el también desde
varios años antes– quien las plasmó en francés antiguo en Divisament du monde (Descripción
del mundo), libro que vio la luz hacia 1307 y fue, después de la Biblia, el más
copiado y traducido por varios siglos.
No
bien salió se difundió rápidamente, en varios idiomas, en especial un compendio
en latín, obra de Pipino, un erudito veneciano. Allí conoció Europa las
primeras noticias sobre el Tíbet, China, Japón, Mongolia y otras lejanas
tierras. Así nos enteramos de la
existencia del petróleo y la brújula, la porcelana y los espaguetis, la pólvora
y otras “minucias” que usaban los “bárbaros” pueblos exóticos de oriente.
Hay
varias cosas llamativas relativas al libro:
Que uno de los libros más
significativos de su época fuera escrito por un analfabeto en las lenguas
cultas europeas y a dos manos.
El tal analfabeto, conocía muchas
lenguas y oficiaba de mercader, diplomático y traductor en una vasta extensión
del planeta.
Se difundió copiado a mano, pero
trajo la novedad del uso por los chinos de los “bloques para imprimir” que más
tarde dieron lugar al desarrollo de la imprenta.
Se editó en una época donde había
gran avidez por los relatos –para la misma época salía la Divina Comedia, en lo que después se instituyó como lengua italiana–
de todo tipo y en especial por los de viaje y dio lugar a una larga lista de continuadores
(Pigafetta, Coleridge, Calvino, Kafka, Dino Buzzatti), que llegan hasta
nuestros días. De ellos he reunido a:
Las
ciudades invisibles, 1972, de Italo Calvino
El
turno del escriba, 2005, de Graciela Montes y Ema Wolf
Cruce
de caminos, 2012, de Angélica Gorodischer
De
Las ciudades invisibles he comentado
algunas cosas en una entrada anterior
referida a las ciudades en general. Calvino describe ciudades de fantasía,
todas con nombre de mujer de las que cuenta a su jefe, Kublai Kan, algunas
particularidades. El emperador de los tártaros, Marco Polo a través del autor y
el lector mismo, intentan entender el mundo (y organizarlo, ¿por qué no?)
La
tarea es casi imposible, vana, pero divertida.
El turno del
escriba
también se escribió a dos manos y sus autoras ganaron con su novela el Premio
Alfaguara 2005. Relata el proceso de escritura del original centrándose en la
figura de Rustichello, que de humilde copista se va convirtiendo en escritor. Muestra
las complejas negociaciones entre ambos para que el relato sea fiel y, a la
vez, atractivo y emocionante.
Una
bella reflexión sobre la diferencia entre tener una idea o historia y
convertirla en un texto. Un rescate de ficción, justo y merecido, del personaje
que la historia se tragó siendo como era, un importante protagonista de la
conservación del tesoro.
Cruce de caminos es el
relato de un imaginario encuentro en un bar de Rosario entre Kublai Kahn y
Marco Polo al que la autora asiste sorprendida desde una mesa vecina. Aunque el bar no
se llama El Cairo sino Burgundy uno no puede dejar de pensar en ese tipo de
humor y parodias que practicaba Roberto Fontanarrosa.
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